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jueves, 13 de diciembre de 2018

276 - FLOR DE LINO - ( Aníbal Troilo y Floreal Ruiz / Chino Martínez / Miguel Caló y Raúl Iriarte)

Hoy giro en mis recuerdos con las notas y los versos de FLOR DE LINO, valsecito que compusieron Homero Expósito y Héctor Stamponi en 1947. Ya comenté en otra oportunidad que a Stamponi le llamó Piazzolla "El Strauss del tango", y Chupita, modestamente, decía que era por los valses porteños que él había compuesto y que tienen todos unos componentes musicales y románticos muy especiales.

Bajo un cielo de estrellas, Un momento, Delantal, Pedacito de cielo, Flor de vals, Pequeña, son algunos exponentes de este género musical, creados por él y recreados por orquestas y cantantes. Stamponi, pianista, director, compositor, acompañó a grandes cantantes, dirigió su orquesta, tuvo estudios importantes, viajó por toda América, radicó en México con Amanda Ledesma, vivió un año con Discépolo allí, aunque no escribieron nada juntos, y su comprovinciano Enrique Francini fue un hermano del alma.

Homero Expósito le dio una vuelta de tuerca del lenguaje poético en el tango. Stamponi se refería al misterio de la cancionística .-como la denominaba este poeta- y decía que "hay frases musicales, tristes, frases de felicidad, frases ambiguas, de simple unión o amalgama. El vocabulario, la intención, el idioma poético debe estar correctamente montado sobre la frase musical. Ésa es la magia. Y Homero Expósito fue un poeta renovador, un hombre cultísimo. Él trajo una propuesta nueva".

Las pesadas sombras temáticas del tango encontraron una ventana nueva con la renovación del cuarenta que tan bien representó Expósito. Es cierto que cada época, guardia o generación supo interpretar -con sus debes y haberes- las distintas circunstancias vividas en sus momentos particulares. En esa suma de felices aciertos, la llegada de este fino letrista fue un soplo de aire fresco, con el surrealismo revelador de instancias impensadas. En Flor de lino deja constancia de su inspiración.

Su hermano Virgilio, a la muerte de Homero, lo recordaba con tremenda nostalgia y confesaba que "Era un poeta de trabajar mucho, de hacer y rehacer noventa veces un texto. Usaba una máquina de escribir y con su trabajo, no era un bohemio. Tenía esa imagen porque era un poeta, pero no era un tipo de pararse en un boliche a hablar cualquier cosa. Era un poeta limpio, aunque en sus letras siempre hay una cosa fatal, algo que nunca se le dio. En la quiniela de la vida hay un número que nunca le cantaron: cuando era muy joven hubo una novia que no lo quiso. Él estaba muy enamorado en aquel entonces, y es posible que su obra, a través de tantos años, haya sido sobre ese problema".

Y es fácil advertirlo al escuchar el hermoso valsecito y mucho más al leer el texto. Los llamados interiores macerando la pena, la forsforencia, los resplandores de los años mozos, brillan en las flores de lino que describe acá. Aunque después de infinidad de retoques que preocupaban a Stamponi, lo llamó el último día y le preguntó al músico:
-Chupita, decime: ¿El lino tiene flor?
El decorado elemental, el temblor de estos versos, tienen una luminosidad muy especial.

Hermosura de nostálgico recuerdo transformado en poema. Y que vuela con la música del valsecito.

José María Otero en "Tangos al bardo"

Hay varias versiones de este tema, pero me quedo con esta creación de la orquesta de ANÍBAL TROILO con la voz de FLOREAL RUIZ, grabada el 29 de abril de 1947. También es exquisita la del CHINO MARTÍNEZ, que aunque extraordinario cantor folklórico del genero surero, también se asoma a la interpretación del tango, del vals y de la milonga y con un gran acierto, como podrán comprobar en "Flor de lino". Creo que también es de merecer poder escuchar otra versión exquisita, la de MIGUEL CALO y RAÚL IRIARTE, grabada en 1946.


