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sábado, 22 de diciembre de 2018

287 - CONTRAMARCA - (Roberto Goyeneche / Julio Sosa y Leopoldo Federico / Carlos Gardel)

De filiación gauchesca, como toda la poesía de Francisco Brancatti, este tango está literariamente construido sobre una metáfora que asemeja la contramarca o segunda marca del ganado con el hecho de que una mujer abandone a un hombre por otro y pretenda luego retornar junto al primero. Fue uno de tantos tangos que el compositor de su música, Rafael Rossi, entregó a Carlos Gardel y que este registró con gran celeridad con acompañamiento de guitarras (3/30). Más adelante lo grabaron Jorge Duran, con la orquesta Florio-Duran (1959), Julio Sosa, Roberto Goyeneche, Luis Felipelli y Juan Carlos Godoy, entre otros.

En su letra se mezcla el amor, el odio, el resentimiento, el miedo y hasta la amenaza. Son puros sentimientos cruzados, difíciles de interpretar en un escenario pues hay que poner toda la garra para poder transmitir al espectador las emociones que desprende este tango.

Pues bien, ahora vamos a tener la oportunidad de poder contemplar dos versiones en vivo de CONTRAMARCA. La primera por parte del "polaco" ROBERTO GOYENECHE, la segunda de JULIO SOSA acompañado por la orquesta de LEOPOLDO FEDERICO. Por último les dejo, como no podía ser de otra forma, la versión en audio de CARLOS GARDEL.


Roberto Goyeneche




Julio Sosa y Leopoldo Federico




Carlos Gardel

sábado, 27 de octubre de 2018

233 - BARRIO POBRE - (Carmen Duval / Roberto Goyeneche y Aníbal Troilo / Julio Sosa / Nelly Omar)

La obra poética de Francisco García Jiménez es de una inusual calidad literaria. Cuando escribió “BARRIO POBRE”, lo hizo sobre la base de una composición del guitarrista Vicente Belvedere, lo cual para todo escritor que se precie es una desventaja. Sin embargo, como con otras letras de otros tangos, asumió el desafío y salió muy bien parado.

Autodidacta, lector infatigable, periodista, guionista de cine y teatro, García Jiménez, fue uno de los grandes poetas del tango, ponderado por la calidad de su poesía, la originalidad de sus imágenes y metáforas, la delicadeza de sus recursos verbales.

Cuando en tango se habla de “barrio” se incluye una esquina o simplemente una calle. Vale decir, el lugar con el que el poeta se identifica, al que pertenece. Es condición que el nombre de ese lugar tenga fuerza, contundencia, belleza, musicalidad, poesía, o todo eso junto, como lo tienen muchos nombres de barrios, calles o esquinas que son títulos de tangos o aparecen mencionados en su letra, calzando con una armonía perfecta.

Sabemos que el tango esta colgado en el tiempo y en su época dorada era un espejo de lo que se vivía y de cómo se vivía. Entonces, había muchos espacios en los patios de los clubes , para tirar pasos y empezar a caminar tango y daba igual que esto sucediese en un barrio pudiente o en uno pobre. Hoy los cambios en la sociedad eliminaron esos espacios de improvisaciones autodidactas, formando profesionales en cada uno de esos espacios, con escuelas técnicas, que han cerrado la puertas a la improvisación y al arte.

Extrañamente este bello poema no fue grabado por Gardel, pero hay una versión muy buena grabada en 1947 por CARMEN DUVAL, acompañada por la orquesta de Argentino Galván. Y que decir de la del “Polaco" ROBERTO GOYENECHE, que como siempre deja su huella magistral registrada en su grabación de 1955 junto a la orquesta del "Pichuco" ANÍBAL TROILO. Qué decir de la versión de JULIO SOSA grabada en 1957 junto a la orquesta de Armando Pontier. Ya más adelanta cabe destacar también la buena interpretación que hizo NELLY OMAR en su grabación de 1976, acompañada de las guitarras de José Canet.

Les invito a disfrutar de estas cuatro versiones, bueno y a que comparen...


Carmen Duval




Aníbal Troilo y Roberto Goyeneche




Julio Sosa




Nelly Omar

sábado, 20 de octubre de 2018

227 - AL COMPÁS DEL CORAZÓN - (Miguel Caló y Raúl Berón / Julio Sosa / Ariel Ardit)

Recién ingresado como bandoneonista Domingo Federico al conjunto de Miguel Caló le mostró su tango AL COMPÁS DEL CORAZÓN a sus compañeros y fue muy aceptado. Los integrantes de la orquesta querían tocarlo, pero los cantores Raúl Berón y Alberto Podestá dudaban, porque no conocían bien la letra aún. Un buen día, decidieron estrenarlo sin consentimiento de Caló, a manera de travesura. El director no solía ir por la tarde a la confitería donde actuaban. Como los cantores no querían interpretarlo, uno de los más entusiastas con el tango, Enrique Francini, decidió hacerlo. Así fue el improvisado debut de este tango, con gran aceptación del público, que pedía volver a oír la pieza. Cuando llegó Caló y el público le pedía el tema, este no sabía de que se trataba, pidió escucharlo e inmediatamente lo incorporó al repertorio.

La leyenda dice que Federico, un estudiante de medicina, se inspiró en los latidos de una rana para componer esta pieza. Durante un experimento, el profesor de anatomía, aplicando las teorías de Galvani, había disecado el corazón de una rana por medio de impulsos eléctricos. Federico contó que solo observando y escuchando el ritmo de ese corazón se le ocurrió el ritmo característico de "Al compás del corazón" , y que cada vez que interpretaba ese tango tenía ante sí la imagen del corazón de la rana.
Sea como sea, Homero Expósito , el autor del texto y que no parecía conocer la fuente de inspiración de Federico reconoció que el ritmo dado al tango tenía un parecido con el latido de un corazón, algo que le sirvió y de qué manera para escribir versos muy inspirados y sentimentales en un corazón que palpita...

El compás del corazón es un tango con una impresión clásica, pero hace un tesoro completo, como se mencionó anteriormente con referencia al estilo Calò de los años cuarenta, la enseñanza rítmica del darienzismo.

Por lo tanto, el ambiente creado por la pieza se caracteriza por una exploración rítmica segura y, al mismo tiempo, por un arreglo de considerable inventiva musical, en una mezcla muy armoniosa, como no siempre sucedió para las orquestas contemporáneas de Miguel Calò.

En particular, en este tango, también destaca el instrumento principal de la orquesta, el piano. El trabajo de relleno armónico con la parte inferior del teclado es muy notable, pero sobre todo la gran inclinación para exaltar la melodía a través de intervenciones que a lo largo de la pieza subrayan la tendencia rítmica. La influencia de Maderna en la orquesta de Calò fue sustancial, ya sea por su estilo instrumental, que precedió a desarrollos futuros y que el propio pianista realizó más tarde con su orquesta o sus arreglos. No menos importante debe haber sido su influencia en los otros músicos de la orquesta de Las Estrellas., un grupo de jóvenes que, cada uno a su manera, se convertirían en personajes de primera clase del tango.
Característica es el ligero arpegio en el sexto lugar para cerrar la pieza, una especie de firma inconfundible de las actuaciones de Maderna en esta época.

Como parte de su uso intensivo general de los violines, es útil señalar que por medio de Miguel Calò ingresó al virtuosismo del violín de tango. Hasta finales de la década de 1930, predominaba la forma clásica de "cantar la melodía" del violín; Fue gracias a la entrada de Raul Kaplun como el primer violín en su orquesta que Calò comenzó a escribir arreglos con pasajes cuya dificultad requería una destreza inusual entre los músicos de tango de la época.

"Al compás del corazón" también presenta una importante sección de violín, en este caso dedicada a resaltar suavemente la melodía de la pieza, y por otra parte para subrayar el "ritmo" de la Corazón , a menudo en combinación con los bandoneones (aquí en su mayoría dedicados a un papel rítmico y milonguero). Aunque no hay pasajes en solitario prolongados, la parte dedicada a las cuerdas mantiene intacta la estructura rítmica y melódica de toda la pieza, ahora en armonía con la sincopación del piano, ahora en un contrapunto refinado con la voz, todo ello a la vista de una bailable segura desde un Punto de vista rítmico y muy estimulante desde el punto de vista de la interpretación.

