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viernes, 4 de enero de 2019

299 - UNA EMOCIÓN - (Raúl Berón y Lucio Demaré / Roberto Goyeneche con Atilio Stampone / Enrique Campos y Ricardo Tanturi)

El tango UNA EMOCIÓN lo he escuchado tantas veces a lo largo de mi vida, lo he bailado en infinidad de ocasiones, en distintos países, con distintas compañeras, lo disfrutamos con la barra cuando acudíamos a la milonga, y sigue estando firme en mi cartelera particular. Porque continúa provocándome unas cosquillas en el alma, como un símbolo que refleja en sus versos y música las peripecias y sentimientos de la vida cotidiana de tantas personas que caminaron las calles porteñas.


Vengan a ver que traigo yo

en esta unión de notas y palabras...


La entrada no puede ser más expresiva. El hecho comunicativo se agranda, cava pozos de reflexiones en la mesa diaria del café que nos unió a lo largo de nuestras andanzas. Nos coloca de entrada en el adentramiento íntimo de los versos. Y ya en la primera parte del tema estamos ante un tango que siempre nos despertará recuerdos, nos demandará una atención exquisita, íntima, en la pista, nos empujará con sus llamados interiores, su despertar de fantasmas que nos acompañan.


Es la canción que me inspiró

la evocación que anoche me acunaba.
es voz de tango modulado en cada esquina
por el que vive una emoción que lo domina,
quiero cantar por este son
que es cada vez más dulce y seductor.


Los versos le pertenecen a José María Suñé, que fuera representante de varias orquestas y cantantes y destacara en ese rubro durante años. Pero a la vez, también fue un poeta que supo abarcar las sensibilidades que desparrama diariamente la ciudad que lo vio nacer. Llegó al mundo en 1911, en el barrio de Balvanera, escribió su primera letra de tango a los 18 años, y sabría unirse a compositores que le pondrían música a sus obras. Entre otros: Roberto y Juan Caló, Eduardo del Piano, José Nieso, Osmar Maderna, José Basso, Miguel Nijensohn, Roberto Grela, Francisco De Caro, Carlos Marcucci, Argentino Galván y otros.

Con ese gran violinista y compositor, Raúl Kaplún, armaron páginas muy representantivas, como La mesa de un café, Nos encontramos al pasar, Sólo se vive una vez, Pasión, Igual igual que ayer, Canción de rango, y este tango que traigo hoy a la página: Una emoción. Todos estos temas.tuvieron recorrido y estuvieron en el repertorio de orquestas y cantantes del cuarenta, por su polenta y sentimiento tan porteño. Como en esta descripción tan evocativa.


Envuelto en la ilusión, anoche lo escuché

compuesta la emoción por cosas de mi ayer,
la casa en que nací, la reja y el parral,
la vieja calesita y el rosal.
su acento es la canción, de voz sentimental,
su ritmo es el compás que vive en mi ciudad,
no tiene pretensión, no quiere ser procaz,
se llama tango y nada más.


Se trata de un tema que no ha sido demasiado ejecutado por distintas orquestas. Y es una pena por todo lo que contienen los versos y la música. En la pista es un llamado imperioso para los bailarines, en las versiones de Tanturi-Campos o Demare-Berón, hermosas ambas. Por todo lo que provoca en las fibras íntimas del milonguero, tanto en él como en ella.También es cierto que cuando una orquesta y cantor realizan una versión impecable de un tema determinado, ya siembran su impronta y es difícil igualar o mejorar la que ha sido consagrado por el público. Al margen, Suñé define muy bien al tango con la primera bis, que redondea el tono de esta hermosa pieza del género popular rioplatense.


Esta emoción que traigo yo

nació en mi voz cargada de nostalgia,
siento un latir de rebelión
cuando a este son, sus versos le disfrazan. 
Si es tan sencillo y tan humilde en sus compases
por qué anotarle un mal ejemplo en cada frase...
Con este resto de emoción
muy fácil es llegar al corazón.