Aníbal Troilo y Floreal Ruiz




Chino Martínez




Miguel Caló y Raúl Iriarte




jueves, 4 de octubre de 2018

212 - ENTRE CURDAS (EL VELORIO) - (Jorge Vidal / Chino Martínez / Cacho Castaña)

La palabra velorio nos está representando el acto de velar un difunto. Pero es un término poco utilizado hoy en día, mas bien restringido a las capas más humildes de la población y a las sociedades campesinas. Tan es así que ni siquiera es mencionado en el Diccionario de Voces Españolas de María Moliner, donde sí figura velatorio para referirse a la acepción ya mencionada, por resultar más “finoli” a otros estratos de población.

Sin embargo el Larousse menciona velorio como “Fiesta nocturna que se celebra en las casas de algunos sitios con motivo de haber acabado alguna faena doméstica”.

¿Y si ensamblamos las dos acepciones mencionadas? Ah! Estaríamos ante un caso muy peculiar, no exento de gracia pese a la seriedad de lo sucedido, si nos atenemos a los escritos de algunos literatos argentinos, cuyos relatos revelaré a continuación.

“Era también muy común, hasta hace algunos años, en caso de muerte, colocar el cadáver en el ataúd rodeado de cirios o de velas, según los posibles de los deudos, en la sala o pieza a la calle, abriendo las ventanas o, cuando menos, entornándolas, pero de modo que pudiera verse de la calle. Gran número de personas pasaban la noche de velada en la casa mortuoria, y lo más particular es que muchos de los concurrentes ni siquiera conocían a los deudos del finado.

El tango, en este caso milonga, no podía estar ajeno a esta a ésta anécdota vital –mejor dicho, mortuoria- y Aldo Queirolo nos relata esas vicisitudes en “EL VELORIO” (también conocido con su otro título: “ENTRE CURDAS”), sobre música de Roberto Morel y Carlos Mayel.

Comienza relatando el cierre –como consecuencia de la supuesta muerte de uno de sus consuetudinarios “curdelas”, el “negrito Carmona”- del bodegón “LA MAROMA”. Relata luego una serie de incidentes ocasionados por culpa de una mosca que se posó “en la nariz del finao”, mientras varios de sus congéneres escabiadores lagrimeaban mientras empinaban un “semillón” (varietal de vino muy conocido en la época).

Como consecuencia de la “mamúa”, “Rocatagliata el pesao” intenta espantar la mosca, pero sin controlar su fuerza hace saltar al finao y al cajón con un tremendo zurdazo. Granini sienta al difunto en un banco “para que descanse en paz”, justo al lado de otros conspicuos bebedores como “el Bataráz” que quería contarle un cuento, o “el Taita Mamerto” que pretendía apuñalar al pobre Carmona “porque lo miraba mal”.

De improviso “se armó una milonga flor” con la llegada del “Lunga Firulete” acompañado de varias naifas que regresaban de una garufa “empuñando el bandoneón”. Como nunca falta un “buey corneta” para un chivatazo, el dueño del conventillo, el “tarugo Benvenutto” acudió a la seccional 32 de policía (aquella de larga fama) para denunciar el caso. Con la llegada de la yuta se terminó el velorio-garufa, mientras los reos “Chicharrón” y “Garabito” lograron escapar llevándose el vino.

Les dejo tres versiones para escuchar de esta divertida milonga. En primer lugar, la de JORGE VIDAL. Despés, la mejor para mi, la del CHINO MARTÍNEZ y por último la de CACHO CASTAÑA.


Jorge Vidal




Chino Martínez




Cacho Castaña



domingo, 18 de junio de 2017

174 - SI SOY ASÍ - (Hugo del Carril / Malevaje / Carlos Gardel / Chino Martínez)

En el tango, Don Juan, Tenorio o Juan Tenorio, es un hombre de carne y hueso que con mayor o menor precisión y extensión, a través del tiempo se hizo notar. Los donjuanes son tipos fanfarrones para los que la mujer es simplemente una meta de seducción y cuanto mayor número de ellas sucumban a sus dudosos encantos, más gloria ficticia lleva éste en sus solapas.

El estilo verbal del Don Juan era afectuoso y fantasma, con mezcla de altivez chusca y chulería afable, simpática, con la mitad de sus palabras en el piropo y la otra mitad en la descalificación y todo ello para alcanzar su fin, que no es otro que la satisfacción sexual, o amorosa; el deseo de dominar, de burlarse, de sentirse amado; de vencer su homosexualidad potencial o latente o casta; o su complejo de inferioridad, que podría ser igualmente la causa de su personalidad, compleja y pluralista, más un largo etcétera. Esencialmente se define a Don Juan como un burlador o libertino. Un seductor valiente y osado que no respeta principios éticos ni religiosos.

