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viernes, 4 de enero de 2019

299 - UNA EMOCIÓN - (Raúl Berón y Lucio Demaré / Roberto Goyeneche con Atilio Stampone / Enrique Campos y Ricardo Tanturi)

El tango UNA EMOCIÓN lo he escuchado tantas veces a lo largo de mi vida, lo he bailado en infinidad de ocasiones, en distintos países, con distintas compañeras, lo disfrutamos con la barra cuando acudíamos a la milonga, y sigue estando firme en mi cartelera particular. Porque continúa provocándome unas cosquillas en el alma, como un símbolo que refleja en sus versos y música las peripecias y sentimientos de la vida cotidiana de tantas personas que caminaron las calles porteñas.


Vengan a ver que traigo yo

en esta unión de notas y palabras...


La entrada no puede ser más expresiva. El hecho comunicativo se agranda, cava pozos de reflexiones en la mesa diaria del café que nos unió a lo largo de nuestras andanzas. Nos coloca de entrada en el adentramiento íntimo de los versos. Y ya en la primera parte del tema estamos ante un tango que siempre nos despertará recuerdos, nos demandará una atención exquisita, íntima, en la pista, nos empujará con sus llamados interiores, su despertar de fantasmas que nos acompañan.


Es la canción que me inspiró

la evocación que anoche me acunaba.
es voz de tango modulado en cada esquina
por el que vive una emoción que lo domina,
quiero cantar por este son
que es cada vez más dulce y seductor.


Los versos le pertenecen a José María Suñé, que fuera representante de varias orquestas y cantantes y destacara en ese rubro durante años. Pero a la vez, también fue un poeta que supo abarcar las sensibilidades que desparrama diariamente la ciudad que lo vio nacer. Llegó al mundo en 1911, en el barrio de Balvanera, escribió su primera letra de tango a los 18 años, y sabría unirse a compositores que le pondrían música a sus obras. Entre otros: Roberto y Juan Caló, Eduardo del Piano, José Nieso, Osmar Maderna, José Basso, Miguel Nijensohn, Roberto Grela, Francisco De Caro, Carlos Marcucci, Argentino Galván y otros.

Con ese gran violinista y compositor, Raúl Kaplún, armaron páginas muy representantivas, como La mesa de un café, Nos encontramos al pasar, Sólo se vive una vez, Pasión, Igual igual que ayer, Canción de rango, y este tango que traigo hoy a la página: Una emoción. Todos estos temas.tuvieron recorrido y estuvieron en el repertorio de orquestas y cantantes del cuarenta, por su polenta y sentimiento tan porteño. Como en esta descripción tan evocativa.


Envuelto en la ilusión, anoche lo escuché

compuesta la emoción por cosas de mi ayer,
la casa en que nací, la reja y el parral,
la vieja calesita y el rosal.
su acento es la canción, de voz sentimental,
su ritmo es el compás que vive en mi ciudad,
no tiene pretensión, no quiere ser procaz,
se llama tango y nada más.


Se trata de un tema que no ha sido demasiado ejecutado por distintas orquestas. Y es una pena por todo lo que contienen los versos y la música. En la pista es un llamado imperioso para los bailarines, en las versiones de Tanturi-Campos o Demare-Berón, hermosas ambas. Por todo lo que provoca en las fibras íntimas del milonguero, tanto en él como en ella.También es cierto que cuando una orquesta y cantor realizan una versión impecable de un tema determinado, ya siembran su impronta y es difícil igualar o mejorar la que ha sido consagrado por el público. Al margen, Suñé define muy bien al tango con la primera bis, que redondea el tono de esta hermosa pieza del género popular rioplatense.


Esta emoción que traigo yo

nació en mi voz cargada de nostalgia,
siento un latir de rebelión
cuando a este son, sus versos le disfrazan. 
Si es tan sencillo y tan humilde en sus compases
por qué anotarle un mal ejemplo en cada frase...
Con este resto de emoción
muy fácil es llegar al corazón.