El compás del corazón se enriquece con la muy agradable voz de tenor de Berón, cuyo timbre aterciopelado y su cálida y sincera interpretación es particularmente adecuada para la interpretación de la pieza, que tiene su versión final en la interpretación en cuestión. Algunos matices y profundidades del repertorio de Miguel Calò se deben mucho al estilo intimista y refinado de su canto; Tanto en los episodios más dramáticos como en los más lúdicos, Berón siempre expresó un estilo medido de buen gusto extremo, convirtiéndolo en uno de los cantantes de tango más apreciados.

AL COMPÁS DEL CORAZÓN
Música: Domingo Federico
Letra: Homero Expósito

Late un corazón,
déjalo latir...
Miente mi soñar,
déjame mentir...
Late un corazón
porque he de verte
nuevamente,
miente mi soñar
porque regresas lentamente.

Late un corazón...
me parece verte regresar con el adiós.
Y al volver gritarás tu horror,
el ayer, el dolor, la nostalgia,
pero al fin bajarás la voz
y atarás tu ansiedad de distancias.
Y sabrás por qué late un corazón
al decir... ¡Qué feliz!...
Y un compás, y un compás de amor
unirá para siempre el adiós.

Ya verás, amor,
qué feliz serás...
¿Oyes el compás?
Es el corazón.
Ya verás qué dulces
son las horas del regreso,
ya verás qué dulces los reproches y los besos.
Ya verás, amor,
qué felices horas al compás del corazón.


Bueno, visto lo visto, como no vamos a empezar las audiciones con la versión de MIGUEL CALÓ y RAÚL BERÓN, grabada en 1942, año en que salió a la luz esta composición... Sería imperdonable por mi parte, dejar en el olvido esta exquisita versión que del tango que nos atañe, brindara el gran JULIO SOSA y también he creído conveniente dejarles una mucho más moderna como lo es esta en vídeo de ARIEL ARDIT, acompañado por la orquesta de Andrés Linetzky, a su vez, pianista y arreglista de la versión.


Miguel Caló y Raúl Berón




Julio Sosa




Ariel Ardit

miércoles, 9 de agosto de 2017

194 - MAÑANA IRÉ TEMPRANO - (Julio Sosa y Leopoldo Federico / Roberto Goyeneche / Lucho Gatica)

MAÑANA IRÉ TEMPRANO es un tango cuya letra pertenece a Carlos Bahr en tanto que la música es de Enrique Francini, que se estrenó en 1943 y fue grabado el 10 de agosto de ese año por la orquesta de Miguel Caló con la voz de Raúl Iriarte.

Una hermosa melodía de Enrique Francini, que en ese momento era primer violín de la orquesta de Miguel Caló, un conjunto tan sentido como pulcro, encontró gracias a Carlos Bahr la letra que requerían esas notas plenas de sugerencias de tristeza. Al alto nivel de calidad de la versión que grabara Caló el 10 de agosto de 1943 contribuyeron un admirable arreglo instrumental de Osmar Maderna , que permitía un amplio lucimiento de los tres instrumentos básicos de la orquesta de Caló: el bandoneón de Armando Pontier, el violín de Enrique Francini y el piano del propio Maderna así como una magnífica interpretación vocal de Raúl Iriarte, que acertó con el énfasis justo para expresar esa historia, sin caer en la tentación de desbordes dramáticos o de acentuaciones lloronas, pero transmitiendo con su voz la angustia y la aflicción del protagonista.

El mismo año fue grabado el 1° de diciembre por la orquesta de Osvaldo Fresedo con la voz de Oscar Serpa para la discográfica RCA Victor y recibió el espaldarazo definitivo cuando Julio Sosa lo grabó en 1961 con la orquesta de Leopoldo Federico. La historia narrada en este tango está muy bien contada -“Desde hace un mes estoy postrado, cuantos domingos que me extrañas, y hoy es tu día bien amada, te faltarán mis flores y no estaré a tu lado”- y deja los interrogantes para el oyente: ¿Cuándo y por qué murió ella? ¿De qué está él enfermo? El autor no lo dice, pero la buena poesía se hace con esos silencios, con esas preguntas sin respuestas.

Les dejo en primer lugar la grabación hecha de este tango en la voz de JULIO SOSA, acompañado de la orquesta de Leopoldo Federico. Después la inconmensurable versión del "Polaco" ROBERTO GOYENECHE, en combinación con la orquesta de Atilio Stampone. Por último la "rareza" de escuchar cantando tangos a la gran figura del bolero, el chileno LUCHO GATICA y en este caso acompañado de la orquesta del genial Miguel Caló.


Julio Sosa y Leopoldo Federico




Roberto Goyeneche




Lucho Gatica




domingo, 4 de junio de 2017

162 - EL FIRULETE - (Julio Sosa / Libertad Lamarque / Enrique Dumas)

La milonga que aquí nos reúne, EL FIRULETE fue escrita por Rodolfo Taboada y musicalizada por Mariano Mores en el año 1958.

Su letra hace referencia a la vigencia de las nuevas tendencias porteñas de la época, donde el tango estaba siendo desplazado por nuevos ritmos.

El firulete está vinculado al paso de baile que se realiza en el tango, un movimiento muy particular y distintivo de este ritmo musical, donde los pies y las piernas se entrelazan. Es un término que se relaciona con el poder de improvisación que quienes ejecutan el baile, generalmente cuanto más vistosos son los pasos es porque se realizan una mayor cantidad de “firueltes”.

Este tango no hace más que reivindicar el sitio que ocupa y debe ocupar dentro de la cultura rioplatense, donde no sólo nunca pasa de moda sino que se lo re-descubre cada vez que se vuelve a bailar.

En la ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Palermo, hay un famoso hotel que lleva el mismo nombre del tango, homenajeando a este clásico porteño.

Si bien es un tango que ha sido interpretado por grandes cantores, la versión más famosa es en la voz del uruguayo JULIO SOSA quien lo convirtió en uno de sus grandes clásicos y es la primera que les dejo. La segunda es de LIBERTAD LAMARQUE, cuando en el año 1972 vuelve a filmar en la Argentina, en este caso de la mano de Enrique Carreras como director, para Argentina Sono Film, la misma empresa que la había visto nacer al mundo del cine en 1933. Quienes acompañan a Libertad en "La sonrisa de mamá" son: Palito Ortega, Angel Magana, Maria de los Angeles Medrano, Irma Cordoba, Nelly Beltran y Tito Mendoza entre otros. La película se estreno con gran éxito en Argentina el 2 de marzo de 1972; y pudo verse en America y Europa. Entre algunos de las canciones que interpreta, se encuentra esta milonga de Mariano Mores y Rodolfo Tabaoada, la cual baila junto a Juan Carlos Copes. La tercera versión está tomada del Festival en Mendoza en el año 2008 y es interpretada por ENRIQUE DUMAS quien aporta en el centro de la milonga un apartado de su buen sentido del humor.




Julio Sosa




Libertad Lamarque




Enrique Dumas




sábado, 29 de abril de 2017

125 - TENGO MIEDO - (Carlos Gardel / Julio Sosa / Edmundo Rivero)

Todo está preparado para que salga bien. Un poeta como Celedonio Flores, un compositor como José María Aguilar y un tango como “TENGO MIEDO”. Si a ello le sumamos las voces de Carlos Gardel o, por ejemplo, Alberto Vila, el placer es completo. “Tengo miedo” se escribió en 1928. A esa altura de la historia Celedonio Flores ya era uno de los letristas consagrados. Había comenzado en 1920 con “Margot”, pero su hora más gloriosa se produjo en 1923 cuando Gardel estrena “Mano a mano”. Después vinieron “Milonga fina”, “El bulín de la calle Ayacucho”, “Gorriones”, “Viejo coche”, “Audacia” y “Muchacho”.

Por lo tanto, para 1928 Celedonio Flores era una garantía de calidad. El garante en este caso era Carlos Gardel, alguien que siempre demostró una particular sensibilidad para descubrir letristas talentosos. Al nombre de Celedonio Flores, habría que sumarle, por ejemplo, Enrique Santos Discépolo, Enrique Cadícamo o García Jiménez, por mencionar los más consagrados.