Como personaje en las letras de tango no constituye una amplia temática, aunque sí aparece en letras aisladas como en la de este tango de 1933, SI SOY ASÍ, de Francisco Lomuto y Antonio Botta, donde precisamente ese donjuán mujeriego, picaflor; lancero, mariposón, buscarra o buscón, que en el lunfardo, nada tiene que ver con el tango “Don Juan”, consagrado al taita del barrio, de Ricardo Podestá (la letra) y de Ernesto Ponzio (la música), dedicado al guapo Juan Cabello, de existencia real.

Sí encontramos una letra representativa del mujeriego, que se aproxima al donjuán con este tipo de óptica es la que puso Botta a este tango donde el narcisismo del protagonista se hace más que evidente:

Si soy así, 
¿qué voy a hacer? 
Es Juan Tenorio 
que hoy ha vuelto a renacer.

He seleccionado para dejarles cuatro versiones del tango de dos grabaciones en vídeo y otras dos en audio.

De las primeras, en primer lugar rescatamos la de HUGO DEL CARRIL, perteneciente a la película “A media luz (Salón Fru Fru)”. Después les dejo la perteneciente al programa de RTVE, “La bola de cristal”, realizada por el grupo liderado por Antonio Bartrina, MALEVAJE, conjunto surgido en Madrid en el año 1984, en plena época de la movida madrileña y que apostaba por el tango clásico, aunque a veces modernizando sus composiciones e incluso con algo de fusión en busca de un estilo propio, pero sin olvidar las raíces del género.

En las de audio, irremediablemente tiene que aparecer la de CARLOS GARDEL, grabada en 1933 y también he decidido incluir una que a mi particularmente me apasiona: la del CHINO MARTINEZ, cantor , a su vez, de folklore surero y que como Malevaje, también triunfó en España, en su caso en los años setenta.



Hugo del Carril




Malevaje




Carlos Gardel




Chino Martínez

sábado, 17 de junio de 2017

173 - EL CONVENTILLO - (Edmundo Rivero / Chino Martínez / Armando Laborde)

Los conventillos, también llamados corrales, cuarteles, casas de renta, quilombos, casas de cuartos familiares, lupanares, etc… Eran casas habitadas por familias en números de 50 personas aproximadamente y estaban en las calles Corrientes, Viamonte, Tucumán... Existía una eclosión demográfica de 379 personas. Por lo general, en ellos, las condiciones eran deficientes . No todos sus habitantes tenían habitaciones con puertas y ventanas, no conocían la privacidad. Existían 2 tipos de conventillos, el de lujo y de los “otros”…los primeros eran caros , a ellos concurrían la gente adinerada ,estaban amueblados, poseían espejos, reservados para fumar para jugar a las cartas,elegir mujeres sin apuros. Allí se encontraban alemanas, italianas, francesas, eran jóvenes, atractivas y menores de 30 años de edad. Los conventillos pobres funcionaban en casas de mala apariencia y mal conservadas. Las mujeres que trabajaban allí eran negras, pardas, mulatas, indias...No había blancas ni jóvenes. Los clientes eran marineros, obreros, peones, gauchos, inmigrantes, etc.

En algunos ingresaban la música del acordeón y del bandoneón para distraer a la clientela . Se escuchaban gatos, cielitos, habanera, valses, y otros ritmos. También se consumían bebidas alcohólicas, dado lo cual ésta reuniones finalizaban en peleas con heridos , contusiones, y muertos dentro y fuera del conventillos . En éstas casas del arrabal de Buenos Aires comienza a dar sus primeros pasos el “tango”…

Pues bien esta milonga que aquí vamos a poder conocer, EL CONVENTILLO, compuesta por Ernesto Baffa y Fernando Rolón y quien puso la letra el mismo Rolón más Arturo De La Torre, trata con sarcasmo el tema.

La transformación edilicia de estas antiguas residencias corrió por cuenta de algunos especuladores, que hicieron fortunas con el alquiler de los cuartos. Con el tiempo, el crecimiento de los barrios, extendió la ocupación de viejas casonas a otras zonas de Buenos Aires y finalmente se diseñaron inquilinatos, casas construidas con abundancia de maderas y chapas, como todavía es posible ver en el barrio de la Boca.

