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viernes, 4 de enero de 2019

300 - TRIUNFAL - (Aníbal Troilo / Astor Piazzola / Osvaldo Fresedo)

TRIUNFAL fue un tango decisivo en la carrera, hacia la admiración mundial, de Ástor Piazzolla. Y lo fue porque lo tocó en un piano de París en circunstancias vitales. Había viajado a Francia en un barco, Coracero, junto a su esposa Dedé, aprovechando la beca que había ganado para estudiar con la célebre Nadia Boulanger. Sin embargo, una vez allí, prefirió pagarse los estudios de su bolsillo, pero para ser aceptado, debía presentar una composición que sirviera para demostrar sus cualidades.

Llevaba una recomendación de Alberto Ginastera, que ella aceptó con gusto, y luego, Ástor le entregó su Sinfonietta. Nadia se sienta al órgano, la toca y lo acepta como alumno, previniéndole que el aspecto que tiene que mejorar, es la composición. Las clases se daban de ocho de la mañana hasta las doce de la noche, con breves descansos y tenía unos treinta alumnos de distintas procedencias.

Piazzolla tomaba tres clases por semana "que eran enormemente interesantes", decía en una carta a Horacio Ferrer. Yo le llevo mis deberes que incluyen hasta sesenta y cuatro variaciones de un mismo tema. De veras que me esfuerzo lo indecible para hacerlos todos bien y todos claramente distintos. No obstante lo cual, ella, comiendo masas y tomando té junto a uno de sus pianos y de una sola leída, me señala las tres, cuatro o seis soluciones que se parecen entre sí. ¡Un fenómeno!

-Le agrada, sobremanera, dedicar la última media hora de cada clase a conversar sobre cuestiones muy diversas -siempre en inglés-. Habla con gran pausa, sorprendente lucidez y madurez aleccionadora. Su mayor insistencia está destinada a sostener que la sinceridad es la virtud capital de un compositor. esto es, que no se debe estrenar o publicar cuando no se está completamente conforme con la obra.
-"Una obra es un hijo del compositor - afirma Nadia-, hay que querer mucho a la propia obra". A mí me emociona oírla.

Dedé estudia pinturas con un conocido maestro y los fines de semana, que tienen libres, los dedican a recorrer El Louvre, o la misa domincal, donde Olivier Messien toca el órgano. Y así van pasando los días hasta la penúltima clase con Madame Boulanger. Piazzolla no ha dicho aún nada sobre su larga carrera dentro de la música popular, sobre todo por el posible rechazo que pueda sentir ella sobre la música de tango y su particular contenido.

Pero , sin embargo, ese día decisivo, Piazzolla se sienta al piano y toca su tango Triunfal. Al terminar, ante su sorpresa, ella le pide que lo repita. Y luego, una tercera vez.

-Me ha hecho vibrar, Piazzolla, jamás yo había oído tango. Al menos, con atención. Pero éste, el suyo, es música nueva y sincera y lógica. Y totalmente al margen del mundo que trafica con el arte. Tiene valor paralelo a muchas de las cosas que hacen Chaves y Villalobos. Su Triunfal es nada menos que auténtico. Siga, ¡siga en ésto! Profundamente. Haga como Ravel: ¿o usted no cree acaso, que Bartok o que Stravinsky no son, en esencia, música popular? ¿No es la música de De Falla hermosa y popular? Pero para ello es necesario ser artista y tener, como usted, la gracia de Dios...

Ástor se despide, emocionado y Nadia Insiste: "Sea sincero... No escriba por escribir."

Podría decirse sin errarle, que desde ese día nace el definitivo músico que crea páginas maravillosas y que en el futuro tocarán las orquestas sinfónicas de distintos países del mundo.

Desde aquel Triunfal, que escribiera en 1953, y que continuara a otros temas rompedores como Prepárense y Para lucirse, la vida musical de Ástor Piazzolla, cambiaría para siempre. Y repetirlo en el ordenador otra vez, nos conduce a aquella anécdota de Nadia Boulanger, cuando se lo escuchó a Ástor en el piano.

Hoy lo traigo por la orquesta de ANÍBAL TROILO, en su grabación de 1953.

José María Otero en "Tangos al bardo".

A ellas, añado yo, como no podía ser de otra manera, una versión de su propio autor: ASTOR PIAZZOLA. También la de la orquesta de OSVALDO FRESEDO, que data de 1953, mismo año que la de "Pichuco".


Aníbal Troilo




Astor Piazzolla




Osvaldo Fresedo


jueves, 3 de enero de 2019

298 - LA ÚLTIMA - (Aníbal Troilo y Angel Cárdenas / Jorge Durán y Armando Pontier / Rodolfo Lesica y Alberto di Paulo)

LA ÚLTIMA es un tango que supo hacer camino allá por 1957 en los rieles del tango, que no atravesaba su mejor momento, pero seguía despachando éxitos perdurables para la historia del género. Tuve la suerte de tratar mucho con el poeta que fraguó el mismo, Julio Camilloni, prolífico autor, humilde vate del barrio de Boedo que se ganaba la vida vendiendo productos para talabartería, fábricas de maletines, valijas y demás.

Ambos disfrutamos de la amistad de Alfredo Gobbi y Camilloni estableció una fructífera sociedad autoral con Antonio Blanco, el fiel segundo violín de la orquesta de Gobbi. Juntos construyeron temas como Predestinada, Pichuco está tocando, Candombe blanco, Balance sentimental, Amanecía, Ya lo sabe todo el mundo, Barquitos de papel, Al mismo Dios, Estás en mi corazón, La invitada, Amigo sol y este hermoso tango del título que hizo historia, en 1957, especialmente en la versión de Aníbal Troilo con la voz de Ángel Cárdenas. Toda una gran creación.

Camilloni, con su pincel poético, nos cuenta la historia del hombre que, franqueada la valla que separa la juventud de la madurez, encuentra a esa mujer después de varios cataclismos sentimentales, penetrado de ansias, descubriendo otra vez las sensaciones del amor, que parecían desterradas de su espíritu. Aunque sabe, por experiencia, que lo efímero es lo que distingue a la condición humana, se aferra a ese encuentro, a esta nueva oportunidad. Y Camilloni desnuda la pasión y la esperanza del hombre que quiere encontrar en la mujer a la pareja definitiva.

Ya no puedo equivocarme, sos la última en mi vida,
y es la última moneda que me queda por jugar.
Si no gano tu cariño la daré por bien perdida
ya que nunca más la vida me permitirá ganar...

... Pero si la mala suerte me acomoda el cachetazo
con que siempre está amagando para hacerme fracasar,
no podré sobreponerme a este último fracaso
y yo seré como un grillo, muerto al pie de tu rosal.


La propia respiración existencial, la vida y sus fracasos, la ilusión compartida como última chance, nos sumerge en imágenes que reflejan las aristas astilladas de los dos amantes que intentan cicatrizar sus heridas en esta unión final y definitiva. Deshecha de sujeciones, la historia hunde sus raíces en esas dos personas mayores que buscan dejar atrás el óxido de lo cotidiano, y la efusión sentimental es la esperanza de la última moneda que les queda por jugar. Hermosa pintura de Camilloni a la que Antonio Blanco le ajusta su música definitiva.

José María Otero en "Tangos al bardo".

Escuchemos las versiones de, en primer lugar, ANÍBAL TROILO y ANGEL CÁRDENAS, para continuar con la de JORGE DURÁN con la orquesta de ARMANDO PONTIER. Para finalizar, les dejo también la versión de RODOLFO LESICA y ALBERTO DI PAULO.

A disfrutar!!!


Aníbal Troilo y Angel Cárdenas




Jorge Durán y la Orquesta de Armando Pontier




Rodolfo Lesica y Alberto di Paulo



miércoles, 2 de enero de 2019

297 - TANGO Y COPAS - (Aníbal Troilo y Alberto Marino / Miguel Caló y Raúl Iriarte / Libertad Lamarque / Reynaldo Martín)

TANGO Y COPAS de Carlos Bahr y Héctor María Artola, que fuera un éxito en la versión de Troilo-Marino, es de los que nos invitan a resaltar los valores de la música nacida en Buenos Aires que hoy reina en todo el mundo, como vaticinara en su día Manuel Romero, Bahr lo pinta así:

La nostalgia pide copas
y las copas piden tangos.
Venga un tango rezongón,
una copa y la emoción
de evocar al viejo amor.

Esto último sucede en todos los aspectos de la vida, pero en nuestro ambiente tanguero, la música de primera para mover los remos, no te da tiempo a pensar en batallas perdidas y sólo te invita a disfrutar el presente. Porque, qué mejor manera de apurar la noche, que bailar en una hermosa pista de madera lustrada, con todos los chiches y unas orquestas de órdago que empujan que da calambre...