Y lo dice un tipo que también escribió temas como: Yo quiero cantar un tango, Decime que pasó, Viento malo, Somos, Te ví llegar, Sol, Cofre de recuerdos, El pasado vuelve, Nos encontramos al pasar, Viejas ansias, etc. Osvaldo Ribó lo cantó y grabó con Roberto Grela. También lo hizo Vanesa Quiroz y Ariel Ardit lo registró con la orquesta El arranque, con su acento tan tanguero.

José María Otero en "Tangos al bardo".


Pero José María Otero nos deja la hermosa interpretación de RAÚL BERÓN con la distinguida orquesta de LUCIO DEMARE. Fue el primer registro de este delicioso tango. Lo llevaron al disco el 3 de septiembre de 1943, dos meses antes que Tanturi-Campos. Suñé representaba a ambas orquestas. A ella, yo le sumo la del Polaco, ROBERTO GOYENECHE con ATILIO STAMPONE y la de ENRIQUE CAMPOS acompañado `por la orquesta de RICARDO TANTURI.


Lucio Demaré y Raul Berón




Roberto Goyeneche y Atilio Stampone




Enrique Campos y Ricardo Tanturi



miércoles, 26 de diciembre de 2018

289 - EN UN RINCÓN - (Raúl Berón y Lucio Demare / Osvaldo Fresedo y Oscar Serpa)

Cuando amontonás muchas noches, días, madrugadas con aventuras, heridas, historias que dejaron flecos..., el camino se va nutriendo de pasiones, sentimientos, adioses, excitantes improvisaciones, el misterio del amor y el aprendizaje del abandono. Son experiencias que devienen en un síndrome emocional. El tiempo dilatado de las caricias, el tiempo del éxtasis, la espita de la melancolía que el poeta lleva al papel convertido en verso. Historias de vida.

El tango tuvo a esos personajes que supieron llevar esos capítulos de existencia al poema, que, hilado con la música de compositores inspirados, lograron a través de su propuesta estética, el hecho de que muchas historias maceradas en el dolor del adiós final, quedaran para siempre reflejadas en el tango. En medio está la simbiosis química que unió temporalmente a dos personas y el testimonio que recorre el derrotero musical.

¿Quien no pasó por esos momentos de exaltación, de angustia, de amor o romances pasajeros que dejaron huella? El mundo de la música en general se nutre de ellos y el tango, tan nostálgico, supo recrearlos en páginas hermosas, tremendas, de sus poetas y compositores.

Y cuando escucho a la orquesta de Lucio Demare, por ejemplo, hoy, me inspira especialmente esa recurrencia a la mirada hacia atrás. Tiene una cosa que no sé como definirla, pero al compás de su ritmo lánguido, especial, sentimentalmente muy siglo veinte, se me da por reflexionar sobre la vida, los momentos hermosos y los momentos truncados. Máxime si el que está cantando con la orquesta es Raúl Berón. Y me envuelvo con ellos en este tango de Homero Manzi y Héctor María Artola: EN UN RINCÓN.


Allí, tal vez, tal vez
tu ayer encontraré,
tu ayer cargado de silencio
volviendo por las calles del recuerdo.
La vida que se ha muerto y no se ha muerto
Sombras...! Sueños...!
Quemar... quemar el corazón
y luego recordar
en un rincón...!


Como una especie de apóstol obstinado del amor fou, Manzi se especializó, entre otros argumentarios, en la reviviscencia del tiempo pasado, con su sensibilidad perceptiva y su brocha fértil. Tal vez motivado con el único objetivo de que la escritura alivie su tristeza, el autor se mira en el espejo de una decepción compartida. Y Artola le pone el marco musical para que el mensaje nos llegue a fondo y nos sumerja en la misma casa de niebla del protagonista.