Les dejo las versiones en audio de EDMUNDO RIVERO y del CHINO MARTINEZ para finalizar con la interpretación en vivo de la milonga por parte de ARMANDO LABORDE.



Edmundo Rivero




Chino Martínez




Armando Laborde



domingo, 29 de enero de 2017

33 - QUE ME VAN A HABLAR DE AMOR - (Julio Sosa / Floreal Ruiz / Chino Martínez)

QUE ME VAN A HABLAR DE AMOR” es un tango de mediados de los cuarenta de Homero Expósito y Héctor Stamponi. 

Toda la letra es como la reacción del protagonista ante las “enseñanzas” de algún gil que se agranda y pretende darle lecciones (a él, justo a él) sobre el amor. Y entonces él, que hasta entonces se había mantenido tranquilo con su ginebra espantosa en el bar de mala muerte, se saca el cinto mental y comienza su protesta: “A mí no me vengan a contar cómo se cuecen las habas, porque mientras ustedes van, yo fui y vine varias veces”. 

De entrada en la canción, el protagonista del tango se presenta como alguien que se ganó lo que tiene (su experiencia) a fuerza de golpes y esfuerzos: 

Yo he vivido dando tumbos 
rodando por el mundo 
y haciéndome el destino... 
Y en los charcos del camino, 
la experiencia me ha ayudado 
por baquiano y porque ya 
comprendo que en la vida 
se cuidan los zapatos 
andando de rodillas. 

Él ya sabe cómo son las cosas, y entonces larga la conclusión del argumento: 


Por eso me están sobrando los consejos, 
que en las cosas del amor 
aunque tenga que aprender 
nadie sabe más que yo. 

No dice “Me las sé todas”, sino “también tengo cosas que aprender… pero menos que todos ustedes”. El final de la línea argumental sería que NADIE sabe todas “las cosas del amor”, que todos tenemos que aprender todo el tiempo. De alguna manera, todos somos ignorantes del amor, todos somos iguales; pero algunos, aclara el cantor, somos más iguales que otros, y yo (el cantor, no yo-yo) sé lo suficiente como para darles consejos a ustedes, gilastrunes, porque… 


Yo anduve siempre en amores, 
¡qué me van a hablar de amor! 

O sea: la experiencia está de su lado, pareciera. Él se declara Gardel sin sonrojarse. Sin embargo… inmediatamente empieza a desbarrancar. A desbarrancar mal, contando la verdadera historia: él habrá andado “siempre en amores”, pero en realidad tuvo solo un amor en serio, y lo dejó turulato: 

Si ayer la quise, qué importa... 
¡qué importa, si hoy no la quiero! 

Dice él “no importa”, como la zorra dice “están verdes” ante las uvas que no alcanza. Dice “ya no la quiero”, pero se hace difícil creerle, aunque utilice una metáfora extraña para definir los ojos de su ex(?)amada: no te recomiendo utilizar “sos un ancla” como línea seductora. Ni siquiera si aclaran “sos un ancla linda”. 


Eran sus ojos de cielo 
el ancla más linda 
que ataba mis sueños... 

Pero en el tango, el cantor zafa, porque enseguida aclara qué quiso decir: ella “ataba sus sueños”, y luego ella se fue “de mis cosas” (es decir: de su vida) y “entró a ser recuerdo” (ella entró en su pasado, como pasa en “Los mareados”, ¿se acuerdan?). Y él quedó desanclado, a la deriva, sin rumbo, llevado por mil corrientes (mil amores que no llegan, entre todos, a opacar a aquel, al verdadero, el que le duele). 


Era mi amor, pero un día 
se fue de mis cosas 
y entró a ser recuerdo. 
Después rodé en mil amores, 
¡qué me van a hablar de amor! 

Y la conclusión de esa historia de amor doliente es: “yo me las sé todas”, pero a esta altura ya no le cree nadie. O mejor dicho: uno le puede creer que sabe de “las cosas del amor”, pero más por aquel amor perdido que por los otros mil amores por los que rodó (desanclado y sin detenerse). 