En 1930, “Tengo miedo” participó en lo que se conoce como “Los cortos de Carlos Gardel”. Se trata de una serie de filmaciones producidas en 1930 por Federico Valle y dirigidas por Eduardo Morera. Son diez cortometrajes -eran quince, pero cinco se arruinaron- y entre ellos se destacan “Viejo smoking”, “Yira yira”, “Rosas de otoño”, “Mano a mano”, “Canchero”, “Padrino pelao”, “Enfundá la mandolina” y, por supuesto, “Tengo miedo”.

En el tango que nos ocupa, la filmación se realizó en el mes de octubre de 1931 y se estrenó en el Teatro Astral el 3 de mayo de 1931. Las guitarras que acompañan a Gardel en la ocasión son las de José María Aguilar, Ángel Domingo Riverol y Guillermo Barbieri. Gardel en la ocasión está impecable con su pinta y su talento. Todo es genuino, menos el Gardel guitarrista, pero a él le podemos permitir esa licencia y muchas más.

Sobre esos cortometrajes, corresponde decir que para los historiadores del cine nacional fueron los que inauguraron el cine sonoro. En el tema, el rol de Federico Valle fue decisivo. Nació en Italia y aprendió cine al lado de los hermanos Lumiere y George Melíes. Valle llegó a la Argentina en 1911. Para completar la información, digamos que el sonido estuvo a cargo de Ricardo Raffo y la fotografía corresponde a Antonio Merayo y Roberto Schmudt.

“Tengo miedo” está en el repertorio de muchos tangueros. Me importa destacar a dos grandes de la lista: Julio Sosa y Alfredo Belusi. Demás está decir que las dos interpretaciones son excelentes. El “Negro” Belusi grabó este poema con la orquesta de Osvaldo Requena; Sosa lo hizo con Armando Pontier y Enrique Francini. La historia de esta relación de Sosa con “Tengo miedo”, merece contarse.

Apenas llegado a Buenos Aires, Sosa -o Venturini- empieza a ganarse la vida en un cafetín de Chacarita que respondía al nombre de Los Andes. Una noche pasa por allí el compositor Raúl Hormaza. Apenas lo escucha a ese pibe flaco y larguirucho se da cuenta de que acaba de descubrir a un cantante excepcional. De Los Andes, Sosa pasa al cabaret Picadilly donde actúan periódicamente Francini y Pontier. Le toman una prueba por supuesto. Pontier le pregunta qué prefiere cantar. Sosa responde: “Tengo miedo”. ¿El tango de Flores o es que vos estás muerto de miedo?, le responde el maestro.

O sea que “Tengo miedo” le abrió a Sosa las puertas de la fama, porque a partir de esa noche Sosa se transformó en la estrella de una de las grandes orquestas de Buenos Aires.

“En la timba de la vida me planté con siete y medio/ siendo la única parada de mi vida que acerté/ yo ya estaba en la pendiente de la ruina sin remedio/ pero un día dije planto y ese día me planté”. Nada nuevo bajo el sol en la primera estrofa. El personaje que a cierta edad está de vuelta de todo ya era conocido en la poética tanguera. La diferencia no es el tema, sino la manera de expresarse del Negro Celedonio Flores, esa relación que establece entre la vida y la timba, también presente en ese otro tangazo que se llama “Cuando me entrés a fallar”: “Cuántas veces con un cuatro a un envido dije quiero y otra vez me fui a baraja sobrando con treinta y tres”. O en “Muchacho”: “Y no sabés que es secarse en una timba y armarse para volverse a meter”. ¿Y por qué no recordar del mismo autor “Pa lo que te va a durar”: “Vos sos el que no tiene temores cuando juega/ vos sos a quien ninguna mujer lo despreció/ vos sos el que no pide vos sos el que no ruega/ vos jugás por derecha habiendo banca o no”.

Sigamos con “Tengo miedo”. Los siguientes versos giran alrededor de la presentación del personaje. “Yo dejé la barra rea de la eterna caravana/ me aparté de la milonga con su rante berretín/ con los triste de mi noche hice una hermosa mañana/ cementerio de mi vida, convertido en un jardín”. Todo bien. El hombre está muy seguro de sí mismo. Se acaba de dar cuenta del vacío de su vida y de la necesidad de cambiar: Flores a todo esto lo dice a su manera. “Garsonier, carreras, timbas, copetines de viciosos/y cariños pasajeros, besos falsos de mujer/ todo enterré en el olvido del pasado bullicioso/ por el cariño más santo que un hombre puede tener”.

Y acá volvemos a uno de los lugares comunes más deplorables del tango: el personaje descubre a la santa viejecita y allí residen la virtud y el amor verdadero. Se trata, por supuesto, de la madre. Nada que decir contra ella, pero en el tango el recurso de la madre apela a la lágrima fácil o a ese sentimentalismo que, como ya lo dijera en otra ocasión, suele ser un fracaso del sentimiento.

Pero “Tengo miedo” no concluye allí. El retorno a la madre es apenas el punto de partida, porque este hombre tan sabio, tan prudente, tan viril, en realidad tiene miedo. No es el coraje o la virtud lo que lo empujó a abrirse del pecado, sino el miedo. Es raro. Un hombre acosado. Esa parece ser la triste realidad de nuestro personaje. No se trata del varón abandonado por una mujer. Al revés. Él fue quien abandonó, pero no lo hizo por piola sino porque tiene miedo. El hombre no amenaza, no se enoja, suplica y no suplica amor, suplica que ella lo deje.

“Te suplico que me dejes, tengo miedo de encontrarte/ porque hay algo en mi existencia que no te puede olvidar/ tengo miedo de tus ojos, tengo miedo de besarte/ tengo miedo de quererte y de volver a empezar”. Repito: es raro. El hombre no puede disimular que está enamorado, pero ese amor no es fácil porque ese amor -no lo dice, pero lo sugiere- amenaza con arrojarlo otra vez a las cloacas de su existencia.

Nosotros no sabemos nada de esa pareja. Ignoramos quién es ella, si es santa o pecadora, ignoramos cómo se conocieron y por qué se separaron. Lo que sabemos, y eso justifica el poema y le da un tono singular, es que nuestro héroe tiene miedo:

“Sé buenita no me busques, apartate de mi senda/ tal vez en otro cariño, encontrés tu redención/ vos sabés que yo no quiero, que mi chamuyo te ofenda/ es que tengo mucho miedo que me falle el corazón”. Perfectas las dos últimas estrofas. Perfectas y originales. Además, con final abierto. ¿Volverá ella? ¿Se reanudará la relación? ¿Se redimirá con él o con otro? ¿Por qué no pensar que la continuidad de este tango es “Volvió una noche”?, también interpretado por Gardel y Sosa o “Paciencia”. ¿Por qué no pensar, en definitiva, que el tango cuenta en el universo del mito una única y exclusiva historia, uno de cuyos fragmentos es el que acabamos de disfrutar?

Manuel Adet para "El Litoral"

Les dejo en primer lugar la versión en audio de CARLOS GARDEL, para continuar con el vídeo de la interpretación por parte de JULIO SOSA. Terminaremos con la versión de EDMUNDO RIVERO, ésta también de audio.


Carlos Gardel




Julio Sosa




Edmundo Rivero



123 - LA CASITA DE MIS VIEJOS - (Luis Filipelli / Julio Sosa / Roberto Goyeneche)

En julio de 1976, el compositor Enrique Cadícamo comentó, en un programa de TV porteño, que el tango LA CASITA DE MIS VIEJOS, de cuya letra es autor, se inspiró en una vivencia que con él había compartido el músico Juan Carlos Cobián, autor de la música de ese tema. Nativo de Pigüé, Cobián se radicó en nuestra ciudad en 1899, a los tres años de edad. De niño estudió en el conservatorio Williams y, siendo adolescente, se mudó a la Capital, para probar suerte con la música ciudadana. Al poco tiempo, se unió al bandoneonista Genaro Espósito, iniciando una destacada carrera.

Autor de (entre otros) la música de El motivo (1914), Los Mareados (1922), Nostalgias (1936) y La casita de mis viejos (1931), Cobián falleció el 10 de diciembre de 1953, a sus 57 años de edad, aunque no fue sino 23 años después que Cadícamo refirió que La casita... se inspiró en una curiosa vivencia de Cobián, quien había dejado pasar casi 20 años para regresar a visitar su casa paterna en Bahía Blanca.

