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sábado, 17 de junio de 2017

172 - PROHIBIDO - (Alfredo de Angelis y Oscar Larroca/ Francisco Canaro y Mario Alonso / Leo Marini)

En el tango están descritas muchas historias que le acaecieron a poetas, o vivencias que presenciaron, o que les fueron trasladadas y narradas por los verdaderos protagonistas. PROHIBIDO es el título de un tango, que en sus versos describe la desafortunada peripecia amorosa de uno de sus autores, sumada al desgarro posterior. Y no precisamente del autor de los versos.

Manuel Sucher compuso este tango en 1953, con Carlos Bahr y se transformó inmediatamente en un suceso aunque no ostente grandes calidades musicales ni poéticas. Estuvo de moda largo tiempo y lo grabaron De Ángelis con Oscar Larroca, que seguía en la cresta de la ola, Canaro con Arenas, Alberto Podestá con guitarras y hasta lo cantaron intérpretes de otros lares en tiempo de bolero o balada. Tengo una muy buena versión de Héctor Palacios, cantándolo como bolero.

La historia que narra en sus versos es tremendamente real y lo peor es que le sucedió a un hombre como Sucher que hizo de su vida un canto a la bohemia, a los amores fáciles y difíciles, a las buenas comidas, la elegancia y una interminable propensión a la broma.

Los afligidos versos, le fueron narrados por Manolo Sucher a su amigo y colaborador, el vate Carlos Bahr, que dió cumplida tarea al infortunio amoroso que le narraba el músico. En este caso no se trataba de un amor de rutina sino de algo excepcional. El hombre se había enamorado de la mujer equivocada , prohibida, y lo peor es que ella le correspondía. Pero estaba casada y ella no quería separarse. Sucher no pudo olvidar nunca a esa mujer, con la cual se agarró un metejón tremendo, aunque se vieron un par de veces más, pero ella cortó de raíz los posibles futuros encuentros, para evitar males mayores.

Lo conocí a Manolo y he tomado café con él en algunas oportunidades. Incluso nos invitó a una comilona a su casa a un amigo común, más el poeta Julio Camilloni y yo, que era el jovencito de la barra. Sucher era así, gracioso, dispendioso, elegante para vestir y nada austero a la hora de hincar el diente. Vivía cerca de Plaza Italia y pasamos una velada divertida porque el hombre era inagotable.

Había nacido en Rosario, estudió violín y terminó siendo pianista. Formó una orquesta con Félix Lipesker y se trasladó a Buenos Aires a comienzos de los años treinta. En general se dedicó a acompañar a cantores de ambos sexos, tuvo orquesta propia en dupla con el cantor Mario Landi, pero no se sentía nada cómodo con la obligación de salir a buscar contratos o cumplir horarios, ensayos y actuaciones.

Era un bon vivant, a la manera de un Cobián, D´'Agostino o Cadícamo, y como compositor logró embocar varios temas que le permitieron holgazanear de día, hacer el amor por las tardes, salir de noche y terminar en la madrugada a toda orquesta con una dama o una cena bien regada. Eso sí, de buen humor permanente y sin dejarse los pelos en las gateras. Huyendo de los compromisos serios. Salvo en aquella oportunidad de marras. 

Entre los temas que compuso figuran algunos como Qué me importa tu pasado, Muriéndome de amor, Como el hornero, En carne propia, Carta para René, Jamás lo vas a saber, Seis días, Dónde estás, Precio, Una cita con el tango, Dame mi libertad, Nada más que un corazón, Noche de locura, Decime Dios dónde estás, con diversos letristas. Incluso realizó el bolero Quiero huir de mí, con el exitoso mexicano Roberto Cantoral.

No quería compromisos y cuando lo quiso, el destino lo impidió. Entonces siguió comiendo, libando y dándole cuerda a sus deseos sexuales. Así murió, en su ley. Depués de una cena con tutti li fiocchi, una dama acompañante y el acto sexual a continuación. Allí su corazón se plantó, y tenía 58 años.

En su tumba, en el Cementerio judío de La Tablada están escritas en la lápida, algunas estrofas del tango que narra su única derrota amorosa: Prohibido.

La vida es un tango.

José María Otero en "Tangos al bardo"

Les dejo, en primer lugar, la maravillosa interpretación, antes referida, de ALFREDO DE ANGELIS y su Orquesta Típica, con la participación en la voz de OSCAR LARROCA, hace que, sin duda, éste sea uno de esos tangos que inmediatamente invitan a bailar, pero aquellos que no lo bailen y solo lo escuchen tendrán la oportunidad de pensar en la profunda y confesional letra que le dotó la pluma de Carlos Bahr. A continuación no deben perderse la interpretación que registrara MARIO ALONSO junto con FRANCISCO CANARO. Por último les dejo, en tiempo de bolero, la versión de uno de los grandes representantes del genero LEO MARINI sin tener, en su Argentina natal, el reconocimiento que si lo tiene en muchos países Americanos.



Alfredo de Angelis y Oscar Larroca




Francisco Canaro y Mario Alonso




Leo Marini