La luz feliz...
La luna llena...
Tus ojos grandes...
tus manos buenas...
Y al fin la soledad del corazón. 
En un rincón
murió tu voz.
La luz más gris, más gris mi amor.


Hay días grises, de esos que muerden el alma, y uno no puede menos que imaginar lo que pasaría por la mente de Homero cuando abría su corazón lacerado por el flujo azaroso de la memoria. El cepo de los sintáctico no lo abruma y su pluma deja una constancia lúcida y desencantada, con una gran zambullida en la nostalgia de lo perdido. No hay amor sin dolor. El ritmo de la música y el verso forman una unidad que alimentan el significado.

No sé si al fin mi amor 
sabrá decirte adiós... 
y hundirte en el olvido
consciente de que todo se ha perdido.
Es triste comprender que ya te has ido...!
Sombras...! Sueños...!
Mejor seguir sin ese adiós
viviendo del ayer
en un rincón...!


José María Otero en "Tangos al bardo"

Escuchemos "En un rincón", en primer lugar, en la impecable versión de RAÚL BERÓN, acompañado por LUCIO DEMARÉ en la grabación realizada el 21 de diciembre de 1943. También les invito a escuchar esta hermosa versión del tango que realizaran OSVALDO FRESEDO y OSCAR SERPA el 15 de junio de 1944.


Lucio Demaré y Raul Berón




Osvaldo Fresedo y Oscar Serpa


domingo, 4 de junio de 2017

160 - MONEDA DE COBRE - (Alberto Castillo / Alfredo Belusi / Raúl Berón y Lucio Demaré)

La prostitución femenina ha sido una constante en la historia de la Argentina. Por otra parte, ha sido un fenómeno planetario, a lo largo de muchos siglos. En el caso de nuestro país y con vinculación al tango, se advierte en diversas fuentes el sistema de relaciones existentes; algunas de ellas son documentales, legales, bibliográficas, hemerográficas y literarias.

Me referiré, entonces, particularmente, a la literatura popular argentina y, de modo más especial todavía, a la poesía lunfarda y a las letras de tango. Son muy ricas hasta 1910 aproximadamente, pero la puntualización que haré se refieren al período 1920-1940. Hacia 1920 estaban frescos los recuerdos sobre los prostíbulos y sobre el ejercicio de la prostitución en casas que no eran prostíbulos. Ambas forman subsistieron, aunque con menor intensidad.

La problemática lunfarda informa sobre esto, así como sobre el vocabulario existente, propio de la actividad: mina, tirar el carro, moma, pupila, madama, lata, fiolo, cafiolo,cafiolar, fiolar, cafishio, etc., subsistieron como vocablos propios de ese ambiente.

De las letras existentes de los primitivos "tangos" y de las cuartetas prostibularias, así como de títulos y letras de tango, quedaron los testimonios en toda la historia y literatura tangueras. Hasta 1937 existieron los cafés de camareras, particularmente en La Boca; las mujeres que atendían las mesas, que vestían de negro, bailaban con los parroquianos, entre café y café, o entre copa y copa. Y también... en el mismo lugar.

En los cabarets de Buenos Aires, que no eran similares a los europeos, había reservados donde se hacía al amor; hubo algunos famosos, en el mismo centro de la ciudad. Además, hasta esa fecha existieron los prostíbulos, reglamentados y controlados por las autoridades públicas. En ese momento se clausuran prostíbulos y cafés de camareras. Luego igualmente subsiste la prostitución, de diversas formas.

Una de ellas fueron algunas orquestas de señoritas, integradas por mujeres que no sabían música ni tocaban, simulaban hacerlo. Cuando bajaban del escenario o del "palco tanguero" arreglaban horarios y tarifas con los clientes.

Generalmente, las letras de tango de esa época no aluden en forma directa a la prostitución, pero sí a las mujeres que la ejecían, con eufemismo: cabaretera, milonga, milonguera; había todavía una franja de mujeres extranjeras, en lugares de categoría; la poesía popular ya no aludía más a los quecos, "tambos" y, en fin, casas públicas, y menos a la prostitución organizada existente.