Conocida la historia, un periodista de este diario se apresuró a identificar la histórica vivienda. "Está en Moreno al 300; vecina a un viejo almacén...", le dijeron.

Cuando el hombre llegó al lugar, ya era tarde: la piqueta había borrado, semanas antes, todo vestigio de la casa, para dar lugar a la construcción de un edificio en altura. Tiempo después, se colocó en la vereda una referencia histórica.

"Vuelvo vencido a la casita de mis viejos;/ cada cosa es un recuerdo/ que se agita en mi memoria./ Mis veinte abriles me llevaron lejos;/ locuras juveniles,/ la falta de consejos..."

Cobián representa, junto con Di Sarli, Achával y Marambio Catán, aportes bahienses a la historia grande del tango.

Las dejo la versión en vídeo de LUIS FILIPELLI y las de audio de JULIO SOSA y del "polaco" ROBERTO GOYENECHE. Casi nada...


Luis Filipelli




Julio Sosa




Roberto Goyeneche




viernes, 28 de abril de 2017

120 - LA GAYOLA - (Julio Sosa / Edmundo Rivero y Horacio Salgán / Carlos Gardel)

Parece que fue todo un presagio el tango “LA GAYOLA” cuyo título es la palabra lunfarda que significa "cárcel". Fue lo último que cantó el Uruguayo Julio Sosa. Este tango que fue escrito por Armando Tagini y le puso música Rafael Tuegols en 1927, se comenta que estuvo dedicado a un comisario de nombre Enrique Maldonado. Lo grabó primeramente Carlos Gardel con el acompañamiento de guitarras en el sello Odeón en agosto de 1927. Mas tarde lo grabó Francisco Lomuto con la voz de Fernando Díaz en Victor ya en el año 1941 y siguió su periplo cuando lo registró en el sello Odeón Enrique Rodriguez y el cantor Armando Moreno, también en el año 1941. En septiembre de 1952 lo llevó al disco Pedro Laurenz con Alfredo del Rio en el sello Pampa, Armando Pontier lo dejó registrado en Victor junto a Julio Sosa en el año 1957 y Edmundo Rivero con guitarras en septiembre de 1969, entre otros. Se cuenta que Julio Sosa y Carlos Gardel cantaron este tango como despedida antes de morir. De Julio Sosa se dice que en la madrugada del miércoles 25 de noviembre de 1964 comió poco en la cantina “El varón del Tango” del barrio Del Abasto en Buenos Aires, esa noche se habían reunido unos doce amigos se sirvieron durante la cena seis jarras pingüinos de vino vino Battaglia de medio litro cada una, Julio fue de los últimos en retirarse con una amiga. Antes de partir se acercó al mostrador y bebió una copa de coñac (como era su costumbre) y se lo veía muy sobrio. Luego lo que todos conocen; transitaba por el bajo Palermo (Calle Figueroa Alcorta) pasó la plaza de Artigas y en Mariscal Ramón Castilla y Alcorta, se produce el encontronazo con una baliza semáforo que le arrebató la vida. Casual o paradójicamente el tango termina con la frase “pa que no me falten flores cuando esté dentro ‘el cajón".

Una noche en el "Maipú Pigalls" discutió con Gardel y José Razzano pues estos afirmaban que no era posible poner música a una letra de la misma métrica del tango Mano a mano sin incurrir forzosamente en plagio musical. Tuegols, que opinaba lo contrario, solicitó a Armando Tagini que confeccionara un verso con dicha métrica. Cuando Gardel y Razzano estaban nuevamente en el salón, la orquesta estrenó la flamante obra. A Gardel le gustó tanto la obra que pidió la partitura y lo grabó al día siguiente. Con el permiso de Tagini hizo algunos cambios en la letra y reemplazó “contemplarme” por “campanearme”, “largo a largo” por “atorrando” y “voy a trabajar muy lejos” por “voy al campo a laburarla”, buscando un lenguaje más popular y lunfardo.

Les dejo la interpretación en vivo de JULIO SOSA y las de audio de EDMUNDO RIVERO acompañado de la orquesta de HORACIO SALGÁN y de CARLOS GARDEL.



Julio Sosa




Edmundo Rivero y Horacio Salgán 




Carlos Gardel




sábado, 22 de abril de 2017

117 - FAROLITO VIEJO - (Carlos Gardel / Julio Sosa y Francisco Rotundo / Edmundo Rivero)

En esta ocasión el protagonista es FAROLITO VIEJO, un tango escénico; es decir, un tango para ser cantado en escena, a propósito del drama que se está representando. Para el caso el drama fue "Del otro lado del Riachuelo", estrenado en 1927 por la compañía de Enrique Muiño. El autor de la letra es José Eneas Riú. Este Riú fue médico, inclusive médico rural de los pagos de Bragado y de Henderson. De médico se graduó en 1915, a los 32 años. De autor dramático se había recibido siete años antes. En 1908 Pablo Podestá le estrenó Yerba mala, una pieza en la que Olinda Bozán, que ya era actriz, interpretaba a un ladroncito, Lunfita. Pero el libreto de Yerba mala aporta algo interesante para los tanguistas: en la escena décimo tercera, que transcurre en un café, aparece un trío de tango, compuesto por guitarra, flauta y violín. "Los músicos -dice el libreto- ejecutan un tango popular". Esto ocurre cinco años antes de que apareciera un trío de tangos en la pieza Noche de garufa, la primera de José Antonio Saldías. Cuando el tango termina, el guitarrista canta una milonga, con versos del mismo Riú, por supuesto. Y esa milonga es lo que ahora se llama una canción de protesta. Dice:

Lo que me debe le agarro 
 al rico que tiene mucho, 
 si se me fuma el cigarro 
 me conformo con el pucho. 

 Cuando no soy pedigüeño 
 soy ladrón de lo que es mío; 
 cualquier hombre se hace dueño 
 de un poncho teniendo frío. 

 Si en este mundo no fuera 
 para unos pocos el trigo, 
 como todos comerían 
 nadie sería mendigo. 

 El corazón tiene amores, 
 la vida, espinas de tala, 
 el desgraciado, dolores, 
 y los bajos, yerba mala.

Esto se cantaba -repito- en 1908. Han pasado más de cien años y siguen cantándose las mismas cosas. Nada parece haber cambiado, salvo la suerte de algunos cantores protestadores que se han enriquecido protestando. José Eneas Riú siguió escribiendo y estrenando sainetes hasta 1929. Y escribió muchas letras de tango, para sus propios sainetes o para sainetes ajenos. Una de ellas -fue dicho- es la de Farolito Viejo, que tiene música de Luis Teisseire, el autor de Entrada prohibida. El farolito es uno de los símbolos de la ciudad. La Academia Porteña del Lunfardo lo ha puesto en su emblema, o logotipo, como es más usual decir ahora. Sucedió a las velas y a los candiles y estaba alimentado a querosén, ese servicial combustible que según la Real Academia se llama queroseno, que nosotros escribimos querosene pero siempre llamamos querosén. Supongo que fue Alfredo Le Pera quien confirió definitivamente al farolito categoría de símbolo:


"... bajo su quieta lucecita yo la vi
 a mi pebeta luminosa como el sol... "

A Riú le sugiere otras imágenes: 

"... alumbró el reparto después del laburo 
 y ha sido en la noche también batitú..."  

Al resplandor de esa luz encanada, que así llamó al farolito Edmundo Guibourg en ocasión memorable, cada uno puede ver una ciudad distinta. Lo mismo que bajo la luz del sol o la luz que creen derramar los exégetas y apologistas de la ciudad. Al fin y al cabo, nadie ve sino lo que conocía antes de ponerse a mirar.

Fue registrado por Carlos Gardel con las guitarras de J. Ricardo y G. Barbieri, para el sello Odeon (1927); Agustín Magaldi lo llevó al surco, con guitarras, en sello Brunswick, entre 1929 y 1932; años después lo grabó la orquesta de Francisco Rotundo con la voz de Julio Sosa, en Pampa (1954); el mismo Julio Sosa, como solista, lo registró acompañado por Leopoldo Federico y su orquesta, en CBS (entre 1961 y 1964), y Edmundo Rivero con acompañamiento de guitarras, lo hizo en sello Philips (1969).