Emoción de copa y tango
que se enreda en los sentidos...

El tango crece, se expande, inunda los recintos de noctámbulos deseosos de pasar una ardiente velada sin pensar nada más que en aliarse con la pareja perfecta para despuntar la fiebre milonguera. Y recordándolo, me doy el garbeo sabatino por pistas lontanas...

José María Otero en "Tangos al bardo".

Escuchemos, en primer lugar, este tango, en la versión citada de ANÍBAL TROILO y ALBERTO MARINO, que por cierto no es que fuera solo la primera canción que en cantante grabara con el gran Pichuco, sino que fue también el primer tango que cantó en publico en su debut con su orquesta, haciéndolo de manera soberbia pues, la verdad, es un tango bastante difícil de cantar. En segundo lugar les dejo la versión grabada en 1943 por la dupla formada por MIGUEL CALÓ y RAÚL IRIARTE. En tercer lugar les dejo ver una preciosa versión , en vivo, de LIBERTAD LAMARQUE en la película de 1949, "La dama del velo" y por último podremos escuchar una hermosa versión interpretada por el "alemancito" REYNALDO MARTÍN.


Aníbal Troilo y Alberto Marino




Miguel Calo y Raul Iriarte




Libertad Lamarque




Reynaldo Martín

martes, 25 de diciembre de 2018

288 - TAPERA - (Aldo Campoamor y Astor Piazzola / Aníbal Troilo y Edmundo Rivero / Alejandro Avalos)

TAPERA, hermoso tango, es un acuarela de Homero Manzi, con brochazos paisajísticos y humanos, recordando su nacimiento y primera niñez en un pueblo de Santiago del Estero, llamado Añatuya, Allí había nacido el 1 de noviembre de 1905 en la estancia "13" de dicho pueblo. Su padre, Luis Manzione, tenía ese lugar un pequeño campo y en 1905 decidió trasladarse a Buenos Aires con su mujer, Ángela Prestera y sus ocho hijos. Homero recordaba en su poema Añatuya, aquellos días y lugares de su infancia:


Añatuya es un lugar
que jamás podré olvidar.
Porque al fin es Aña... mía...
Tras un verde ventanal
junto al mismo algarrobal
conocí la luz del día.


La palabra Tapera, provine del guaraní: Taperé que significa: Casa abandonada. En el campo argentino siempre fue muy común divisar ranchos o habitaciones abandonadas que los peones rurales que buscaban changas en sembrados o cosechas, utilizaban para descansar mientras iban de un lado a otro con su pequeño bagayo al hombro.

Homero volvió algunas veces a Añatuya y le impresionó fuertemente aquella llanura de clima subtropical, árboles centenarios -quebracho, lapacho, algarrobos, espinillos, chañares...-, y escasos pobladores distribuídos en una provincia grande, donde su capital es la más habitada. Se había convertido en un porteño más y de hecho su pluma fecundó grandes páginas del acerbo popular.

En este tango que musicalizaría el violinista y cantor Hugo Gutiérrez, Homero deja volar su imaginación y va dibujando el pueblo donde vió la luz por vez primera, y la tapera, esos ranchos abandonados por doquier, llaman tanto su atención que los traslada al verso con su sabia paleta poética.


Al fin, un rancho más que se deja,
total, porque no ha vuelto la prenda;
allí, donde se muere una senda;
allí, donde los pastos se quejan 
y el viento se aleja
silbando un dolor.
Total, otra cocina sin brasas
y un gaucho que pasa
sin rumbo ni amor...


Con sus padres vivíeron inicialmente en una casa de Boedo y Garay, en la metrópoli porteña, y no tuvo reparos en confesarse como era entonces: "Un provinciano otario que quedaba con la boca abierta delante de un tranvía". Estaría internado como pupilo en el Colegio Luppi, de Centenera y Esquiú, ubicado en el barrio de Nueva Pompeya, cerca de las vías del tren que evocaría en tangos magistrales, con aquellas inundaciones, luz de almacenes, casitas bajas, el farol titilando en la barrera...


Volvería a la casa de Boedo, al terminar la primaria y en un viaje de regreso a Añatuya, encuentra los motivos para volcarlos en este delicioso tango. La nostalgia juega su parte y alborota los recuerdos infantiles del niño creciendo en el campo.


Roldanita de mi pozo
que cantaba su alborozo
ya no habrás de cantar nunca más.
Sombra fresca del alero
donde estaban los jilgueros,
los jilgueros que hoy no están. 
Brillazón de mis trigales
que mancharon los cardales 
cuando un día comencé a penar,
cuando entraron los abrojos
a morder en mis rastrojos y me eché a rodar.


El hombre de la ciudad. el político, el profesor de Literatura y Castellano en los Colegios Nacionales Mariano Moreno y Domingo Faustino Sarmiento, el que fue expulsado por sus ideas políticas de la Facultad de Derecho, el que participó con Arturo Jauretche en aquellas luchas estudiantiles, el que integró la lista de fundadores de F.O.R.J.A (Fuerza de Organización Radical de la Joven Argentina), opuesta a la dirección del conservador Marcelo T. de Alvear en la Unión Cívica Radical... El que peleaba por una Argentina libre y pacífica, volvía a su lugar de nacimiento y describía así aquellos pueblos del interior despoblados:


Se fué, dirá la gente del pago;
se fue, tal vez detrás de otro sueño...
Al fin, otro ranchito sin dueño;
al fin, otra tapera tirada
sin tropa ni aguada
sin gente ni Dios.
Total, otro fogón desdichado,
que un alma ha dejado
sin fuego ni amor.


Recuerdo que en una oportunidad que yo estaba en Lima, capital del Perú, coincidí en un boliche tanguero (El Rincón de Pipo), con Alberto Fontán Luna, que había cantado en la primera orquesta de Piazzolla. Intentamos sacar con el pianista y un fueye este tango, pero Fontán Luna me recordó que lo había grabado Aldo Campoamor con Piazzolla y no recordaba entonces la letra, que fui memorizando para que pudiera interpretarla.

José María Otero en "Tangos al bardo".

Escuchemos las versiones, de ALDO CAMPOAMOR con ASTOR PIAZZOLA y la de ANÍBAL TROILO con EDMUNDO RIVERO, que fue registrada el 24 de octubre de 1947 y que es toda una joyita. También una mucho más moderna la de ALEJANDRO AVALOS, cantor que luego de transitar por diferentes géneros musicales, descubre en el tango una música y una poesía que lo seducen, siendo el maestro Alberto Pelizzari quien lo invitaría a dar sus primeros pasos en su Orquesta donde se formó como cantor del género.


Aldo Campoamor y Astor Piazzola




Aníbal Troilo y Edmundo Rivero




Alejandro Avalos

lunes, 17 de diciembre de 2018

286 - NINGUNA - (Angel D'Agostino y Angel Vargas / Aníbal Troilo y Roberto Rufino / Edmundo Rivero)

Soy fan de toda la obra de Homero Manzi relacionada con el tango y creo que vale la pena repasarla una y otra vez, por la belleza de los versos que nutrieron esas páginas. Hoy me enfrasco en el recuerdo de NINGUNA, que es toda una pintura detallada en la memoria del amor esfumado. Yo lo veo como una caricia reflexiva y exquisita, sin rencor. Y viene envuelta en un territorio de musicalidad profunda e intensa.

Franz Liszt decía que "La música es el corazón de la vida. Por ella habla el amor, sin ella no hay bien posible y con ella todo es hermoso". Y viene a cuento porque el pianista y compositor Raúl Bernardo Fernández Siro, que acompañó a cantantes varios y ocupó la banqueta del piano en la orquesta de Juan de Dios Filiberto, fue quien musicalizó con mucho acierto el poema de Manzi, con austeridad, convirtiendo las lágrimas en canto.

Todo se puebla de sombras y fantasmas desde que el poeta traduce primero el sentido y luego busca el sonido. Capta y nos señala el momento decisivo, cuando le abre la puerta al amor y a la enamorada. Es como la obertura de la obra teatral. Los personajes ya están inmersos en esos vaivenes sentimentales, cimentados en los afanes, venturas y deseos. Y el abrirnos esa puerta a su intimidad, nos acerca a cierto locus de la nostalgia.


Esta puerta se abrió para tu paso
este piano tembló con tu canción, 
esta mesa, este espejo y estos cuadros
guardan ecos del eco de tu voz.
Es tan triste vivir entre recuerdos
cansa tanto escuchar este rumor
de la lluvia sutil que llora el tiempo
sobre aquello que quiso el corazón.