Y lo dice un tipo que también escribió temas como: Yo quiero cantar un tango, Decime que pasó, Viento malo, Somos, Te ví llegar, Sol, Cofre de recuerdos, El pasado vuelve, Nos encontramos al pasar, Viejas ansias, etc. Osvaldo Ribó lo cantó y grabó con Roberto Grela. También lo hizo Vanesa Quiroz y Ariel Ardit lo registró con la orquesta El arranque, con su acento tan tanguero.

José María Otero en "Tangos al bardo".


Pero José María Otero nos deja la hermosa interpretación de RAÚL BERÓN con la distinguida orquesta de LUCIO DEMARE. Fue el primer registro de este delicioso tango. Lo llevaron al disco el 3 de septiembre de 1943, dos meses antes que Tanturi-Campos. Suñé representaba a ambas orquestas. A ella, yo le sumo la del Polaco, ROBERTO GOYENECHE con ATILIO STAMPONE y la de ENRIQUE CAMPOS acompañado `por la orquesta de RICARDO TANTURI.


Lucio Demaré y Raul Berón




Roberto Goyeneche y Atilio Stampone




Enrique Campos y Ricardo Tanturi



miércoles, 26 de diciembre de 2018

289 - EN UN RINCÓN - (Raúl Berón y Lucio Demare / Osvaldo Fresedo y Oscar Serpa)

Cuando amontonás muchas noches, días, madrugadas con aventuras, heridas, historias que dejaron flecos..., el camino se va nutriendo de pasiones, sentimientos, adioses, excitantes improvisaciones, el misterio del amor y el aprendizaje del abandono. Son experiencias que devienen en un síndrome emocional. El tiempo dilatado de las caricias, el tiempo del éxtasis, la espita de la melancolía que el poeta lleva al papel convertido en verso. Historias de vida.

El tango tuvo a esos personajes que supieron llevar esos capítulos de existencia al poema, que, hilado con la música de compositores inspirados, lograron a través de su propuesta estética, el hecho de que muchas historias maceradas en el dolor del adiós final, quedaran para siempre reflejadas en el tango. En medio está la simbiosis química que unió temporalmente a dos personas y el testimonio que recorre el derrotero musical.

¿Quien no pasó por esos momentos de exaltación, de angustia, de amor o romances pasajeros que dejaron huella? El mundo de la música en general se nutre de ellos y el tango, tan nostálgico, supo recrearlos en páginas hermosas, tremendas, de sus poetas y compositores.

Y cuando escucho a la orquesta de Lucio Demare, por ejemplo, hoy, me inspira especialmente esa recurrencia a la mirada hacia atrás. Tiene una cosa que no sé como definirla, pero al compás de su ritmo lánguido, especial, sentimentalmente muy siglo veinte, se me da por reflexionar sobre la vida, los momentos hermosos y los momentos truncados. Máxime si el que está cantando con la orquesta es Raúl Berón. Y me envuelvo con ellos en este tango de Homero Manzi y Héctor María Artola: EN UN RINCÓN.


Allí, tal vez, tal vez
tu ayer encontraré,
tu ayer cargado de silencio
volviendo por las calles del recuerdo.
La vida que se ha muerto y no se ha muerto
Sombras...! Sueños...!
Quemar... quemar el corazón
y luego recordar
en un rincón...!


Como una especie de apóstol obstinado del amor fou, Manzi se especializó, entre otros argumentarios, en la reviviscencia del tiempo pasado, con su sensibilidad perceptiva y su brocha fértil. Tal vez motivado con el único objetivo de que la escritura alivie su tristeza, el autor se mira en el espejo de una decepción compartida. Y Artola le pone el marco musical para que el mensaje nos llegue a fondo y nos sumerja en la misma casa de niebla del protagonista.


La luz feliz...
La luna llena...
Tus ojos grandes...
tus manos buenas...
Y al fin la soledad del corazón. 
En un rincón
murió tu voz.
La luz más gris, más gris mi amor.