Les dejo las versiones de, en primer lugar de CARLOS GARDEL en un audio remasterizado por el canal de youtube de El Coleccionista. En segundo lugar la de JULIO SOSA acompañado por la orquesta de FRANCISCO ROTUNDO, tomada del canal "Cantando tangos" para terminar con la de EDMUNDO RIVERO, del canal "agujavier".


Carlos Gardel




Julio Sosa y Francisco Rotundo




Edmundo Rivero


115 - TIEMPOS VIEJOS - (Julio Sosa / Néstor Fabián / Carlos Gardel)

Francisco Canaro recuerda en sus invalorables memorias que, a comienzos de marzo de 1925, cuando preparaba sus valijas para irse a París, Manuel Romero le llevó la letra de un tango escrito para La Revista Maravillosa, que se proponía estrenar en el viejo Ópera. Apremiado por los preparativos de la partida, Canaro le puso música a mata caballos, como quien dice. Luego, mientras el autor de Sentimiento gaucho viajaba proa al viejo continente, a bordo del "Alsina", José Muñiz cantaba el tango por primera vez. Este José Muñiz era un óptimo barítono, de quien pocos se acuerdan. Algunos podrían creer que el tango tiene más historiadores que historia. Sin embargo, a pesar de que los historiadores son tantos, todavía la historia del tango acusa páginas en blanco. Una de esas páginas es la que corresponde a Muñiz.

"Cualquiera tiempo pasado fue mejor", escribió Jorge Manrique, y eso es lo que repite Romero en "TIEMPOS VIEJOS". Sólo que Manrique añoraba a las damas, sus tocados y vestidos, sus olores, y Romero evoca apenas a una cocota, a la rubia Mireya; pero no debe discutirse de gustos y de colores, según decían los escolásticos. Y bien, ¿cuáles son los tiempos viejos evocados por Romero? Los tiempos en que los muchachos no usaban gomina. La gomina comenzó a ser elaborada por don José Antonio Brancato en 1914, de modo que los tiempos en cuestión son anteriores a la primera guerra. Y hasta esos años funcionó también el Hansen, un restaurante de lujo que Juan Hansen habilitó a fines de la década de 1870. A ese establecimiento iban los niños bien a hacer lo que los niños mal hacían en los peringundines. Esos niños bien (lo dice la letra de Romero) no conocían cocó ni morfina, que fueron consumos imitados posteriormente de los franceses; tan abundantes, por lo demás que, según se canta en todo el orbe, en la imaginaria casita de Corrientes 348 había cocó como en botica; de donde se infiere que si los malandras de entonces hubieran necesitado doparse, como los de ahora, para salir de pesada, habrían podido surtirse de farlopa en cualquier peringundín, sin necesidad de andar asaltando farmacias.

Pero, ¿con qué peinaba sus futuras canas aquella juventud feliz, antes de que el señor Brancato descubriera las virtudes cosméticas del tragacanto? Manuel Gálvez, en sus memorias, ratifica a Romero: "Es cierto que los muchachos de antes no usaban gomina; pero aquellos que nos peinábamos, usábamos cosmético, o aceite Lubin, u olio Macassar". De aquellos tiempos viene, sin duda, eso de llamar aceitosa a la cabeza.

El tango de Romero y Canaro evoca principalmente a la rubia Mireya, a quien sus amiguitos, dando prueba de la nobleza que suelen albergar en sus corazones los hombres de la noche y de la juerga, llevarían a la mendicidad. ¿Existió realmente la rubia Mireya o fue una creación literaria de Romero? Don Juan Santa Cruz, hermano de Domingo (el autor de Unión Cívica) aseguraba que existió, y que él la había conocido en todo su esplendor. Mireya, ya se sabe, es el nombre de la protagonista del poema con el que, en el año 1900, el poeta provenzal Federico Mistral obtuvo el premio Nóbel; el tercero de los otorgados. Pero Mireya es también el nombre de un personaje de El rey del cabaret, sainete escrito en colaboración con Alberto T. Weisbach, que Romero estrenó el 21 de abril de 1923, dos años antes de escribir este tango. El tal personaje consistía en una suripanta, interpretada por Evita Franco, que era entonces una niña de dieciocho años. Aquella primigenia Mireya no terminaba convertida en mendiga, sino casada con un bacán afincao, nada menos que el rey del cabaret. Una y otra Mireya, la del sainete y la del tango, de psicologías tan distintas y de tan diferentes destinos, no son personajes de la realidad, sino creaciones literarias.

Este tango fue grabado por Carlos Gardel con acompañamiento de las guitarras de J. Ricardo y G. Barbieri, para el sello Odeón (1926); años después fue registrado por Mercedes Simone con orquesta dirigida por Emilio Bramen, en T.K. (1962); también por F. Canaro con la voz de Alberto Arenas, en Odeón (1953); por Osvaldo Fresedo con el vocalista Carlos Barrios, en Odeón (1963); por Armando Pontier con Julio Sosa, en Víctor (1956); Hugo del Carril con guitarras, en Odeón (1961); volvió a grabarlo la orquesta de F. Canaro, esta vez con la voz de Ernesto Rondó, en Odeón (1961); Juan D.Arienzo con Armando Laborde, en Víctor (1965) y Osvaldo Pugliese con Abel Córdoba, en Odeón (1979), entre otros.

Les dejo tres versiones de este tango. La primera, excepcional, de JULIO SOSA en vivo y la cual debemos agradecer al canal de youtube de Nelson Martín Vizcaíno Ceresa. La segunda pertenece a NESTOR FABIAN en la pelicula “Los muchachos de antes no usaban gomina” y también se la agradecemos, en este caso a Thecheslavo y a su canal también de youtube. Acabaré dejándoles la versión en audio de CARLOS GARDEL perteneciente a la coolección El Mago del tango (1926), Vol. 9.


Julio Sosa




Néstor Fabián




Carlos Gardel


viernes, 21 de abril de 2017

112 - NO TE APURES, CARABLANCA - (Ignacio Corsini / Lucio Demaré y Juan Carlos Miranda / Julio Sosa)

Este tango es de uno de los poetas que merecen estar en el podio de los grandes. Me refiero a Carlos Bahr, quien dejó sembrada una parva de temas que iluminaron las noches interminables del cuarenta y cincuenta. La música pertenece a Roberto Garza, bandoneonista, arreglador, director y compositor.

NO TE APURES CARABLANCA, es el supuesto diálogo del carrero con su caballo cadenero, descargando en él sus cuitas amorosas. Reverbera aquella época en que los carros transportaban las mercancías y Buenos Aires estaba poblado de ellos. Yo alcancé de pequeño a divisar el final de los corralones porque a la vuelta de casa había una herrería, y el paisaje, aunque lejano, me es familiar. Recuerdo vagamente las tardecitas cuando volvían de recalada. Y el matungo lo hacía de memoria.

No te apures, Carablanca... 
Que no tengo quién me espere... 
Nadie extraña mi retardo, 
para mí siempre es temprano 
para llegar. 
No te apures, Carablanca... 
Que al llegar me quedo solo... 
Y la noche va cayendo, 
y en sus sombras los recuerdos 
 lastiman más. 

En el año 1942, Ignacio Corsini, ya palpitaba su retiro artístico y sólo grabó dos temas. Fue el 8 de octubre de ese año. De un lado esta el valsecito de Homero Expósito, Francini y Stamponi: Pedacito de cielo y en el reverso de aquellos discos de 78rpm, este tema. Y lo hizo acompañado en ambos por la orquesta dirigida por Roberto Garza (José García López). Fue un exitazo, precisamente, el último.

Me achica el corazón 
salir del corralón, 
porque me sé perdido. 
Me tienta la ilusión 
que ofrece el bodegón, 
en su copa de olvido. 
Caña en la pena... 
llama que me abrasa 
mal que no remedia, 
pena que se agranda. 
Siempre lo mismo... 
voy para olvidarla 
y entre caña y caña 
la recuerdo más. 