La celebrada fertilidad del artista sin sosiego, con su metejón, moldeando la tensión y el tiempo con maravillosa naturalidad poética, nos sumerge en su mundo, que es el nuestro, al escucharlo y leerlo. Él dijo alguna vez: "Los temas de mis canciones son siempre recuerdos personales. Me resulta difícil escribir fantasiosamente. No tengo ese don". Y en sus obras reconstruye maravillosamente el clima, las percepciones iniciales, el fervor de lo vivido. Irradia pulsaciones de una manera constante. Nos obliga a imaginar la situación y a la destinataria de su verso.


No habrá ninguna igual, no habrá ninguna,
ninguna con tu piel ni con tu voz.
Tu piel, magnolia que mojó la luna;
tu voz, murmullo que entibió el amor...
No habrá ninguna igual...Todas murieron
en el momento que dijiste adiós.


Emociona el hecho de que pueda recordarla sin el recurso habitual de la tosquedad y la aspereza de la memoria amorosa. Nos detalla la minuciosidad de las cosas que uno ha acariciado, el acople natural de la pasión. Esa elegancia tan manziana enfrenta al lector-oyente a la complejidad de lo cotidiano. No hay amor sin dolor. Vívida la historia y clara la pena. Los pasionales momentos transcurridos en ese ámbito, traspasada la puerta, se han desvanecido en la nada. Pero Manzi vuelve a darles vida.


Cuando quiero alejarme del pasado
"Es inútil", me dice el corazón.
ese piano, esa mesa y esos cuadros
guardan ecos del eco de tu voz.
En un álbum azul están los versos
que tu ausencia cubrió de soledad...
es la triste ceniza del recuerdo,
nada más que ceniza... Nada más...


Los versos finales nos dejan sin aliento. ¡Quién no vivió un momento así o parecido! Claro que evocarlo con las palabras de Manzi no está al alcance de cualquiera,. Ni siquiera ese amor que sigue latiendo en su interior, con toda la tristeza del final.

Hay varias versiones notables de este tango. Creo que las de ANGEL D'AGOSTINO y ANGEL VARGAS del 3 de diciembre de 1942, y la de ANIBAL TROILO y ROBERTO RUFINO del 24 de abril de ese mismo año, representan muy bien con su interpretación, la poesía de Manzi y la música de Fernández Siro.

José María Otero en "Tangos al bardo".

A las versiones que ha elegido, muy acertadamente, José María Otero, quiero añadir una que me parece también magnífica y no es otra que la de EDMUNDO RIVERO.


Angel D'Agostino y Angel Vargas




Aníbal Troilo y Roberto Rufino




Edmundo Rivero








viernes, 14 de diciembre de 2018

283 - TE LLAMAN MALEVO - ( Aníbal Troilo y Angel Cárdenas / Nelly Omar / Rubén Juárez)

La letra de TE LLAMAN MALEVO pertenece a Homero Expósito y la música a Aníbal Troilo. El tango fue estrenado el 10 de julio de 1957. Se dice que Troilo en esos años andaba algo fastidiado con los Expósito. La leyenda asegura que el célebre Pichuco nunca les perdonó a los Expósito que fueran primos y en algunas ocasiones cómplices musicales de Billy Cafaro.

Se habla de unas noches de carnaval en el barrio porteño de Mataderos; de la animación de Pinky y Raúl Lavié y de una multitud esperando ansiosa ingresar al club, hasta el momento en que Troilo descubre que ese público insólitamente joven no asistió para escucharlo a él y a su orquesta, sino al patético y desgarbado Billy Cafaro. La leyenda circula, pero como toda leyenda nunca ha sido certificada, algo previsible por otra parte, ya que incidentes de este tipo raramente quedan documentados. Un historiador severo y exigente diría que Billy Cafaro vivió su cuarto de hora a principios de los sesenta y para esa fecha “Te llaman malevo”, ya estaba escrito y estrenado hacía por lo menos tres años.

Lo que parece ser cierto es que el tango se escribió a pedido. Unos amigos le dijeron a Troilo que se decida de una buena vez a componer algo con Expósito para que no le ocurra lo mismo que con Discépolo, quienes en innumerables ocasiones se comprometieron a hacer algo juntos y jamás lograron concretarlo. Lo cierto es que llegó el día en que se pusieron de acuerdo y en poco tiempo el tango ganó la calle.

A “Te llaman malevo” lo estrenó Ángel Cárdenas, que hacía poco tiempo acababa de ingresar a la orquesta de Pichuco recomendado por Osvaldo Manzi y para reemplazar a Carlos Olmedo. Siete u ocho años después, al tango lo cantó Tito Reyes acompañado por la misma orquesta. De Tito Reyes se dice que fue el último cantor de Troilo, aunque al respecto todo depende con el cristal con que se mire, ya que para los iniciados en el tema, el último cantor fue Roberto Achával, hombre oriundo de Bahía Blanca y que participó con Troilo en un recital en el Teatro Odeón en abril de 1975 titulado “Simplemente Pichuco”, recital que no fue muy bien acogido por el público, noticia que afectó mucho a Troilo, aunque es una exageración decir -como efectivamente se ha dicho- que culpa de ese desengaño murió de tristeza pocos meses después.

Esa noche en el Teatro Odeón, Achával cantó precisamente “Te llaman malevo”, aunque por razones que escapan a mis informaciones nunca grabó con Troilo. Sí, existe una cinta donde Pichuco y Achával ensayan este tango. Allí puede apreciarse la calidad vocal de este gran cantor y uno de los últimos firuletes de Troilo con su fueye. Habría que recordar -a título de información- que después de la muerte de Troilo, Expósito escribió en su homenaje “Ese muchacho Troilo”, con música de Enrique Francini, un inspirado homenaje al amigo de parte del primo de Billy Cafaro.

Además de Cárdenas y Reyes, “Te llaman malevo”, fue grabado también por Nelly Omar y Rubén Juárez. En 1972, en televisión se inició una serie titulada “Malevo”. El libro era de Abel Santa Cruz y trabajaban como actores Rodolfo Bebán, Oscar Ferrigno, Gabriela Gili e Ignacio Quirós. La serie contó con una amplia audiencia y los memoriosos recuerdan que la música de fondo era, precisamente, “Te llaman malevo”, entonada por Jorge Sobral.

A los grandes cantores se los relaciona con un tango emblemático. Gardel, por ejemplo, con “Mano a mano”; Magaldi, con “Consejo de oro”; Vargas, con “Tres esquinas”; Fiorentino, con “Malena”; Rivero, con “Sur”; Goyeneche, con “Naranjo en flor”. Pues bien, “Te llaman malevo”, pertenece a Ángel Cárdenas.

De este cantante nacido en Chacabuco, cuenta la leyenda que en una de sus correrías por Centroamérica el destino lo dejó en Cuba. Parece que el muchacho llegó con una delegación que al final del periplo por escenarios míticos como el Tropicana, fueron saludados personalmente por Fidel Castro. Según Bocha Callone, mi amigo de Chacabuco, el propio Cárdenas le contó que en cierto momento, Fidel Castro se acercó a él y en voz baja le dijo remarcando las palabras: “Para la próxima gira me debés ‘Te llaman malevo’”.

Los críticos afirman que este tango no es lo mejor de Expósito. No estoy tan de acuerdo. No tendrá el nivel de abstracción poética de “Naranjo en flor”, “Maquillaje” o “Yuyo verde”, pero su nivel narrativo es excelente. Se trata de un tango que cuenta una historia con desenlace trágico: el suicidio de su protagonista. El suicidio después de haber sido un hombre bueno, de haber sufrido un desengaño amoroso, de haberse jugado más de una vez la vida con un facón en la mano y de haber descubierto a la vuelta del camino que no hay otra salida que la muerte. ¿Acaso ese itinerario nos recuerda esa perfecta síntesis poética que tanto le gustó a Cioran: “Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamientos…”.

Presentemos al poema: “Nació en un barrio de malvón y luna/ por donde el hambre sabe hacer gambetas/ y desde pibe fue poniendo el hombro/ y anchó a trabajo su sonrisa buena”. El inicio es excelente. Están todos los condimentos para sazonar a un buen tango: el barrio, la luna y la sonrisa buena.

“La sal del tiempo le quemó la cara/ cuando una mina lo dejó en chancleta/ y entonces solo, para siempre solo/ largó el laburo y se metió en la huella”. Que un desengaño amoroso hiera a un hombre no es nada nuevo en la literatura; lo que importa en este caso no es tanto la historia como la manera de contarla. Después de todo, la sal del tiempo a todos nos oxida la cara.