Hay días grises, de esos que muerden el alma, y uno no puede menos que imaginar lo que pasaría por la mente de Homero cuando abría su corazón lacerado por el flujo azaroso de la memoria. El cepo de los sintáctico no lo abruma y su pluma deja una constancia lúcida y desencantada, con una gran zambullida en la nostalgia de lo perdido. No hay amor sin dolor. El ritmo de la música y el verso forman una unidad que alimentan el significado.

No sé si al fin mi amor 
sabrá decirte adiós... 
y hundirte en el olvido
consciente de que todo se ha perdido.
Es triste comprender que ya te has ido...!
Sombras...! Sueños...!
Mejor seguir sin ese adiós
viviendo del ayer
en un rincón...!


José María Otero en "Tangos al bardo"

Escuchemos "En un rincón", en primer lugar, en la impecable versión de RAÚL BERÓN, acompañado por LUCIO DEMARÉ en la grabación realizada el 21 de diciembre de 1943. También les invito a escuchar esta hermosa versión del tango que realizaran OSVALDO FRESEDO y OSCAR SERPA el 15 de junio de 1944.


Lucio Demaré y Raul Berón




Osvaldo Fresedo y Oscar Serpa


lunes, 29 de octubre de 2018

235 - LA VIOLETA - (Carlos Gardel / Aníbal Troilo, Jorge Casal y Raúl Berón / Roberto Goyeneche y Aníbal Troilo)

La letra que escribiera Nicolás Olivari en LA VIOLETA es una historia de inmigrantes nostálgicos. Un drama quizá equivalente, parecido al de tantas otras inmigraciones, de cotidianidad que aún más dura para el que llega sin otro bien que su fuerza de trabajo. En él se narra el drama que llegaba “encerrado en la panza de un buque”. Olivari, junto al autor de la música de "La Violeta", Cátulo Castillo, planearon una máxima vinculación entre nuestro tango y los inmigrantes, muchos de ellos, italianos que en la cantina que se nombra (probablemente del barrio portuario La Boca), llevaban el ritmo de sus viejas canciones, golpeando el puño sobre la mesa y haciendo peligrar los vasos de "bon vin cartun", tal como dice el tango en un exacto recordatorio:

"Con el codo en la mesa mugrienta
y la vista clavada en un sueño,
piensa el tano Domingo Polenta
en el drama de su inmigración.
Y en la sucia cantina que canta
la nostalgia del viejo paese,
desafina su ronca garganta
ya curtida de vino carlón".

Pero, ¿ejercieron los italianos una influencia considerable en la gestación y el desarrollo del tango?

Importantes medios gráficos, durante los primeros años del siglo XX, se referían al “italiano acriollado como un famoso cultivador del tango”.

La crónica de la época ya había notado que ese “tano” sensiblero de la penúltima pieza del conventillo de la esquina, hamacaba al compás de un tango el recuerdo de una calle, de una madre o de un amor que había quedado, para siempre, detrás del océano.

El propio Leopoldo Lugones que había visto en el tango “un reptil de lupanar”, en una conferencia en 1913 señalaba: “el suburbio agringado de nuestras ciudades cosmopolitas engendra y esparce por esas tierras a título de danza nacional (el tango) cuando no es sino deshonesta mulata engendrada por las contorsiones del negro y por el acordeón maullante de las trattorías”.

Ni el acordeón maullante de los italianos, ni Lugones, gozaron de los favores consagratorios del tango. En el lugar del acordeón italiano se aquerenció un pariente alemán (el bandoneón); y en el sitial del poeta cordobés, centro y figura del canon literario y moral de la Buenos Aires de aquellos años, surgieron hombres de una pronunciación francesa más defectuosa, de un latín menos riguroso, pero de almas gigantes y de una poética canyengue y refinada.

Ricardo Ostuni, prestigioso investigador del género, en su obra “Tango, voz cortada de organito” se encargó de escudriñar el tema. Allí trae a colación dos opiniones rioplatenses. Una, del ensayista uruguayo Daniel Vidart para quien el injerto de los organitos y de los acordeones venidos de Italia hicieron llorón al tango y abrieron el camino a la elegías con cornudos y minas espantadas.