POR EDUARDO GIORLANDINI (Artículo publicado en la Revista CLUB DE TANGO Nro.19 Mayo-Junio 1996)



Las prostitutas son protagonistas centrales en la mitología tanguera. Basta para ello evocar los innumerables poemas que las mentan como víctimas o victimarias. El tango posee una mirada desenfadada sobre las putas, pero no obscena, mucho menos pornográfica. Puede haber machismo, violencia, pero también amor, afecto y en algunos casos compasión o piedad por las alternativas de un destino. Hay también lugares comunes, pero los grandes tangos escritos en su homenaje los disimulan. Ejemplo evidente se ve en el tango de Carlos Viván, “MONEDA DE COBRE”, al que puso letra Horacio Sanguinetti y esos veinte años cumplidos en un cabaret.

Veamos las interpretaciones de este tango, en primer lugar, de ALBERTO CASTILLO para seguir con la de ALFREDO BELUSI en el Club Rivadavia de Junin, en 1993, en ocasión de cumplir 8 anos el programa "El Tango Cuenta su Historia". Por último les dejo la versión en audio de una dupla inolvidable, la que forman LUCIO DEMARÉ y RAÚL BERÓN.



Alberto Castillo




Alfredo Belusi




Raúl Berón y Lucio Demaré


jueves, 11 de mayo de 2017

136 - EL PESCANTE - (Raúl Berón y Lucio Demaré / Roberto Goyeneche y Armando Pontier / Daniel Cortés)

EL PESCANTE, tango de Homero Manzi y Sebastián Piana, pinta como pocos aquella Buenos Aires de calles empedradas por las cuales circulaban infinidad de carros con sus cargas destinadas al comercio: El papero ("¡Llegó la papaaaa nuevaaa!"), el lechero con su carrito fileteado, los de la Panificación... Época de corralones para alojar a los nobles matungos, de herrerías en los barrios para cambiar las herraduras de los cuadrúpedos. El Pescante se identifica con otros del mismo tenor como El carrerito, de Vaccarezza y De los Hoyos o Mano blanca, del mismo Manzi con música de Arturo De Bassi.

Homero Manzi (Manzione) bajó de su Santiago del Estero natal) y fue alojado para el estudio en el Colegio Luppi de Pompeya. Barrio de andurriales, de zanjas, de ranas, con potreros donde corrían los niños detrás de una pelota, el pitido del tren estremecía los patios abiertos de las casitas con malvones enlatados, y los olorosos jazmines del país que le daban aroma y color al humilde vecindario.

Por las noches se escuchaba chairar a las guitarras, en serenatas y en payadas interminables. Los cardales que bordeaban las vías del ferrocarril, crecían como si la pampa se hubiera estancado en los comienzos de la Gran Aldea. Existían antiguas pulperías en las que solían detenerse los hombres de a caballo que llegaban de Mataderos, esquivando los charcos y lagunitas que se formaban en el camino.

En una genial descripción de aquella zona alejada del centro, el propio Manzi la pintaba así:

-Desde la barranca de Boedo hacia el sur, se presentían Pompeya y Puente Alsina, con sus porrones, sus chimeneas y sus inundaciones; y hacia el norte, el último pedazo de Almagro, escenario de José Bettinotti, el pequeño muchacho zapatero, que inventó, vaya a saberse cómo, la primera canción de Buenos Aires. Y al otro lado, Cochabamba arriba, las calles anchas y los árboles verdes y hasta retazos de alfalfares y quintas misteriosas.