Luego llega el estribillo, algo admonitorio y algo ponderativo. “Malevo, te olvidaste en los boliches/ los anhelos de tu vieja./ Malevo, se agrandaron tus hazañas/ con las copas de ginebra./ Por ella, tan sólo por ella/ dejaste una huella de amargo rencor./ Malevo, ¡qué triste!/ jugaste y perdiste,/ tan sólo por ella/ que nunca volvió”. El fracaso con una mujer es la causa, además del derrumbe final, de una elección de vida dictada por el dolor, tal vez el resentimiento. No es el hambre, la pobreza o la rebeldía lo que lo lanza a la “huella”, sino ese amor maldito de su primera juventud.

En la última estrofa se cierra la historia. “Tambor de tacos redoblando calles/ para que se entren las muchachas buenas/ y allí el silencio que mastica el pucho/ dejando siempre la mirada a cuenta”. ¿Por qué las muchachas buenas entran a su casa cuando se oye el tambor de tacos? ¿Es el recato porque las putas ganaron la calle? ¿O ese eco, ese redoble, lo producen los tacos del malevo? No importa la respuesta, importa la puesta en escena.

“Dicen que dicen que una noche zurda/ con el cuchillo deshojó la espera/ y entonces solo como flor de orilla/ largó el cansancio y se mató por ella”. El “dicen que dicen” remite a una noche zurda. Giros como éstos después los van a usar otros poetas, pero Expósito es único en lo suyo. También pertenece a su poética comparar la soledad con la flor de orilla. Y a la angustia con el cansancio, con ese cansancio que nuestro malevo en algún momento no soportó más.

ROGELIO ALANIZ

Escuchemos las grabaciones de ANGEL CARDENAS y ANÍBAL TROILO, de NELLY OMAR y la de RUBÉN JUÁREZ.


Aníbal Troilo y Ángel Cárdenas




Nelly Omar




Rubén Juárez

280 - PA LO QUE TE VA A DURAR - ( Aníbal Troilo y Roberto Goyeneche / Edmundo Rivero / Adriana Varela / Abel Córdoba y Osvaldo Pugliese)

La letra pertenece a Celedonio Flores y la música a Guillermo Barbieri. Se supone que fue escrito en 1935, motivo por el cual Carlos Gardel no lo pudo grabar. Yo lo escuché cantar por primera vez muchos años después en una versión de Raúl Berón y la orquesta de Miguel Caló. Luego me llegaron las grabaciones de Roberto Goyeneche y Edmundo Rivero: las dos son formidables. Una con la orquesta de Troilo, la otra con la de Mario Demarco. Después disfruté de otras grabaciones: Osvaldo Pugliese con Abel Córdoba y Alberto Echagüe con Juan D’Arienzo. De todos modos, y sin menoscabar a nadie, mis preferidos son Goyeneche y Rivero; me parecen que son los que le otorgan a la letra el tono justo, la insinuación precisa.

PA LO QUE TE VA A DURAR es un poema que reitera uno de los temas clásicos del tango: el muchacho calavera. Todo tanguero que se precie ha disfrutado de poemas como “Muchacho” de Celedonio Flores, interpretado por Angel Vargas; o “Mis consejos” de Héctor Marcó grabado con guitarras por Rivero en 1954; o “Cómo se pianta la vida” de Carlos Viván, el mismo autor de ese tango que tanto le gustaba a mi padre: “Hacelo por la vieja”, interpretado, si mal no me acuerdo, por Oscar Larroca. “Cómo se pianta la vida”, pertenece por mérito propio a Roberto Goyeneche, pero hay una versión muy buena de Héctor Mauré.

Los tangos referidos a los muchachos calaveras tienen algunas constantes y, por supuesto, algunas diferencias. Se refieren en todos los casos a jóvenes que se han lanzado de lleno, con todo el vigor juvenil, al vértigo de la noche. A estos muchachos les gustan todas: las mujeres, el naipe, los caballos, el whisky y algunas cositas más. Les gustan todas y, además, se proponen ser ganadores en todas.

Por lo general, los poemas privilegian como punto de vista la mirada de un hombre mayor, alguien que “está de vuelta” y les recuerda lo efímero de la vida y lo equivocado que están. Alguien que, seguramente, cuando tuvo esa edad fue como ellos, y alguien que a pesar de la severidad del reproche no alcanza a disimular la admiración que le sigue despertando ese tipo de vida

En la mayoría de las letras predomina la actitud paternalista de ese observador o la reflexión crítica y despiadada a una vida agotada en placeres y excesos que lo han dejado con las manos vacías. Hay un tango que se llama “Medianoche”, escrito por Héctor Gagliardi, musicalizado por Aníbal Troilo en 1944 e interpretado por Aldo Calderón, que alude a esa vida precipitada y al balance final, cuando ya no hay tiempo de volver atrás. El personaje habla en primera persona. Está internado en el hospital, seguramente con alguna enfermedad incurable y, justo cuando el reloj del pabellón da la medianoche, imagina a sus amigos en la mesa del café conversando o jugando al billar. Habla también de su madre y de la novia que ya no lo viene a visitar. Está solo, enfermo y vencido. En cierto momento recapitula y dice; “Las minas, las copas, las farras, los bailes, yo triunfé en todo esto y aquí está el final”.

Las letras sobre los muchachos calaveras pueden ser críticas no contra ese tipo de vida, sino contra personajes que no están a la altura de ella, pero bueno es insistir en que de una manera a veces confusa, a veces disimulada, no ocultan la admiración que despierta ese tipo de vida. En otros casos la mirada intenta ser más que crítica, burlona . El muchacho calavera puede ser el gil, el que pretende ser calavera y no le da el cuero. Es el caso del tango de Félix Villa, interpretado por Mario Bustos, “Che fulano” o “Muchacho rana”, de Tita Merello, o “Niño bien” de Víctor Soliño y Roberto Fontaina, interpretada también por Tita Merello. O el caso de “Muchacho”, a quien le dice que “si tenés sentimientos, los tenés adormecidos, pues todo lo has conseguido, pagando como un chabón”.

En todos estos casos, el observador, el punto de vista, es despiadado con ese “tonto que se cree vivo”, o ese farsante que exhibe una condición que carece. A modo de síntesis, podría decirse que en algunos casos la crítica huele más a resentimiento que a crítica, pero a no fastidiarse, porque esas “virtudes” constituyen también un atributo en el largo poemario tanguero.

“Pa lo que te va a durar”, es a mi criterio, junto con “Mis consejos” y “Cómo se pianta la vida”, la mejor versión de este subgénero de muchachos calaveras. El ritmo de los versos, las imágenes, son de excelente factura, una calidad a la que Celedonio Flores nos tiene acostumbrados con letras como “Corrientes y Esmeralda”, “Cuando me entrés a fallar”, “Canchero”. “Mala entraña”, “Audacia”, “Margot”, “Tengo miedo”, “Milonga fina”, “Malevito”. por mencionar los más conocidos.

Los trazos que van dibujando al protagonista de “Pa lo que te va a durar” son certeros y precisos. “Estás cachuzo a besos, te han descolao a abrazos, se te ha arrugao la cara de tanto sonreír, si habrás ensuciao puños en mesas de escolaso, si habrás rayado alfombras muchacho bailarín”. Ya en la primera estrofa, el poema no pude ocultar la simpatía, la admiración, incluso el cariño que le despierta el personaje.

Se trata de un ganador, pero de un ganador en serio, un ganador que se las aguanta. El muchacho vive al límite y daría la impresión de que todo le sale bien, entre otras cosas porque tampoco le importaría demasiado si le fuera mal, porque lo que valora en todos los casos es esa capacidad para vivir los excesos, para jugarse, secando la cartera en Palermo o haciendo temblar a Griselda en los carnavales cuando su voiture llega a marcar 120 kilómetros por hora, en un tiempo en el que ya era imprudente andar a 80 kilómetros por hora.

El punto de vista, el hombre que dice la letra del tango, le advierte en el estribillo que esa vida de triunfos, éxitos, hazañas no le va a durar mucho, que tarde o temprano se va a dar cuenta de que vivió una vida vacía, una vida que se agotó en aprontes y partidas y entonces…“Muchacho…te quiero ver”. Pero el joven muy bien podría decirle a este veterano sentencioso y amargo que nadie le va a quitar lo bailado y que al futuro lo va a torear cuando llegue y no antes.

El propio veterano admite que el muchacho merece ser admirado: “Vos sos el que no tiene temores cuando juega, vos sos a quien ninguna mujer lo despreció, vos sos el que no pide, vos sos el que no ruega, vos jugás por derecha habiendo banca o no”. Esta estrofa es bellísima. Nuestro héroe no es un tonto, un vulgar niño bien, un fanfarrón, algo así como un Isidorito Cañones. Hay en él un coraje, un valor, algo en definitiva que merece ser reconocido.