La otra opinión proviene de este lado del río: es de Borges. Él se lamentaba de que el tango perdiera su coraje original en manos de un llanto decadente y hasta inverosímil para un guapo de las orillas de fines de siglo. Borges distinguía, anota Ostuni, un tango criollo y otro “maleado por los gringos”.

A continuación, el autor a quien seguimos advierte que “lo singular de estos juicios es que olvidan que los tangos primitivos, los que exhibían esa felicidad de pelear porque sí nomas y la valentía chocarrera del arrabal –los “tangos pendencieros” según el cuño feliz de Borges- fueron también compuestos en su gran mayoría por los primeros inmigrantes italianos o por sus descendientes”.

En rigor de verdad la objeción de Ostuni no alcanza a Borges quien, en su “Evaristo Carriego” destaca irónicamente que los “criollos viejos” que engendraron el tango “se llamaban Bevilacqua, Greco o De Bassi”. Apellidos claramente italianos que efectivamente corresponden a los de compositores del tango de antigua data.

Los “tanos” se quedaron en el tango. Algunos de ellos conservaron sus apellidos, otros los acriollaron, incluso también hubo quienes los afrancesaron, pero siempre siguieron firmes tocando, escribiendo y bailando durante el transcurso del siglo.

Este tango fue estrenado en 1929 por el cantor Roberto Maida, en Radio Nacional. Fue registrado por Carlos Gardel con guitarras, en el sello Odeón en septiembre de 1930; más tarde lo grabó Aníbal Troilo con la voz de Jorge Casal, en sello T.K. (1951) y el mismo Troilo, esta vez con Roberto Goyeneche, en Víctor (1972).

Aquí, ahora, vamos a poder escuchar estas tres últimas versiones: la de CARLOS GARDEL, la de ANÍBAL TROILO, JORGE CASAL Y RAÚL BERÓN y por último la del "Polaco" ROBERTO GOYENECHE, también acompañado por la orquesta del "Pichuco" ANÍBAL TROILO.

Que lo disfruten...


Carlos Gardel




Aníbal Troilo, Jorge Casal y Raúl Berón




Roberto Goyeneche y Aníbal Troilo

sábado, 20 de octubre de 2018

227 - AL COMPÁS DEL CORAZÓN - (Miguel Caló y Raúl Berón / Julio Sosa / Ariel Ardit)

Recién ingresado como bandoneonista Domingo Federico al conjunto de Miguel Caló le mostró su tango AL COMPÁS DEL CORAZÓN a sus compañeros y fue muy aceptado. Los integrantes de la orquesta querían tocarlo, pero los cantores Raúl Berón y Alberto Podestá dudaban, porque no conocían bien la letra aún. Un buen día, decidieron estrenarlo sin consentimiento de Caló, a manera de travesura. El director no solía ir por la tarde a la confitería donde actuaban. Como los cantores no querían interpretarlo, uno de los más entusiastas con el tango, Enrique Francini, decidió hacerlo. Así fue el improvisado debut de este tango, con gran aceptación del público, que pedía volver a oír la pieza. Cuando llegó Caló y el público le pedía el tema, este no sabía de que se trataba, pidió escucharlo e inmediatamente lo incorporó al repertorio.

La leyenda dice que Federico, un estudiante de medicina, se inspiró en los latidos de una rana para componer esta pieza. Durante un experimento, el profesor de anatomía, aplicando las teorías de Galvani, había disecado el corazón de una rana por medio de impulsos eléctricos. Federico contó que solo observando y escuchando el ritmo de ese corazón se le ocurrió el ritmo característico de "Al compás del corazón" , y que cada vez que interpretaba ese tango tenía ante sí la imagen del corazón de la rana.
Sea como sea, Homero Expósito , el autor del texto y que no parecía conocer la fuente de inspiración de Federico reconoció que el ritmo dado al tango tenía un parecido con el latido de un corazón, algo que le sirvió y de qué manera para escribir versos muy inspirados y sentimentales en un corazón que palpita...