-Y por San Juan, ganando el río, San Cristóbal bravo lleno de mostradores y de escudos de comité y de canchas de taba y de pedanas a cuchillo. Y a los cuatro rumbos, casas sin salas y corredores profundos y huecos sembrados de vidrio y latas y de hombres traídos por los mares y mujeres con pañuelos atados a la cabeza y muchachos argentinos que estaban fundando, sin saberlo, al hijo nuevo de la patria vieja.

-Boedo era algo así como un paso pesado que diera Puente Alsina para llegar al centro, como también el tránsito obligado de las gentes del centro cuando querían acercar el alma al Riachuelo.

Homero Manzi cantó como nadie el paso irremediable del tiempo, en versos convertidos en páginas maravillosas, y que descubrieron el sur perdido de los porteños que nunca fueron merecedores de la atención de intendentes y concejales municipales. Ellos sólo mimaron al centro y el Barrio Norte. Temas metafísicos e íntimos como Barrio de tango, Cornetín, Valsecito de antes, Nobleza de arrabal, Milonga de Puente Alsina, Arrabal, El último organito, Esquinas porteñas, Mano blanca, Romance de barrio y la inmortal e hímnica Sur, que hiciera con Troilo y nos sigue emocionando, son apenas brochazos maravillosos de su pluma homenajeando al barrio que lo acogió. Son paisajes que brotan en el recuerdo como fotografías desteñidas por el paso del tiempo. Pero la paleta lírica de Homero las devuelve indemnes, hermoseadas y llenas de nostalgia.

Curiosamente, en un reportaje lejano (Manzi vivió solo 46 años), cuando le dieron un a elegir un tema entre su vasta producción, dudó, y al final dijo algo así:

"Es muy difícil tener un hijo preferido. Muchas de mis obras me dieron satisfacciones grandes. Escucharlas por voces maravillosas, e incluso por grandes orquestas, no tiene precio. Pero, qué sé yo, mi corazón tiene una relación con El Pescante que me deja como un poso especial. Sí, es un tango que expresa mis sentimientos y encontró la música ideal, en la creación de Piana. El Pescante significó mucho en mi paso por el tango. Una especie de mojón definitivo".

Obtendría el segundo puesto en el concurso organizado en el Teatro Sarmiento, en 1934, en el sainete La canción de los barrios, de Canaro e Ivo Pelay, cantado por Ernesto Famá. Éste lo grabaría el 7 de junio de ese año con la orquesta de Francisco Canaro, como lo haría inmediatamente Ada Falcón con la misma formación. Luego lo registrarían numerosos intérpretes y de entre todas esas grabaciones escojo la de Lucio Demare con la voz de Raúl Berón que fue llevada al disco el 11de febrero de 1943. Y la de Roberto Goyeneche acompañado por la orquesta de Armando Pontier, de septiembre de 1968.

José María Otero en "Tangos al bardo"

Les dejo tres versiones muy distintas del tango. En primer lugar la interpretada por RAUL BERON, acompañado de la orquesta de LUCIO DEMARE. Después, la del "polaco" ROBERTO GOYENECHE con la orquesta de ARMANDO PONTIER y por último, la de DANIEL CORTES, en vivo, en el programa televisivo "Grandes valores del tango".



Raúl Berón y Lucio Demaré




Roberto Goyeneche y Armando Pontier




Daniel Cortés

viernes, 21 de abril de 2017

112 - NO TE APURES, CARABLANCA - (Ignacio Corsini / Lucio Demaré y Juan Carlos Miranda / Julio Sosa)

Este tango es de uno de los poetas que merecen estar en el podio de los grandes. Me refiero a Carlos Bahr, quien dejó sembrada una parva de temas que iluminaron las noches interminables del cuarenta y cincuenta. La música pertenece a Roberto Garza, bandoneonista, arreglador, director y compositor.

NO TE APURES CARABLANCA, es el supuesto diálogo del carrero con su caballo cadenero, descargando en él sus cuitas amorosas. Reverbera aquella época en que los carros transportaban las mercancías y Buenos Aires estaba poblado de ellos. Yo alcancé de pequeño a divisar el final de los corralones porque a la vuelta de casa había una herrería, y el paisaje, aunque lejano, me es familiar. Recuerdo vagamente las tardecitas cuando volvían de recalada. Y el matungo lo hacía de memoria.