Y efectivamente el poeta lo reconoce en la última estrofa y, muy en particular en los últimos versos, cuando le dice. “Y por noble y derecho vas dejando a pedazos, en esta caravana tu amable corazón, en esta caravana de envidias y fracasos, donde taureás tu vida de criollo y de varón”. Final perfecto, digno de la mejor mitología tanguera. Prestar atención a la manera, al modo, con que Goyeneche y Rivero pronuncian la palabra “taureás”. El personaje en este final adquiere dimensión de héroe, de héroe trágico. El muchacho es algo más que un tarambana o un vicioso: es noble y derecho, tiene corazón y al concluir la letra ha dejado de ser el muchacho bailarín y ha devenido en criollo y varón. ¿Qué más se puede pedir?

ROGELIO ALANIZ

Y solo toca ya escuchar este hermoso tango. Y para hacerlo he escogido cuatro versiones como son las de, en primer lugar, la ANÍBAL TROILO y ROBERTO GOYENECHE; en segundo, la de EDMUNDO RIVERO; en tercero, la de ADRIANA VARELA, para terminar con la excelente versión en directo de 1985, de ABEL CÓRDOBA acompañado por la orquesta de OSVALDO PUGLIESE.


Aníbal Troilo y Roberto Goyeneche




Edmundo Rivero




Adriana Varela




Abel Córdoba y Osvaldo Pugliese

jueves, 13 de diciembre de 2018

276 - FLOR DE LINO - ( Aníbal Troilo y Floreal Ruiz / Chino Martínez / Miguel Caló y Raúl Iriarte)

Hoy giro en mis recuerdos con las notas y los versos de FLOR DE LINO, valsecito que compusieron Homero Expósito y Héctor Stamponi en 1947. Ya comenté en otra oportunidad que a Stamponi le llamó Piazzolla "El Strauss del tango", y Chupita, modestamente, decía que era por los valses porteños que él había compuesto y que tienen todos unos componentes musicales y románticos muy especiales.

Bajo un cielo de estrellas, Un momento, Delantal, Pedacito de cielo, Flor de vals, Pequeña, son algunos exponentes de este género musical, creados por él y recreados por orquestas y cantantes. Stamponi, pianista, director, compositor, acompañó a grandes cantantes, dirigió su orquesta, tuvo estudios importantes, viajó por toda América, radicó en México con Amanda Ledesma, vivió un año con Discépolo allí, aunque no escribieron nada juntos, y su comprovinciano Enrique Francini fue un hermano del alma.

Homero Expósito le dio una vuelta de tuerca del lenguaje poético en el tango. Stamponi se refería al misterio de la cancionística .-como la denominaba este poeta- y decía que "hay frases musicales, tristes, frases de felicidad, frases ambiguas, de simple unión o amalgama. El vocabulario, la intención, el idioma poético debe estar correctamente montado sobre la frase musical. Ésa es la magia. Y Homero Expósito fue un poeta renovador, un hombre cultísimo. Él trajo una propuesta nueva".

Las pesadas sombras temáticas del tango encontraron una ventana nueva con la renovación del cuarenta que tan bien representó Expósito. Es cierto que cada época, guardia o generación supo interpretar -con sus debes y haberes- las distintas circunstancias vividas en sus momentos particulares. En esa suma de felices aciertos, la llegada de este fino letrista fue un soplo de aire fresco, con el surrealismo revelador de instancias impensadas. En Flor de lino deja constancia de su inspiración.

Su hermano Virgilio, a la muerte de Homero, lo recordaba con tremenda nostalgia y confesaba que "Era un poeta de trabajar mucho, de hacer y rehacer noventa veces un texto. Usaba una máquina de escribir y con su trabajo, no era un bohemio. Tenía esa imagen porque era un poeta, pero no era un tipo de pararse en un boliche a hablar cualquier cosa. Era un poeta limpio, aunque en sus letras siempre hay una cosa fatal, algo que nunca se le dio. En la quiniela de la vida hay un número que nunca le cantaron: cuando era muy joven hubo una novia que no lo quiso. Él estaba muy enamorado en aquel entonces, y es posible que su obra, a través de tantos años, haya sido sobre ese problema".

Y es fácil advertirlo al escuchar el hermoso valsecito y mucho más al leer el texto. Los llamados interiores macerando la pena, la forsforencia, los resplandores de los años mozos, brillan en las flores de lino que describe acá. Aunque después de infinidad de retoques que preocupaban a Stamponi, lo llamó el último día y le preguntó al músico:
-Chupita, decime: ¿El lino tiene flor?
El decorado elemental, el temblor de estos versos, tienen una luminosidad muy especial.

Hermosura de nostálgico recuerdo transformado en poema. Y que vuela con la música del valsecito.

José María Otero en "Tangos al bardo"

Hay varias versiones de este tema, pero me quedo con esta creación de la orquesta de ANÍBAL TROILO con la voz de FLOREAL RUIZ, grabada el 29 de abril de 1947. También es exquisita la del CHINO MARTÍNEZ, que aunque extraordinario cantor folklórico del genero surero, también se asoma a la interpretación del tango, del vals y de la milonga y con un gran acierto, como podrán comprobar en "Flor de lino". Creo que también es de merecer poder escuchar otra versión exquisita, la de MIGUEL CALO y RAÚL IRIARTE, grabada en 1946.


Aníbal Troilo y Floreal Ruiz




Chino Martínez




Miguel Caló y Raúl Iriarte




lunes, 10 de diciembre de 2018

274 - TEDIO - (Miguel Caló y Roberto Arrieta / Francisco Canaro y Alberto Arenas / Aníbal Troilo y Alberto Marino / Nelly Omar)

Estoy escuchando este tango, TEDIO, y mi cabeza se llena de recuerdos. Porque en uno de mis encuentros con Miguel Bucino, que es su autor, alguna vez comenté lo que sucedió cuando puse este tema. Ocurrió durante una entrevista, en el programa "Dialogando con swing" que hacíamos con Osvaldo Papaleo, los domingos de 8 a 12.30 por Radio Argentina.

Miguel era un tipo muy simpático, nos cruzamos unas cuantas veces en el Hipódromo y siempre llevaba la sonrisa puesta. Nos pasábamos fijas, que después fallaban. Pero él se reía siempre. Aquella mañana dominical escogí un par de temas suyos para alternar durante la charla. En uno de los intervalos de la misma, puse Tedio -que me gusta mucho- y Bucino me sorprendió en su reacción, luego de quedarse pensativo un momento, con la pera acariciada por su mano derecha:

-Sabés... a veces me detengo a pensar cual es mi tema más logrado, el que más me gusta y creo, sinceramente, que es éste que pusiste... Lo hice una tarde de lluvia, en un momento de melancolía y tristeza, por esas separaciones sentimentales que se producen en la vida...

A todo ésto y antes de entrar en el motivo que hoy me impulsa a escribir, vale la pena recordar la historia de este personaje que ha hecho de todo en el tango. Entre otras cosas unos 70 temas, muchos de los cuales llevan música y letra suyas, como por ejemplo: Bailarín compadrito, Una carta, Me llamo como me llamo, El viento me cuenta cosas, Y siempre la misma historia, Que me quiten lo bailao, Milonga del corazón, A palo errao (donde muestra su alma burrera), Lo pasao pasó, el valsecito Cuatro palabras, El corazón me engañó, Decile que vuelva, La mañana (hermosa milonga), Guitarra, No va más, Música de mi Argentina, y otras tantas. Más las que realizó con diversos músicos y poetas como Alessio, Pontier, Lázzari, Donato Racciatti, Horacio Sanguinetti, José Basso, Luis César Amadori, etc.

Vale la pena recordar que con sus atrevidos 17 años se presentó ante Francisco Canaro, nada menos, ofreciéndose como bandoneonista para su orquesta. Pirincho lo llevó en una gira, donde tocó con el conjunto, pero después le dijo que le faltaba bastante y que estudiara. Lo cierto es que tocaba de oreja, pero Miguelito no se amilanó y le dijo que era un gran bailarín y podía actuar en esa faceta. Y lo cierto es que gustó y mucho, y también fue secretario de Canaro. Actuó en numerosos escenarios con la orquesta.

También viajó a Brasil con Julio De Caro. Con la compañía del Teatro Sarmiento actuó en Madrid y París. Se lució en casi todas las revistas musicales de Canaro-Ivo Pelay y durante sus dos décadas de bailarín profesional le enseñó a bailar tango a unas cuantas personalidades mundiales. Anduvo por México, Colombia, Puerto Rico, Portugal y otros países, luciendo su arte milonguero.