El compás del corazón es un tango con una impresión clásica, pero hace un tesoro completo, como se mencionó anteriormente con referencia al estilo Calò de los años cuarenta, la enseñanza rítmica del darienzismo.

Por lo tanto, el ambiente creado por la pieza se caracteriza por una exploración rítmica segura y, al mismo tiempo, por un arreglo de considerable inventiva musical, en una mezcla muy armoniosa, como no siempre sucedió para las orquestas contemporáneas de Miguel Calò.

En particular, en este tango, también destaca el instrumento principal de la orquesta, el piano. El trabajo de relleno armónico con la parte inferior del teclado es muy notable, pero sobre todo la gran inclinación para exaltar la melodía a través de intervenciones que a lo largo de la pieza subrayan la tendencia rítmica. La influencia de Maderna en la orquesta de Calò fue sustancial, ya sea por su estilo instrumental, que precedió a desarrollos futuros y que el propio pianista realizó más tarde con su orquesta o sus arreglos. No menos importante debe haber sido su influencia en los otros músicos de la orquesta de Las Estrellas., un grupo de jóvenes que, cada uno a su manera, se convertirían en personajes de primera clase del tango.
Característica es el ligero arpegio en el sexto lugar para cerrar la pieza, una especie de firma inconfundible de las actuaciones de Maderna en esta época.

Como parte de su uso intensivo general de los violines, es útil señalar que por medio de Miguel Calò ingresó al virtuosismo del violín de tango. Hasta finales de la década de 1930, predominaba la forma clásica de "cantar la melodía" del violín; Fue gracias a la entrada de Raul Kaplun como el primer violín en su orquesta que Calò comenzó a escribir arreglos con pasajes cuya dificultad requería una destreza inusual entre los músicos de tango de la época.

"Al compás del corazón" también presenta una importante sección de violín, en este caso dedicada a resaltar suavemente la melodía de la pieza, y por otra parte para subrayar el "ritmo" de la Corazón , a menudo en combinación con los bandoneones (aquí en su mayoría dedicados a un papel rítmico y milonguero). Aunque no hay pasajes en solitario prolongados, la parte dedicada a las cuerdas mantiene intacta la estructura rítmica y melódica de toda la pieza, ahora en armonía con la sincopación del piano, ahora en un contrapunto refinado con la voz, todo ello a la vista de una bailable segura desde un Punto de vista rítmico y muy estimulante desde el punto de vista de la interpretación.

El compás del corazón se enriquece con la muy agradable voz de tenor de Berón, cuyo timbre aterciopelado y su cálida y sincera interpretación es particularmente adecuada para la interpretación de la pieza, que tiene su versión final en la interpretación en cuestión. Algunos matices y profundidades del repertorio de Miguel Calò se deben mucho al estilo intimista y refinado de su canto; Tanto en los episodios más dramáticos como en los más lúdicos, Berón siempre expresó un estilo medido de buen gusto extremo, convirtiéndolo en uno de los cantantes de tango más apreciados.

AL COMPÁS DEL CORAZÓN
Música: Domingo Federico
Letra: Homero Expósito

Late un corazón,
déjalo latir...
Miente mi soñar,
déjame mentir...
Late un corazón
porque he de verte
nuevamente,
miente mi soñar
porque regresas lentamente.

Late un corazón...
me parece verte regresar con el adiós.
Y al volver gritarás tu horror,
el ayer, el dolor, la nostalgia,
pero al fin bajarás la voz
y atarás tu ansiedad de distancias.
Y sabrás por qué late un corazón
al decir... ¡Qué feliz!...
Y un compás, y un compás de amor
unirá para siempre el adiós.

Ya verás, amor,
qué feliz serás...
¿Oyes el compás?
Es el corazón.
Ya verás qué dulces
son las horas del regreso,
ya verás qué dulces los reproches y los besos.
Ya verás, amor,
qué felices horas al compás del corazón.