No te apures, Carablanca... 
Que no tengo quién me espere... 
Nadie extraña mi retardo, 
para mí siempre es temprano 
para llegar. 
No te apures, Carablanca... 
Que al llegar me quedo solo... 
Y la noche va cayendo, 
y en sus sombras los recuerdos 
 lastiman más. 

En el año 1942, Ignacio Corsini, ya palpitaba su retiro artístico y sólo grabó dos temas. Fue el 8 de octubre de ese año. De un lado esta el valsecito de Homero Expósito, Francini y Stamponi: Pedacito de cielo y en el reverso de aquellos discos de 78rpm, este tema. Y lo hizo acompañado en ambos por la orquesta dirigida por Roberto Garza (José García López). Fue un exitazo, precisamente, el último.

Me achica el corazón 
salir del corralón, 
porque me sé perdido. 
Me tienta la ilusión 
que ofrece el bodegón, 
en su copa de olvido. 
Caña en la pena... 
llama que me abrasa 
mal que no remedia, 
pena que se agranda. 
Siempre lo mismo... 
voy para olvidarla 
y entre caña y caña 
la recuerdo más. 

Carlos Bahr nacido y criado en la Boca, conoció el tiempo de los carreros y los caballos trotando en el adoquín de las calles. A Cadícamo le inspiraron algunos tangos y Vaccarezza en El carrerito, también desmenuza aquella época porteña. Además de Corsini, también lo cantó Hugo Del Carril y Aníbal Troilo con la voz de Fiorentino dejó una hermosa grabación el 18 de septiembre de 1942.

Roberto Garza, un músico desdibujado en las biografías e historias de tango, dirigió el acompañamiento de Mercedes Simone, fue el primer bandoneón y arreglador en la mejor época de la orquesta de Enrique Rodríguez y tuvo su propio conjunto. Acompañó a Armando Moreno, cuando se fueron de la orquesta de Rodríguez, actuó en Colombia y tiene una obra valiosa como compositor.

No te apures, Carablanca
que aquí arriba del pescante, 
mientras ando traqueteando 
voy soñando como cuando 
la conocí. 
No te apures, Carablanca... 
que no tengo quien me espere 
como entonces, cuando iba 
compadreando la alegría 
de ser feliz. 

Cuando Lucio Demare formó su impecable orquesta en 1938, estuvo probando al cantor que quería y luego de descartar a algunos, se quedó con el desconocido Juan Carlos Miranda (Rafael Miguel Sciorra), un muchacho de Chivilcoy que había cantado en su ciudad y que había tomado algunas clases en la Academia de los Rubistein. Demare lo calificó entonces de chansonnier, de acuerdo a su experiencia en la época que vivió en Francia.

Pero Miranda se adaptó muy bien a la orquesta y con Demare alcanzó un registro maravilloso de este tango. Al principio, Lucio, que los conoció en el Abasto, con el piano parece imitar el andar del percherón. Lo grabaron el 9 de octubre de 1942 y es un tema imperdible que esta noche pasaré en la milonga una vez más.

Mi agradecimiento a José María Otero y a su blog "Tangos al bardo".


Les dejo en primer lugar, la versión en audio de IGNACIO CORSINI, como antes se indicaba, acompañado por la orquesta dirigida por Roberto Garza. En segundo lugar la versión de 1942 de la orquesta de LUCIO DEMARÉ, con la participación en la voz del cantor JUAN CARLOS MIRANDA. Por último no podía obviar la versión que a mi más me gusta: la del Varón del tango, JULIO SOSA.


Ignacio Corsini




Lucio Demaré y Juan Carlos Miranda 




Julio Sosa