Y vuelvo al tema que me traen hoy los recuerdos: Tedio. Como me lo explicaba Bucino, la lluvia, el clima, la música, incidieron en sus estado de ánimo, tras la ruptura amorosa. Y en su tema no surgen el rencor, la traición, ni el deseo de castigo, sino la melancolía, acentuada con las gotas de lluvia que golpean sobre su ventana. La música que le adosó a sus versos, acentúan la tristeza del protagonista.

José María Otero en "Tangos al bardo".

MIGUEL CALÓ con su orquesta y el cantor ROBERTO ARRIETA, dejaron una interesante versión en 1945. También lo grabó FRANCISCO CANARO cantando ALBERTO ARENAS. Pero el registro de ANÍBAL TROILO con ALBERTO MARINO cantando los versos, realizado el 18 de diciembre de 1945, es impagable. También les dejo una grabación radial de este tango interpretado por NELLY OMAR. Escuchémoslos...


Miguel Caló y Roberto Arrieta




Alberto Arenas y Francisco Canaro




Aníbal Troilo y Alberto Marino




Nelly Omar







273 - LOS DESPOJOS - (Miguel Caló y Raúl Iriarte / Roberto Rufino y Francini - Pontier / Aníbal Troilo y Floreal Ruiz)

Me emociona escuchar LOS DESPOJOS, hermoso tango de 1947, que lleva versos de Horacio Sanguinetti y música del bandoneonista José Dames.

Es cierto que la vida y odisea de este prestigioso poeta tanguero, que abasteció con sus innumerables creaciones a todas las orquestas típicas, se me presenta casi siempre que escucho alguna obra suya. El tremendo dolor de tener que abandonar el país en una lancha, rumbo a Uruguay, por haber matado a su cuñado, que era militar, debido al maltrato que le dio a la hermana del poeta. La obligada rutina de desaparecer para siempre de la escena, sin que haya una sola fotografía suya disponible en ninguna parte, también penetra hondamente en la escena mental, cuando escuchamos atentamente sus temas.

He escrito en diversas ocasiones sobre las tremendas vicisitudes de su vida, sus amores contrariados y muchas de las cosas que refleja en su obra. Y cuando escucho temas como "Los despojos" no puedo dejar de retrotraerme a otro de sus fracasos, esos amores contrariados que fui también viviendo con los recuerdos de Beba Pugliese, dado que Sanguinetti (Horacio Basterra), visitaba mucho su casa cuando ella era niña y fue muy amigo de su padre, con quien hicieron Estudiantil y el hermoso Barro.

En Los despojos, Sanguinetti hiende su pluma en los azarosos senderos del amor, el final y el reencuentro cuando se han secado las raíces que le dieron vida al romance que parecía eterno. Todo autor es su propio personaje y también su propia intriga. Parece imposible renunciar a sí mismo en la época del olvido en que hemos entrado, cuando nos reencontramos con la persona que ocupó alguna vez nuestro corazón. Sanguinetti lo borda en su desarrollo. Algo así como Le Pera en Volvió una noche.

¡Ven... levántate, no llores!
¡No me jures ni me implores...!
Yo esperé que alguna vez
hincándote a mis pies
traerías tus dolores.
Más los años que pasaron
mis rencores atenuaron,
y hoy, que al fin te vuelvo a ver,
no llores por favor
que ya te perdoné.


Despojos solamente quedan hoy

despojos de tu amor y de mi amor,
¿Por qué has vuelto así
con las sombras del ayer,
arrastrando tu vejez,
junto a mí?
¡Mira como estoy!
Por estar lejos de ti
yo también envejecí de dolor. 


                                            Hoy somos dos despojos, nada más...

¡No sé si has hecho bien en regresar!


En mis notas anteriores sobre Sanguinetti, Beba Pugliese me contaba de la mujer rubia que lo acompañaba y que un día lo dejaría y se marcharía a Brasil. Cuando yo escucho un tema como éste, me vienen a la cabeza todos esos recuerdos y el drama existencial de Sanguinetti que murió muy joven y apartado del mundo, regentando un local nocturno en Montevideo, a los 43 años de edad.

No puedo sustraerme a toda esa historia y cuando venía escuchándolo en el coche, me rondaba toda la vivencia de un poeta que sembró sus canciones exitosas en el terreno del tango y desapareció de escena. Aunque vuelve una y otra vez como un fantasma en temas como Los despojos que realmente impresionan por la fuerza de sus versos. No hace falta siquiera incluir la primera bis, porque el poeta ya ha pintado la temperatura emocional del reencuentro y la chatarrería sentimental que conllevan las cicatrices del amor.

José María Otero en "Tangos al bardo".

Les voy a dejar en primer lugar la versión de este tango que en 1947 grabara la orquesta de MIGUEL CALÓ con la voz de RAÚL IRIARTE. A continuación podremos escuchar la versión de la Orquesta de FRANCINI y PONTIER con la voz de ROBERTO RUFINO, también grabada en 1947 y para terminar una versión que nunca fue grabada en disco sino que está tomada de una reproducción radial de la orquesta de ANIBAL TROILO junto a FLOREAL RUIZ.


Miguel Caló y Raúl Iriarte




Roberto Rufino y Francini - Pontier




Aníbal Troilo y Floreal Ruiz





sábado, 8 de diciembre de 2018

271- EQUIPAJE - (Floreal Ruiz y Aníbal Troilo / Rodolfo Biagi y Jorge Ortiz / Argentino Ledesma)

En las lungas travesías de Madrid a las playas del sur o del Norte, no dejan de sonar en el reproductor de mi coche, todas aquellas grabaciones que se quedaron pegadas a mi espíritu tanguero. A la vez me llenan de recuerdos, de anécdotas y los paisajes que transito pasan a un segundo plano. Este tango, EQUIPAJE, lo repetí varias veces porque me encanta desde la primera vez que lo escuché hace taitantos años... Carlos Bahr engancha tres o cuatro frases que muestran su talento y también sorprenden:


Mucho llevo y más no quiero 
ya completan mi equipaje,
un amor color de cielo 
y un rencor color de sangre.


Fue un bardo muy prolífico, tuve la suerte de conocerlo, me lo presentó Manolo Sucher en el bar de Esmeralda y Lavalle y cuando Manolo se paraba para ir a atender a otro amigo, me quedaba con él hablando de sus tangos. Sonreía, porque yo era jovencito pero me quedaban en la memoria los temas y sus autores, que los presentadores radiales siempre... siempre, mencionaban. Y así se quedaban en mi cerebro, esos compositores y poetas tan decisivos para el tango.

Equipaje lleva música del bandoneonista y director Héctor María Artola. La ideal para acompañar los versos de Carlos Bahr, que en sus tangos, milongas y valsecitos diera cauce a tanta creatividad poética. Sus empinados versos creados en un ayer del tiempo relucen y devienen en actualidad, porque no han perdido un ápice y mentienen el relumbre de lo esencial. Y esa manera romántica de expresarse.


Un sobrante de ternura 
que no tuvo en quien quedarse,
y un dolor, que por constante
no me quiso abandonar.


En esta cuarteta inicial, el poeta ha plantado su bandera y nos conmueve. Sí, porque esas frases dicen mucho más de lo que pinta la apariencia. La poesía sirve para eso, para pegarse caprichosamente a nuestras vidas, y en muchos tangos llevamos nuestra piel adosada a ellos, debido a tantas experiencias, el hilo que las engarza y el fuego interior que nos consume. Bahr comienza a ver las cosas de nuevo, desde un punto de vista diferente, con su torrente de sensaciones. Y el fracaso del amor.


Ya es muy pesado para quien no tiene
ni un canto amigo que achique penas,
ni una sonrisa que la tarde espere
ni una esperanza de llegar de vuelta.
Sería más fácil caminar si en mi equipaje
llevara un resto de ilusión, un sueño, 
pero tus manos, sin piedad rompieron
todos los sueños de mi corazón.


Me contaba Carlos Bahr que sus tangos contenían experiencias propias y de gente que le contaba sus peripecias. Las absorbía, en este último caso y las "vivía" en el papel, al que trasladaba la fatalidad de lo cotidiano. La representación de la vida y sus evanescentes retornos. Y así nos dejaría una obra muy importante que almacena la memoria y nos acompaña desde el disco, aunque sólo haya cursado la enseñanza primaria. Verdaderas pinturas que llenaron toda una época del tango y hoy se revalorizan, pese a que, curiosamente, nunca pudo vivir de su obra autoral, que es impresionante.

Antes de incorporar este tango de Bahr y Artola a su repertorio, Aníbal Troilo ya había llevado al disco nada menos que siete tangos del poeta nacido en la Boca: Sencillo y compadre, No te apures Carablanca, Corazón no le hagas caso, Tango y copas, Sosiego en la noche, Cada día te extraño más y Me están sobrando las penas. Todos temazos que no pierden vigencia y que estarían en los atriles de orquestas y cantantes varios.