Bueno, visto lo visto, como no vamos a empezar las audiciones con la versión de MIGUEL CALÓ y RAÚL BERÓN, grabada en 1942, año en que salió a la luz esta composición... Sería imperdonable por mi parte, dejar en el olvido esta exquisita versión que del tango que nos atañe, brindara el gran JULIO SOSA y también he creído conveniente dejarles una mucho más moderna como lo es esta en vídeo de ARIEL ARDIT, acompañado por la orquesta de Andrés Linetzky, a su vez, pianista y arreglista de la versión.


Miguel Caló y Raúl Berón




Julio Sosa




Ariel Ardit

domingo, 4 de junio de 2017

160 - MONEDA DE COBRE - (Alberto Castillo / Alfredo Belusi / Raúl Berón y Lucio Demaré)

La prostitución femenina ha sido una constante en la historia de la Argentina. Por otra parte, ha sido un fenómeno planetario, a lo largo de muchos siglos. En el caso de nuestro país y con vinculación al tango, se advierte en diversas fuentes el sistema de relaciones existentes; algunas de ellas son documentales, legales, bibliográficas, hemerográficas y literarias.

Me referiré, entonces, particularmente, a la literatura popular argentina y, de modo más especial todavía, a la poesía lunfarda y a las letras de tango. Son muy ricas hasta 1910 aproximadamente, pero la puntualización que haré se refieren al período 1920-1940. Hacia 1920 estaban frescos los recuerdos sobre los prostíbulos y sobre el ejercicio de la prostitución en casas que no eran prostíbulos. Ambas forman subsistieron, aunque con menor intensidad.

La problemática lunfarda informa sobre esto, así como sobre el vocabulario existente, propio de la actividad: mina, tirar el carro, moma, pupila, madama, lata, fiolo, cafiolo,cafiolar, fiolar, cafishio, etc., subsistieron como vocablos propios de ese ambiente.

De las letras existentes de los primitivos "tangos" y de las cuartetas prostibularias, así como de títulos y letras de tango, quedaron los testimonios en toda la historia y literatura tangueras. Hasta 1937 existieron los cafés de camareras, particularmente en La Boca; las mujeres que atendían las mesas, que vestían de negro, bailaban con los parroquianos, entre café y café, o entre copa y copa. Y también... en el mismo lugar.

En los cabarets de Buenos Aires, que no eran similares a los europeos, había reservados donde se hacía al amor; hubo algunos famosos, en el mismo centro de la ciudad. Además, hasta esa fecha existieron los prostíbulos, reglamentados y controlados por las autoridades públicas. En ese momento se clausuran prostíbulos y cafés de camareras. Luego igualmente subsiste la prostitución, de diversas formas.

Una de ellas fueron algunas orquestas de señoritas, integradas por mujeres que no sabían música ni tocaban, simulaban hacerlo. Cuando bajaban del escenario o del "palco tanguero" arreglaban horarios y tarifas con los clientes.

Generalmente, las letras de tango de esa época no aluden en forma directa a la prostitución, pero sí a las mujeres que la ejecían, con eufemismo: cabaretera, milonga, milonguera; había todavía una franja de mujeres extranjeras, en lugares de categoría; la poesía popular ya no aludía más a los quecos, "tambos" y, en fin, casas públicas, y menos a la prostitución organizada existente.

POR EDUARDO GIORLANDINI (Artículo publicado en la Revista CLUB DE TANGO Nro.19 Mayo-Junio 1996)



Las prostitutas son protagonistas centrales en la mitología tanguera. Basta para ello evocar los innumerables poemas que las mentan como víctimas o victimarias. El tango posee una mirada desenfadada sobre las putas, pero no obscena, mucho menos pornográfica. Puede haber machismo, violencia, pero también amor, afecto y en algunos casos compasión o piedad por las alternativas de un destino. Hay también lugares comunes, pero los grandes tangos escritos en su homenaje los disimulan. Ejemplo evidente se ve en el tango de Carlos Viván, “MONEDA DE COBRE”, al que puso letra Horacio Sanguinetti y esos veinte años cumplidos en un cabaret.