Carlos Bahr nacido y criado en la Boca, conoció el tiempo de los carreros y los caballos trotando en el adoquín de las calles. A Cadícamo le inspiraron algunos tangos y Vaccarezza en El carrerito, también desmenuza aquella época porteña. Además de Corsini, también lo cantó Hugo Del Carril y Aníbal Troilo con la voz de Fiorentino dejó una hermosa grabación el 18 de septiembre de 1942.

Roberto Garza, un músico desdibujado en las biografías e historias de tango, dirigió el acompañamiento de Mercedes Simone, fue el primer bandoneón y arreglador en la mejor época de la orquesta de Enrique Rodríguez y tuvo su propio conjunto. Acompañó a Armando Moreno, cuando se fueron de la orquesta de Rodríguez, actuó en Colombia y tiene una obra valiosa como compositor.

No te apures, Carablanca
que aquí arriba del pescante, 
mientras ando traqueteando 
voy soñando como cuando 
la conocí. 
No te apures, Carablanca... 
que no tengo quien me espere 
como entonces, cuando iba 
compadreando la alegría 
de ser feliz. 

Cuando Lucio Demare formó su impecable orquesta en 1938, estuvo probando al cantor que quería y luego de descartar a algunos, se quedó con el desconocido Juan Carlos Miranda (Rafael Miguel Sciorra), un muchacho de Chivilcoy que había cantado en su ciudad y que había tomado algunas clases en la Academia de los Rubistein. Demare lo calificó entonces de chansonnier, de acuerdo a su experiencia en la época que vivió en Francia.

Pero Miranda se adaptó muy bien a la orquesta y con Demare alcanzó un registro maravilloso de este tango. Al principio, Lucio, que los conoció en el Abasto, con el piano parece imitar el andar del percherón. Lo grabaron el 9 de octubre de 1942 y es un tema imperdible que esta noche pasaré en la milonga una vez más.

Mi agradecimiento a José María Otero y a su blog "Tangos al bardo".


Les dejo en primer lugar, la versión en audio de IGNACIO CORSINI, como antes se indicaba, acompañado por la orquesta dirigida por Roberto Garza. En segundo lugar la versión de 1942 de la orquesta de LUCIO DEMARÉ, con la participación en la voz del cantor JUAN CARLOS MIRANDA. Por último no podía obviar la versión que a mi más me gusta: la del Varón del tango, JULIO SOSA.


Ignacio Corsini




Lucio Demaré y Juan Carlos Miranda 




Julio Sosa





jueves, 23 de marzo de 2017

87 - DICEN QUE DICEN - (Carlos Gardel / Julio Sosa y Francino Pontier / Edmundo Rivero)

El poema de este tango fue escrito por Alberto Ballestero, probablemente en 1929, para una compañía actoral que actuó ese año en el teatro “Fémina”. El actor José Muñiz pudo haber sido el primero en cantarlo. La música la compuso Enrique Delfino, el mismo que compusiera “Palermo”, “Aquel tapado de armiño”, “Griseta” y el proverbial “Re Fa Si”. Ballestero fue un periodista más dedicado a la crítica teatral que a la escritura de poemas tangueros. “Dicen que dicen” fue su obra maestra. Para esa misma época escribió “Pato alegre”, un tango que por muy buenas razones se perdió en el olvido.

Carlos Gardel estrenó “DICEN QUE DICEN” en 1930 y lo transformó en uno de sus grandes éxitos. El otro gran intérprete fue Julio Sosa, quien lo grabó en diciembre de 1950 con la orquesta de Francini y Pontier. Once años después lo volverá a grabar con el acompañamiento de Leopoldo Federico. Se podrá discutir si Sosa lo hizo mejor que Gardel, pero está claro que lo divulgó más. De todos modos, para la mayoría de los tangueros “Dicen que dicen” existe a través de la versión del “Varón del tango”. Sin ir más lejos, la interpretación que hizo en 1950 contó con la aprobación de Enrique Santos Discépolo que, fiel a su estilo, le dijo: “Pibe, te escuché cantar “Dicen que dicen’; si lo hubieras hecho mejor estaría mal”. Con ese reconocimiento, Sosa ya tenía asegurada la mitad, o más de la mitad, de su carrera profesional.

Muchas letras de tango relatan dramas amorosos. Como dijera un crítico, el tango es una novela que dura tres minutos. De más está decir que hay buenas y malas novelas. El tema de la infidelidad, la traición, el engaño, está presente en el tango a veces hasta el abuso. En todos los casos, lo que importa analizar no es tanto de qué se escribe sino cómo se escribe. Ningún tema por sí solo garantiza buena literatura.

“Dicen que dicen”, cuenta la historia de un hombre que ha sido abandonado por una mujer. Nada nuevo bajo el sol. También habla de una infidelidad y del deseo de vengarse. Nada nuevo. Finalmente hay una muerte. A la memoria me vienen en el acto nueve o diez letras de tango que tratan más o menos lo mismo. Juzgar al tango como “lamento de cornudo” puede que sea un juicio severo, pero no tan arbitrario, sobre todo si prestamos atención a ciertas letras. Y, sin embargo, “ Dicen que dicen” es un tango diferente. ¿Dónde reside esa diferencia? En primer lugar, en el tratamiento, en la puesta en escena, en el punto de vista. También en ciertas imágenes, en el modo en que se organiza el relato.

“Vení acercate,
no tengas miedo,
que tengo el puño, 
ya ves, anclao
yo sólo quiero 
contarte un cuento,
de unos amores 
que he balconeao...”

El protagonista se dirige a alguien, ese alguien sabemos o presentimos que es una mujer. Lo primero que le dice, o, mejor dicho, le advierte, es que no tenga miedo, algo que se le dice a alguien que seguramente tiene razones para tener miedo. El hombre anuncia que sólo quiere contarle un cuento. Interesante. La estrategia del poema incluye un relato, es decir, un relato dentro del relato. El hombre va a contar un cuento y el cuento se inicia con la frase que titula al tango: “Dicen que dicen”. En el habla popular este giro se usa habitualmente para referirse a un rumor que circula sin saber a ciencia cierta su origen; o a un chisme viejo del que se han perdido las referencias puntuales... “dicen que dicen”.

Ya en la segunda estrofa se adelantan algunos indicios. El hombre habla de una mujer muy linda y muy tierna “como eras vos” que, curiosamente, “fue el orgullo de un mozo taura, de fondo bueno, como era yo”, una excelente imagen . Hasta el momento podemos presentir, pero no tenemos ninguna referencia certera, de que esa frase “como eras vos” o “ como era yo” que se repite en la siguiente estrofa con alguna pequeña modificación alude a él y a ella. Un oyente algo distraído le asiste el derecho a pensar que el hombre está hablando a una mujer, tal vez una amiga, una conocida y que, efectivamente, le está contando una historia, la historia, tal vez, de su propio fracaso.

Los personajes del tango suelen ser discretos con sus dolores, pero con una copas de más o cuando están muy dolidos no es descabellado que se desahoguen con el primero que se dispone a escucharlos. En el poema que nos ocupa, el hombre parece que por razones de pudor, atribuye su propia historia a otro, un recurso que el machismo en ciertas circunstancias autoriza a usar.

El relato avanza en pormenores, pero advertimos que siempre hay una referencia a su interlocutora: “Y bate el cuento que él la quería, con la fe misma que puse en vos”. Hasta que a mitad del poema, y luego de referirse a que la mujer se fue “prendida de otros amores perros”, y que el taura manso empezó a buscarla por cielo y tierra, ya no a la mina encantadora sino a la paica, se precipita el desenlace:

“Y cuando quiso justo el destino 
que la encontrara como aura a vos
prendió sus manos en el cogote, 
de aquella perra como hago yo”. 

En este punto descubrimos que la interlocutora ocasional es la esposa o la mujer del protagonista. Pero no sólo descubrimos eso, sino que además el autor nos transforma en testigos involuntarios de un crimen. En este “detalle” reside la absoluta originalidad de este poema. No es la primera vez que en un tango hay una muerte, pero es la primera vez que ésta no se anuncia, o cuando se anuncia es porque ya se ha cometido. El crimen esta vez no se produce al principio o al final, sino en la mitad del relato y todos los que participamos de él somos testigos.