Equipaje fue el octavo y para mí es un referente claro y vital de su obra.

José María Otero en "Tangos al bardo".

Vamos a escuchar ahora este tango, en primer lugar, cantado por FLOREAL RUIZ con toda su clase y su maravilloso fraseo, en una grabación realizada con la orquesta de Pichuco, ANÍBAL TROILO, el 27 de marzo de 1945. Tras esta versión podremos disfrutar de la de RODOLFO BIAGI y JORGE ORTIZ para terminar escuchando la que realizara ARGENTINO LEDESMA.


Aníbal Troilo y Floreal Ruiz




Rodolfo Biagi y Jorge Ortiz




Argentino Ledesma

270 - LA LUZ DE UN FÓSFORO - (Ariel Ardit / Aníbal Troilo y Alberto Marino / Roberto Goyeneche)

LA LUZ DE UN FÓSFORO es un tango hermoso que ratifica aquello de que los versos y la música, cuando tienen el color y la sustancia debida, el rostro pasajero de un amor, la música nostálgica, el brillo del canto, se encadenan a nuestros sentimientos para siempre.

Los versos son de Enrique Cadícamo, ese poeta que nos dejó tantas pinturas evocando la época que vivió como pocos y contando algo ligero como un soplo de vida, que se galvaniza con la música del pianista y compositor Alberto Suárez Villanueva y el registro primero de Aníbal Troilo con la voz de Alberto Marino, llevado a cabo el 17 de diciembre de 1943, que fue todo un impacto.

De paso me complace recrear la figura de este pianista rosarino, uno de los que llegaron a Buenos aires y se amontonaron en la mítica Pensión La Alegría, de la calle Salta 321, donde Humberto Cerino y su esposa atendían a tantos huéspedes arribados de distintos pueblos y ciudades, y que harían historia en el tango. Entre ellos Francini, Pontier, Antonio Ríos, Ahumada, Barbato, Herreros, Argentino Galván, Scorticati, Howard, Tití Rossi y tantos otros.

Suárez Villanueva traía una sólida formación musical y gracias a la amistad que entabló con Enrique Cadícamo, y al consejo de éste, frecuentó a Juan Carlos Cobián, quien le dió una mano cordial y le transmitió algunos códigos y fundamentos del tango. Ocupó el sillón del piano en algunos conjuntos y en forma efectiva en radio Belgrano, donde Libertad Lamarque estrenó un hermoso tango suyo "Din Don", con Evaristo Fratantoni. Tenía 24 años y su destino parecía destinado a idear melodías, estructurar temas, siempre en la idea de concertar ese ritmo sencillo y unviersal que imprimirá a sus creaciones.

En este sentido demostró su gran sensibilidad al componer piezas tan sentidas como Es en vano llorar, Lloran las campanas, Mientras duerme la ciudad, Al compás de un tango, Lejos de Buenos Aires, Tu melodía, Quiero que sepan, todas con versos de Oscar Rubens. La sociedad entre ambos devenía del hecho de que Suárez Villanueva había sucedido a Mariano Mores en la Academia de los Rubistein como profesor. También engarzó temas con Eduardo Moreno, con el citado Fratantoni, con Cadícamo, Razzano y otros.

Ocupó el palco del Marzotto de la calle Corrientes, al frente de su orquesta durante un tiempo prolongado. Estaría algunos años radicado en Montevideo, donde abrió una Academia y al regreso se dedicó a la enseñanza y siguió componiendo temas. Uno de los más bellos es sin duda La luz de un fósforo, con su amigo Cadícamo, que en su momento fue todo un suceso. Y que hoy revivo aquí.

Nos encontramos, tú y yo,
y al conversar,
nos detuvimos...
Un algo raro tenías
cuando callabas,
cuando reías...
La esgrima sentimental
al fin surgió
la tarde aquella...
Después... ¡qué poco quedó!
El viento, todo lo llevó.

Cadícamo ya dijo casi todo en la primera parte. El rapsoda del tango que nos obligó a memorizar sus versos con la levadura de su palabra, bosqueja el comienzo del amor que muere antes de nacer y lo metaforiza con la luz brillante, llamativa y fugaz del fósforo encendido. A la vez nos quedan incógnitas. ¿volverían a verse? ¿Consumarían el amor? Y nos tiene pendientes en la siguiente estrofa.

La luz de un fósforo fue
nuestro amor
pasajero...
Duró tan poco... lo sé...
como un fulgor
que da el lucero...
La luz de un fósforo fue,
nada más,
nuestro idilio...
Otra ilusión que se va
del corazón
y que no vuelve más...

Uno piensa que este tema debería tener continuación, nuevos encuentros, pero Cadícamo con su pericia poética lo desdibuja y lo inserta en la chatarrería sentimental, dejándonos el posgusto de lo que prometía y no pudo ser, en dos líneas finales:

La vida es toda ilusión
y un prisma es el corazón...

José María Otero en "Tangos al bardo".

Vale la pena recordarlo en la versión de ese excelente cantor que es ARIEL ARDIT acompañado por la magnífica orquesta que dirige el pianista Andrés Linetzky. El arreglo es muy destacable, incluso. También lo podemos escuchar en la versión citada de ANÍBAL TROILO y ALBERTO MARINO. Para rematar, les dejo también la del "Polaco" ROBERTO GOYENECHE, como siempre, todas las que él hace, genial.


Ariel Ardit




Aníbal Troilo y Alberto Marino




Roberto Goyeneche

viernes, 16 de noviembre de 2018

254 - LO QUE VOS TE MERECÉS - (Miguel Caló y Alfredo Dalton / Abel Córdoba / Aníbal Troilo y Roberto Goyeneche)

LO QUE VOS TE MERECÉS es un tango cuya letra pertenece a Abel Aznar en tanto que la música es de Carlos Olmedo, que fue registrado en SADAIC el 15 de diciembre de 1955​ y grabado por Miguel Caló en la voz de Alfredo Dalton el 23 de julio de 1956 en el sello Odeón.

Como en el tango "Y no le erré", la letra de "Lo que vos te merecés" se refiere a la mujer que abandonó al hombre en busca de la riqueza o felicidad que no tenía a su lado, pero que en algún momento debe regresar.

Manuel Adet después de señalar que las letras de Aznar son recias, viriles, sobrias y muy bien escritas y que la poética de sus tangos se encuentra en el linde con el machismo, dice que varias de ellas contienen la mítica situación del regreso de la mujer que, seducida por la perspectiva de alcanzar otra vida con riqueza o felicidad había abandonado a su hombre y agrega que de ellas la más emblemático, la más popular, es Lo que vos te merecés, un clásico, con ese estribillo donde celebra que haya vuelto “con ese vestidito que yo te regalé”, que interpretaron grandes cantores, aunque nadie como Alfredo Belusi y añade:

”La letra concluye con el típico reproche: “Que decís, que te engañaron con un mundo de promesas, que volvés arrepentida que recién me comprendés, que querés si se acabaron tus delirios de grandeza, hoy tenés de recompensa, lo que vos te merecés”…Las dudas, el dolor disimulado por la supuesta revancha, la certeza del amor recuperado, todo ello visto desde el lugar de un héroe tanguero, es lo que le otorga a estos poemas belleza y perdurabilidad. Puede que en la letra el machismo esté presente, en algunos casos de manera visible, pero lo que lo disculpa, lo atenúa y en todo caso lo justifica, es la capacidad del hombre para amar. Machista, guapo, perdedor, tal vez algo anacrónico, el personaje sólo se salva gracias a su capacidad de amar”.


Entre las muchas grabaciones de este tango se encuentran las realizadas por la orquesta de Aníbal Troilo y la voz de Roberto Goyeneche, la de José Basso con la voz de Alfredo Belusi, la de Pablo Rafael Moreno acompañado por las guitarras de los Hermanos Rivas, la de Jorge Vidal, la de Abel Córdoba, la de Miguel Caló con la voz de Alfredo Dalton y la de Liliana Felipe, entre otras.

En esta ocasión podremos escuchar, en primer lugar, la primera grabación de este tema que como antes cité corresponde a MIGUEL CALO y su orquesta y con la voz de ALFREDO DALTON. Después podremos disfrutar de la interpretación, en vivo, de ABEL CORDOBA. Después, una versión extraordinaria interpretada por el "Polaco" ROBERTO GOYENECHE en su paso por la orquesta de ANIBAL TROILO que quedó registrada para la historia del tango.