Veamos las interpretaciones de este tango, en primer lugar, de ALBERTO CASTILLO para seguir con la de ALFREDO BELUSI en el Club Rivadavia de Junin, en 1993, en ocasión de cumplir 8 anos el programa "El Tango Cuenta su Historia". Por último les dejo la versión en audio de una dupla inolvidable, la que forman LUCIO DEMARÉ y RAÚL BERÓN.



Alberto Castillo




Alfredo Belusi




Raúl Berón y Lucio Demaré


jueves, 11 de mayo de 2017

136 - EL PESCANTE - (Raúl Berón y Lucio Demaré / Roberto Goyeneche y Armando Pontier / Daniel Cortés)

EL PESCANTE, tango de Homero Manzi y Sebastián Piana, pinta como pocos aquella Buenos Aires de calles empedradas por las cuales circulaban infinidad de carros con sus cargas destinadas al comercio: El papero ("¡Llegó la papaaaa nuevaaa!"), el lechero con su carrito fileteado, los de la Panificación... Época de corralones para alojar a los nobles matungos, de herrerías en los barrios para cambiar las herraduras de los cuadrúpedos. El Pescante se identifica con otros del mismo tenor como El carrerito, de Vaccarezza y De los Hoyos o Mano blanca, del mismo Manzi con música de Arturo De Bassi.

Homero Manzi (Manzione) bajó de su Santiago del Estero natal) y fue alojado para el estudio en el Colegio Luppi de Pompeya. Barrio de andurriales, de zanjas, de ranas, con potreros donde corrían los niños detrás de una pelota, el pitido del tren estremecía los patios abiertos de las casitas con malvones enlatados, y los olorosos jazmines del país que le daban aroma y color al humilde vecindario.

Por las noches se escuchaba chairar a las guitarras, en serenatas y en payadas interminables. Los cardales que bordeaban las vías del ferrocarril, crecían como si la pampa se hubiera estancado en los comienzos de la Gran Aldea. Existían antiguas pulperías en las que solían detenerse los hombres de a caballo que llegaban de Mataderos, esquivando los charcos y lagunitas que se formaban en el camino.

En una genial descripción de aquella zona alejada del centro, el propio Manzi la pintaba así:

-Desde la barranca de Boedo hacia el sur, se presentían Pompeya y Puente Alsina, con sus porrones, sus chimeneas y sus inundaciones; y hacia el norte, el último pedazo de Almagro, escenario de José Bettinotti, el pequeño muchacho zapatero, que inventó, vaya a saberse cómo, la primera canción de Buenos Aires. Y al otro lado, Cochabamba arriba, las calles anchas y los árboles verdes y hasta retazos de alfalfares y quintas misteriosas.

-Y por San Juan, ganando el río, San Cristóbal bravo lleno de mostradores y de escudos de comité y de canchas de taba y de pedanas a cuchillo. Y a los cuatro rumbos, casas sin salas y corredores profundos y huecos sembrados de vidrio y latas y de hombres traídos por los mares y mujeres con pañuelos atados a la cabeza y muchachos argentinos que estaban fundando, sin saberlo, al hijo nuevo de la patria vieja.

-Boedo era algo así como un paso pesado que diera Puente Alsina para llegar al centro, como también el tránsito obligado de las gentes del centro cuando querían acercar el alma al Riachuelo.