En la grabación de Gardel la pausa en ese momento es breve, mientras que en la de Sosa es más marcada y, además, está puntuada por la música casi como si fuera un responso. Al reiniciarse el relato el interlocutor ha cambiado. Ahora el hombre se dirige a un vecino, la persona que seguramente se ha acercado alarmada al ver cómo el hombre está estrangulando a la mujer.

“Deje vecino, no llame a nadie, 
no tenga miedo estoy desarmao; 
yo sólo quise contarle un cuento, 
pero el encono, sabe, me ha traicionao...”

Es importante para interpretar el poema saber que la persona que aparece es un vecino, no una vecina, como dice Sosa con su costumbre de alterar en detalles las letras de los tangos. La diferencia no es menor . La presencia del vecino da cuenta de un tercer protagonista, un testigo, mientras que si decimos “vecina” puede ocurrir que el oyente suponga que esa vecina era la mujer con la que estaba hablando y que el protagonista enceguecido por el relato decidió ahorcarla porque la confundió con su ex mujer. Nunca está demás advertir que en los poemas hay que respetar la letra y ser muy cuidados en las alteraciones. En este caso el cambio de una vocal “vecino” por “vecina” puede dar lugar a una historia diferente transformando una tragedia en un vulgar dramón policial.

Manuel Adet, en El Litoral


De este tango, desgraciadamente, no poseo ninguna grabación en vivo aunque si tres de audio, realmente espectaculares, pertenecientes a tres grandes, como lo son CARLOS GARDEL (1930), JULIO SOSA y Francini Pontier (1950) y EDMUNDO RIVERO (1953).


Carlos Gardel




Julio Sosa y Francino Pontier



Edmundo Rivero

domingo, 19 de marzo de 2017

83 - IVETTE - (Adriana Varela / Sofía Bozán / Julio Sosa)

Ante la falta de documentación evidente debemos suponer que el tango IVETTE se compuso, o se dio a conocer, en el año 1918. La primera grabación es instrumental, realizada por la orquesta de Celestino Ferrer y data del 16 de agosto de ese año, disco Victor 72.161-A. 

La partitura que poseemos carece de fecha y pie de imprenta, se trata sólo de la música, sin letra; la carátula está fileteada y dice: «Ivette. Tango para piano por Costa-Roca»; no hay dedicatorias. En cambio, en la partitura con la letra de Pascual Contursi editada el 28 de febrero de 1919, constan los datos completos más la dedicatoria: «A Mlle. Ivette». Editada por Breyer Hermanos, Florida 414. Impreso en marzo de 1919; en la página interior el mismo texto, más los sellos personales de los autores, que se utilizan para control comercial. Se ve a la izquierda el sello de P. Contursi y a la derecha, sobre la leyenda «Música de Costa Roca», el sello de Augusto Berto

Para finalizar con este punto, quiero destacar que otras dos emisiones de esta obra, una en 1954 y otra en 1998, editadas por Ricordi Americana SAEC, mantienen los mismos preceptos que las anteriores. 

Tenemos conocimiento, que en los archivos de la firma Breyer Hermanos estuvo depositado un documento, fechado en 1918, donde se certifica que el señor Julio A. Roca, en representación del rubro Costa-Roca vende los derechos del tango “Ivette” al señor Augusto Berto, en la suma de cincuenta pesos. Otro documento emitido años después por la Sociedad de Autores y Compositores, avala la transacción con la condición que se sigan manteniendo los nombres de Costa-Roca como autores de la obra, puntualizando que deben separarse con un guión. Esto explica el porqué del sello de Augusto P. Berto en la partitura de 1919. 

¿Quiénes son Costa y Roca, autores de la música? Nos remitimos a las opiniones de distintos historiadores, que encontramos en nuestros archivos y las exponemos al juicio de nuestros lectores con la esperanza de poder esclarecer este enigma. 

José Gobello, en su libro Tango, un siglo de historia, de la Editorial Perfil, 1979. Pagina 594: «A Montevideo marchó Pascual Contursi, con su guitarra hacia 1914, y se quedó allí hasta 1917, cantando las letras que iba componiendo. De entonces deben ser los versos de “Ivette”, que era un tango para piano firmado por Costa y Roca, pero escrito seguramente por José Martinez, quien por entonces era pianista de un quinteto de Francisco Canaro que dragoneaba de orquesta». 

Orlando del Greco, en Carlos Gardel y los autores de sus canciones, Akian Ediciones (1990), comenta al final de la semblanza del director: «Augusto P. Berto reclamó como suyo a “Ivette”, uno de los primeros tangos que grabó Gardel, y que eran los apellidos de dos señores a quienes dedicó el tango». 

Gaspar Astarita, en su libro Pascual Contursi. Vida y obra, Edición La Campana, Buenos Aires 1981, hace una interesante biografía que dedicó a su coterráneo Pascual Contursi, donde reproduce la letra del tango “Ivette”, señalando que la música es de Enrique Costa y Julio Roca y la letra de Pascual Contursi. Luego agrega un comentario de Adolfo Sierra: «En la Confitería de Medrano y Rivadavia se reunía con gente de turf, músicos y amigos. Ahí compuso con José Martinez el tango “Ivette”, que firmaron Costa y Roca, los dueños del local, a quienes los autores pagaban con el obsequio viejas deudas de juego y de copas». No obstante esta afirmación de Sierra, lo cierto es que la mencionada confitería era propiedad de los señores Felman y Rodríguez Acal, fundadores del negocio en 1884, que luego reformaron en 1920. Conforme nos informa el diario La Nación, de fecha 21 de septiembre de 1984, en su columna titulada Cien años atrás. 

Miguel Ángel Morena en su Historia artística de Carlos Gardel, Ediciones Corregidor, 1985, anuncia que el tango “Ivette” fue grabado por Carlos Gardel en 1920. Efectuó dos tomas: matrices 226 y 226/1. Como autores, nombra a Enrique Costa, Julio A. Roca y Pascual Contursi. 

Fernando O. Assuncao, en el El tango y sus circunstancias 1880-1920, Librería El Ateneo, 1984, dice del rubro Costa-Roca, que Costa es Emiliano Costa, que en 1915, formó trío con Manuel Aróztegui y Osvaldo Fresedo. No dice qué instrumento tocaba. 

Por otra parte, tenemos en nuestro archivo una partitura del tango “Un pedido” compuesto por Julio A. Roca, y dedicado «A mi buen amigo Edmundo Vincelot (hijo)», en cuya tapa dice: el autor compuso también el tango “Ivette” y el vals “Frack Fiori”. Además se ve un palco donde un cuarteto compuesto por piano, flauta, bandoneón y violín, están ejecutando el tango “Ivette”, según reza en un letrero aplicado en la parte exterior de la balaustrada de este compartimento. 

En cuanto a este señor Julio A. Roca, no sabemos si se trataba del hijo del ex presidente Julio Argentino Roca, de un homónimo o de un nombre fantasía. 

Nuestro amigo, el gran bandoneonista Chula Clausi, asegura que el tango es de José Martínez, que se lo regaló a Julio A. Roca, hijo del ex presidente y que luego, este lo vendió a Berto. 

El hijo del general Roca se llamaba igual que su padre y fue el que firmó con Inglaterra el Tratado Roca-Runciman. Se comenta que era un dandy, un bohemio que frecuentaba la noche porteña y un buen bailarín de tango. Como si todo esto fuera poco, tenía un cuñado de apellido Costa y otro, muy vinculado a la fábula tanguera, el barón Demarchi. 

No obstante las dificultades propias del tiempo transcurrido, nuestra investigación develó algunos aspectos del enigma y hoy podemos decir que, pese a que no se sabe a ciencia cierta quien era Julio A. Roca, este señor estuvo involucrado con la obra, hasta tal punto de tener facultad para venderla. También, descubrimos que los señores Costa-Roca nunca fueron dueños del referido local de Medrano y Rivadavia. Respecto a la intervención del inspirado compositor José Martínez, no descartamos la afirmación de Clausi, pero no la podemos demostrar. 

Mi agradecimiento a Emilio Zamboni y a todotango.com por este artículo. 

Les ofrezco la interpretación en vivo de este tango en la personalísima voz de ADRIANA VARELA. También la realizada por SOFÍA BOZAN para la película de 1940, "Carnaval de antaño". Por último les dejo la grabación de audio que grabara JULIO SOSA en el año 1962.