Miguel Caló y Alfredo Dalton




Abel Córdoba




Aníbal Troilo y Roberto Goyeneche

jueves, 15 de noviembre de 2018

251 - DON JUAN - (Alberto Gómez / Francisco Canaro / Aníbal Troilo)

DON JUAN o Don Juan (el taita del barrio)— es el primer tango argentino grabado con orquesta de tango. Su letra fue obra de Ricardo Podestá y su música la compuso en su mayor parte por Ernesto Ponzio.​ La fecha de creación, en particular de la música, puede indicarse tan antigua como 1898 o de 1910 según su fecha de grabación.​ En SADAIC fue registrada recién en 1941; pero esta entidad había sido fundada luego de la creación de este tango.

Del encordado salían como chispas de las notas.



—Mi Dios, como lo maneja ese pibe!… —barboteó el pardo dando un salto en la silla.

Al “Pibe Ernesto” no le hizo mella la alabanza y siguió haciendo diabluras con su instrumento.
—Che, ¿y eso como se llama?… —volvió a interrumpir el cantor.
—Es un tango, Don Gabino —contestó el muchacho una vez terminada la pieza— lo compuse en lo de Mamita… ¿Le gusta?… Se llama “Don Juan”...


Hay varias versiones sobre el origen del tema, así como de su título, casi todas coinciden en que fue compuesto en Mamita y suele convenirse que fue durante el año 1898.

Según un relato de la revista Música y Arte de octubre de 1934, Asdrúbal Noble relata el siguiente suceso acontecido en Mamita:

Según la leyenda, el Negro Sergio, otro personaje de entonces, estaba sentado cavilosamente frente al piano. Como no daba sintonías de alegría, el Pibe Ernesto se le acercó para animarlo a participar del baile. Sergio se impacientó, y más por alejarlo que por inspiración tocó algunos compases. Ponzio se quedó a su lado, muy pálido, esperando.


—¿No seguís?

—¿Seguir qué?, le contestó extrañado el otro.
—Lo que estás tocando…
—Pero, si no toco…
—¿No? Salí de ahí, pedazo de zonzo…
Y se sentó él. Al rato, otros acordes… y otros… Había nacido Don Juan.


Una historia distinta es la que cuenta el violinista Francisco Mastrazzi, quien afirma que un hermano mayor suyo estuvo presente en ese momento. La diferencia principal en su versión es que quien inició la composición no lo hizo en un piano, sino en una guitarra.​

Otro detalle que circula es que el título originalmente era El panzudo, avalada por el guitarrista Eusebio Aspiazu, porque estaba dedicado a una persona muy gorda que habituaba los boliches.

Según el autor Oscar del Priore, el "Pibe" Ernesto Ponzio (el compositor) habría afirmado que esta obra era el primer tango argentino.​ Sin embargo, no hay indicios de que lo haya sido, sino más bien de lo contrario.​ Lo que sí es destacable es que, junto al tango Rosendo, corresponden a los primeros tangos que han sido grabados por una orquesta típica de tango. El mismo fue grabado en 1910, por la Orquesta Típica Criolla Vicente Greco.

Según consigna el libro «Cien tangos fundamentales», el compositor adjuntó la siguiente dedicatoria en una de las últimas ediciones:​

Dedico este primer tango argentino con letra y pizzicato a todos los músicos de mi patria como un sincero homenaje de la Guardia Vieja a la brillante juventud de hoy.

A pesar de haber sido compuesto y estrenado dentro del período de la Guardia Vieja,​ el tema presenta una estructura dividida en dos partes, y no en tres como se acostumbraba en dicho período.

Les dejo tres versiones de este fascinante tango. En primer lugar, la de ALBERTO GÓMEZ como solista de la Orquesta Típica Victor y que fue grabada el 4 de febrero de 1932. En segundo lugar esta bonita versión de FRANCISCO CANARO y su Orquesta en 1929. Por último les dejo la versión de 1950 grabada por el "Pichuco" ANÍBAL TROILO.

Disfruten de ellas!!!


Alberto Gómez




Francisco Canaro




Aníbal Troilo

domingo, 11 de noviembre de 2018

249 - DANZARÍN - (Aníbal Troilo / Osvaldo Piro / Los Indios Tacunau)

DANZARÍN es un tango compuesto por el bandoneonista Julián Plaza que fue estrenado en 1956 por la orquesta de Alfredo De Angelis. Es una muestra del enfoque vanguardista de su autor, que lo desarrolló pensando en los bailarines, imaginando las distintas facetas de la danza y procurando insertar los elementos necesarios para el que está bailando y se convirtió en uno de los tangos favoritos para el baile escénico del tango.

Plaza, luego de iniciarse profesionalmente en la famosa década de 1940, pasó a ser figura de punta en la generación del cincuenta y cinco, junto a Osvaldo Berlinghieri, Leopoldo Federico, Osvaldo Requena, Atilio Stampone y otros más. Esa posición vanguardista nunca lo alejó de las genuinas raíces del tango y supo conservar la auténtica carnadura popular y ciudadana del tango. Solvente ejecutante tanto del bandoneón como del piano, compositor de clásicos instrumentales como Danzarín, Melancólico, Nocturna o Locos de contento y eximio arreglista, tiene un lugar relevante en la historia del tango.

A partir de la composición del tango A lo moderno, estrenado por Miguel Caló en 1954, Julián Plaza creó una serie de obras - Sensiblero, Danzarín, Melancólico, Nostálgico, Buenos Aires-Tokio y Disonante- con dibujos rítmicos hábilmente desarrollados con tendencia al empleo de los tonos mayores en las que se observa la influencia que de algún modo indirecto o patente ha tenido sobre buena parte de esa generación de orquestadores la absorbente personalidad de Astor Piazzolla. ​Dentro de ese conjunto de obras, "Danzarín" es la más difundida y ha sido ejecutada no solamente por conjuntos de música típica sino también en adaptaciones por orquestas sinfónicas y conjuntos de cámara.

Plaza dijo que el motivo principal de la melodía le surgió una noche en la esquina de Corrientes y Esmeralda después de actuar en el local Empire con la orquesta de Osvaldo Ramos como todas las noches hasta las 3 de la madrugada; dice que anotó el tema, el motivo melódico, en el margen de un periódico y a lo largo de los días lo fue desarrollando pensando en un homenaje al bailarín e imaginando, en consecuencia, las distintas facetas de la danza y procurando insertar los elementos necesarios para el que está bailando. Plaza indica que por eso la pieza contiene una parte sentimental que se presta para el baile apasionado y otras con distinto tratamiento rítmico, ora juguetona, ora más tanguera.

La idea del título le vino por esos días a raíz de losversos "Danzarina en la tarde..." que había creado Juan Carlos La Madrid para su tango Fugitiva. Alfredo Gobbi escuchó la pieza todavía en etapa de elaboración e hizo alguna sugerencia útil para el compositor y Enrique Mario Francini la estrenó con su orquesta. Plaza estaba por entonces haciendo para Aníbal Troilo el arreglo de Aguantate Catalina y Pichuco lo convocó para hacer el de Danzarín con miras a incorporarlo a su repertorio. Plaza contó la emoción que, dada su admiración por el bandoneonista, le provocó el pedido y que al empezar a tocar le sugirió al autor dar vuelta el esquema que llevaba y modificarlo colocando la parte melódica al principio y a cargo de la cuerda. Troilo no solamente lo estrenó en Radio El Mundo y realizó la más célebre grabación de este tango sino que además incorporó la costumbre de comenzar con ese tema la mayoría de sus actuaciones, lo que fue un gran espaldarazo para su difusión.

Junto a "Quejas de bandoneón" y "Verano porteño", "Danzarín" es uno de los tangos favoritos para el baile escénico a partir de que la pareja de Juan Carlos Copes y María Nieves lo incorporaron a sus coreografías.

Fue grabado por Aníbal Troilo el 15 de diciembre de 1958 para Odeon y el 25 de abril de 1963 para RCA Victor, por la orquesta Osvaldo Piro en 1996 para la discográfica EMI, por el Sexteto Mayor en 2012 para el sello Calle Angosta Discos, Mario Enrique Francini lo registró en dos ocasiones, Sebastián Plaza lo grabó con su orquesta y también lo hicieron Florindo Sassone y Leopoldo Federico, entre otros.

Les voy a dejar en primer lugar la interpretación en vivo de este tango por parte de ANÍBAL TROILO en 1972 en el teatro Colón de Buenos Aires. En segundo lugar podremos escuchar la citada anteriormente versión de OSVALDO PIRO para terminar con la que hicieron, fantástica, a dos guitarras, los "folklóricos" INDIOS TACUNAU.


Aníbal Troilo




Osvaldo Piro




Los Indios Tacunau