Homero Manzi cantó como nadie el paso irremediable del tiempo, en versos convertidos en páginas maravillosas, y que descubrieron el sur perdido de los porteños que nunca fueron merecedores de la atención de intendentes y concejales municipales. Ellos sólo mimaron al centro y el Barrio Norte. Temas metafísicos e íntimos como Barrio de tango, Cornetín, Valsecito de antes, Nobleza de arrabal, Milonga de Puente Alsina, Arrabal, El último organito, Esquinas porteñas, Mano blanca, Romance de barrio y la inmortal e hímnica Sur, que hiciera con Troilo y nos sigue emocionando, son apenas brochazos maravillosos de su pluma homenajeando al barrio que lo acogió. Son paisajes que brotan en el recuerdo como fotografías desteñidas por el paso del tiempo. Pero la paleta lírica de Homero las devuelve indemnes, hermoseadas y llenas de nostalgia.

Curiosamente, en un reportaje lejano (Manzi vivió solo 46 años), cuando le dieron un a elegir un tema entre su vasta producción, dudó, y al final dijo algo así:

"Es muy difícil tener un hijo preferido. Muchas de mis obras me dieron satisfacciones grandes. Escucharlas por voces maravillosas, e incluso por grandes orquestas, no tiene precio. Pero, qué sé yo, mi corazón tiene una relación con El Pescante que me deja como un poso especial. Sí, es un tango que expresa mis sentimientos y encontró la música ideal, en la creación de Piana. El Pescante significó mucho en mi paso por el tango. Una especie de mojón definitivo".

Obtendría el segundo puesto en el concurso organizado en el Teatro Sarmiento, en 1934, en el sainete La canción de los barrios, de Canaro e Ivo Pelay, cantado por Ernesto Famá. Éste lo grabaría el 7 de junio de ese año con la orquesta de Francisco Canaro, como lo haría inmediatamente Ada Falcón con la misma formación. Luego lo registrarían numerosos intérpretes y de entre todas esas grabaciones escojo la de Lucio Demare con la voz de Raúl Berón que fue llevada al disco el 11de febrero de 1943. Y la de Roberto Goyeneche acompañado por la orquesta de Armando Pontier, de septiembre de 1968.

José María Otero en "Tangos al bardo"

Les dejo tres versiones muy distintas del tango. En primer lugar la interpretada por RAUL BERON, acompañado de la orquesta de LUCIO DEMARE. Después, la del "polaco" ROBERTO GOYENECHE con la orquesta de ARMANDO PONTIER y por último, la de DANIEL CORTES, en vivo, en el programa televisivo "Grandes valores del tango".



Raúl Berón y Lucio Demaré




Roberto Goyeneche y Armando Pontier




Daniel Cortés

viernes, 14 de abril de 2017

108 - UNO Y UNO - (Raúl Berón / Carlos Gardel / Roberto Malestar y Francisco Canaro)

UNO Y UNO es un tango cuya letra pertenece a Lorenzo Traverso en tanto que la música es de Julio Pollero. Fue grabado por Carlos Gardel acompañado por las guitarras de Guillermo Barbieri y José María Aguilar Porrás el 8 de agosto de 1929 para RCA Victor y, posteriormente, por otros artistas como Raúl Berón con la orquesta Francini-Pontier, Charlo con la orquesta de Francisco Canaro o Luis Cardei acompañado por Antonio Pisano.

El título se refiere a la apuesta mínima (1 boleto a ganador y 1 boleto a placé) en las carreras de caballos que en la letra, que utiliza vocablos provenientes del lunfardo, es usada para ilustrar la decadencia económica del personaje contrastándola con las apuestas de cincuenta boletos a ganador que hacía en épocas mejores. En su mayoría eran los carreristas que se ubicaban en la popular del Hipódromo. La mayor parte de las apuestas de este sector se componía de uno y uno, en los que el burrero confiaba sus esperanzas. 

Les dejo las grabaciones antes referidas de RAUL BERÓN con la orquesta de Francini - Pontier del canal de youtube "Cantando tangos", la de CARLOS GARDEL, con un sonido muy bueno gracias al trabajo del canal de youtube de El Coleccionista y otra, también hermosa, como lo es la de ROBERTO MALESTAR acompañado de la orquesta de Francisco Canaro, ésta recogida del canal del propio cantor.



Raúl Berón




Carlos Gardel




Roberto Malestar con la orquesta de Francisco Canaro