Adriana Varela




Sofía Bozán




Julio Sosa




lunes, 6 de marzo de 2017

70 - AL MUNDO LE FALTA UN TORNILLO - (Tabaré Leyton / Hugo del Carril / Julio Sosa / Carlos Gardel)

AL MUNDO LE FALTA UN TORNILLO es un tango argentino-uruguayo compuesto por José María Aguilar Porrás con letra de Enrique Cadícamo en 1932. Fue grabado por Carlos Gardel para el sello Odeón, y unas de las versiones más reconocidas es la de Julio Sosa, grabada en 1957 para RCA Víctor con la orquesta de Armando Portier. Los versos aluden a la crísis de la década de 1930, con un formato de precoz canción de protesta y la ineludible apelación al lunfardo. 

José M. Aguilar, autor de la música, fue uno de los tres sobrevivientes que iban con Gardel, cuando el accidente de Medellín. La expresión tiene sólo un toque lunfardesco, pues es de origen español. En efecto, "tener flojos los tornillos" o "faltarle a uno un tornillo" son dos frases figuradas y familiares, según el Diccionario de la lengua española. 

Significa, asimismo, 'fuga' o 'deserción', como voz familiar, conforme a otras fuentes, Irse' equivale a 'enloquecer', en consecuencia. ¿Acaso no resulta esto de los versos de Horacio Ferrer? en "Balada para un loco" leemos o escuchamos: "Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...". Esta palabra fue derivada de espiantado, que significa 'chiflado', por traducción del castellano "ido", 'falto de juicio'. Señalo que piantar viene del italiano piantare, en algunas acepciones con similitud con lo que anoto aquí. 

No consideraré el tema con detalles, muy interesantes por cierto, pero sí estimo que debo limitarme específicamente al tango "Al Mundo le Falta un Tornillo". Esta frase, para los españoles ha significado 'tener poco seso'; para los argentinos, quiere decir, derechamente, 'estar loco'. Así, es una frase lunfarda, por adopción y con tal modificación impuesta por el uso, sin eufemismo. Y tiene innúmeras equivalencias, como andar mal de la azotea, tener gente o pájaros en el altillo, estar rayado o -como puntualizamos- estar piantao o piantado, o andar mal de la perilla o tener flojas las chapas y muchas más. Aquí, entre nosotros, como en otros países, existe un lenguaje por señas: el índice que se hace girar a un lado y a otro en una sien alude al tornillo. Más todavía, este vocable pasó a Hispanoamérica y se diversificó su significado. "Tornillo" es 'frío intenso'; pedir, en México, un tornillo de pulque es referirse a un litro de esa bebida; y en Cuba, es una danza en que un hombre hace girar a una compañera a la izquierda y a otra compañera a la derecha. 

¿Por qué existe la diversidad? Porque desde que se escuchó la primera palabra española en América ("¡Tierra!"), con el tiempo se fueron constituyendo literaturas e idiomas diferentes a los de origen; lenguas distintas, que se enriquecieron con indigenismos e italianismos, entre otros. 

Muy extendida se halla además la frase figurada "apretar los tornillos", que es un modo de corregir, de generar la reflexión y el buen sentido. Y es la invocación final que hace el letrista, al escribir: 


 "Al mundo le falta un tornillo, 
que venga un mecánico...
pa' ver ...si lo puede arreglar". 

Resultaría desacertado atribuir un propósito filosófico o sociológico a los letristas del tango, o calificar a la letrística tanguera de literatura comprometida o social, o insistir en que se trata del libro de quejas del arrabal. 

Todo esto es producto de la heurística, una invención pseudo intelectual, de un intento de manipulación del tango. ¿Por qué no se lo contaron al malevaje, a los trabajadores del puerto, a las obreras de las fábricas...? 

El tango es así, no más. Azúcar, pimienta y sal. Espontáneo, informal, serio -como lo apuntara en un refile tangencial Roberto Cortina Bazán-. Cuenta historias individuales, refleja realidades, hechos de infrahistoria. Yo no creo que los músicos y los letristas se propusieran asumir actitudes contestatarias o de rebeldía. Creo que le tango fue y será siempre conformista, rebelde, romántico, sentimental, canyengue, reo y muchas cosas más, con enorme variedad de contenidos. como dijo Discépolo, no le gusta la cárcel, porque no se somete a reglas, no porque tenga origen delictivo. Esto último es otro de los mitos del tango. 

Hay una clase de letras que tienen comunes denominadores, como "Cambalache", "¿Qué sapa señor?", "¿Dónde hay un mango?", el grotesco "¡Y a mí qué!" y el tema que ahora nos ocupa, en el que 


"Todo el mundo está en la estufa, 
triste, amargo, sin garufa, 
neurasténico y cortao...". 

Estar en la estufa quiere decir estufado, 'fastidiado'; en el italiano stufare tiene la misma semántica, pero igualmente significa 'aburrido'.  

"Triste, amargo, sin garufa", expresa asimismo 'disgusto' e 'imposibilidad de diversión y esparcimiento'. Cortao es 'falto de dinero', que es lo mismo que andar pato, ciego, de la cuarta al pértigo, sin luz, seco o forfái y en pampa y la vía. Y, para redondear la mishiadura, dibuja la figura de las historietas, donde la gente aparece flaca, fané y descangayada, esto es, desgastada y venida a menos, ajustándose el cinturón cuando "el ragú faja a la mersa/ y el mondongo está de araca". 

Es claro que, en la letra de "Al mundo le falta un tornillo" no se trata del mondongo sino del puchero; y por eso escribió don Enrique: 


"Hoy no hay guita ni de asalto 
y el puchero está tan alto 
que hay que usar el trampolín... 
Si habrá crisis, bronca y hambre 
que el que compra diez de fiambre 
hoy se morfa hasta el piolín." 

 Para terminar, algunos otros versos: 


"La creación anda a las piñas 
y de pura arrebatiña 
apolilla sin colchón". 

"Arrebatiña" no es un lunfardismo; quiere significar que la gente desea tomar cosas que son disputadas por todos o por muchos. Al grito de "sírvanse que son pasteles", por ejemplo, podría producirse una arrebatiña de órdago, o flor y truco.

AL MUNDO LE FALTA UN TORNILLO
Música: José María Aguilar
Letra: Enrique Cadícamo

Todo el mundo está en la estufa,
Triste, amargao y sin garufa,
neurasténico y cortao...
Se acabaron los robustos,
si hasta yo, que daba gusto,
¡cuatro kilos he bajao!
Hoy no hay guita ni de asalto
y el puchero está tan alto
que hay que usar el trampolín.
Si habrá crisis, bronca y hambre,
que el que compra diez de fiambre
hoy se morfa hasta el piolín.

Hoy se vive de prepo
y se duerme apurao.
Y la chiva hasta a Cristo
se la han afeitao...
Hoy se lleva a empeñar
al amigo más fiel,
nadie invita a morfar...
todo el mundo en el riel.
Al mundo le falta un tornillo
que venga un mecánico...
¿Pa' qué, che viejo?
Pa' ver si lo puede arreglar.

¿Qué sucede?... ¡mama mía!
Se cayó la estantería
o San Pedro abrió el portón.
La creación anda a las piñas
y de pura arrebatiña
apoliya sin colchón.
El ladrón es hoy decente
a la fuerza se ha hecho gente,
va no encuentra a quién robar.
Y el honrao se ha vuelto chorro
porque en su fiebre de ahorro
él se “afana” por guardar.
Al mundo le falta un tornillo,
que venga un mecánico.
pa' ver si lo puede arreglar.


Veamos en primer lugar la interpretación en vivo de TABARE LEYTON, joven cantante de tango, compositor y murguista uruguayo; perteneciente al neotango. Después les de jo la de HUGO DEL CARRIL, en una grabación en directo de audio realizada en Cuba en 1941. Seguiremos con la de JULIO SOSA, grabación para disco y terminamos con la de CARLOS GARDEL en el disco grabado el 22-02-1933. Guitarras; Petorossi, Barbieri, Riverol y Vivas.



Tabaré Leyton




Hugo del Carril




Julio Sosa




Carlos Gardel