La siguiente estrofa es muy bella, nos recuerda por qué Homero es Homero y nosotros no: el Invierno asesino le echa al cantor “la soga del recuerdo” al cuello, como para ahorcarlo, y utiliza la ausencia como una viga desde la cual echarle la soga. Pero él se suelta, como se suelta “un potro mal domado” (otro tanguero que se compara con un caballo, como en “Por una cabeza”), mañero. Y nuevamente suelto (desanclado, sin rumbo) rompe “las cosas del pasado” como quien rompe una rosa entre las manos… y se clava al hacerlo todas las espinas, claro: no le es gratuito, ese “sabérselas todas”: 


Muchas veces el invierno 
me echó desde la ausencia 
la soga del recuerdo, 
y yo siempre me he soltado 
como un potro mal domado, 
por mañero y porque yo, 
que anduve enamorado 
rompí como una rosa 
las cosas del pasado. 

Ahora, en el presente, él declara “estar viviendo en otra aurora” (pero quién le cree), y pide, suplica: “No me expliquen el amor”. Está muy bien, ese verso: no hay que explicar el amor, es inútil. O se sabe o no se sabe, o se tiene o no se tiene, explicarlo sirve tanto como definirlo: es decir, no sirve para nada. Y él, dolido como está (desanclado), y aunque solo sabe que no sabe nada, igual le alcanza para saber que sabe más que cualquiera: 

Y ahora 
que estoy viviendo en otra aurora 
no me expliquen el amor, 
que aunque tenga que aprender, 
nadie sabe más que yo. 

Es, bajo la apariencia de una historia de puro canchereo, un tango que va bailando por la cornisa del desencanto, pero jamás se cae. 

Les dejo con este tango en las interpretaciones de JULIO SOSA, de FLOREAL RUIZ y la de audio del CHINO MARTINEZ. A disfrutar...  



Julio Sosa




Floreal Ruiz




Chino Martínez


sábado, 7 de enero de 2017

01 - LAS CUARENTA (Chino Martínez)

Elma, la viuda de Francisco Gorrindo, batió la justa:

-El tango escrito por mi esposo esconde un secreto inconfesable. La historia se la contó a mi marido Julio Jorge Nelson. En La Plata se produjo el drama familiar que narró Nelson. Lo que hizo Francisco fue contarlo en “Las Cuarenta”. Fue así:

"Un distinguido matrimonio de esa ciudad tuvo tres hijos. Dos mujeres, gemelas, y un varón. Lo único que recuerdo es el nombre del chico; se llamaba Giordano Bruno. Le brindaron la mejor educación, fueron a muy buenos colegios, y sus padres eran un ejemplo de matrimonio feliz. Los domingos, los cinco se daban cita en San Ponciano para escuchar misa. Los chicos crecieron, y las mujeres se transformaron en las más codiciadas de la ciudad. De gran belleza, de una sensualidad manifiesta y sin límites, pronto descubrieron en ellas una lujuria africana. Giordano Bruno, el hermano, las veía desarrollarse, y no se decidía sobre cual de las dos lo atraía más. Las hermanas sentían lo mismo por él. La pasión desató en ellas una sangrienta batalla, la que se acentuó cuando se dieron cuenta que Giordano Bruno las espiaba, para aliviarse luego, cometiendo el pecado del segundo hijo de Judá, el popular Onán Urrá. Las mellizas se pusieron de acuerdo en rescatar a su hermano de la frustrante autogestión, y directamente le propusieron un menage a trois. Giordano Bruno aceptó eufórico sin medir las consecuencias. A partir de ese día retozaban en el borde del fangal. Hasta que un día cayeron en el barro. Una de las mellizas esperaba un hijo. Giordano Bruno se dio cuenta en lo que se había metido. Su hermana le dijo: -Vayamos a un país donde podamos vivir como marido y mujer. Giordano no estaba de acuerdo, y comenzó a presionar para que interrumpa el embarazo. La otra mujer hizo causa común con su hermano; la convivencia se transformó en un infierno. Nació un varón al que llamaron José Pablo. Durante los días en la maternidad hubo cierta calma; ésta terminó cuando llevaron el niño a casa. No más llegar, el averno retornó para quedarse. Giordano Bruno y su hermana acusaban con total hipocresía a la madre reciente, de ser el descrédito de la familia. Decían que toda la ciudad se burlaba de ellos, y además, tan respetable familia era cuestionada en su moral; algunos amigos le habían retirado el saludo. La agresión fue de tal magnitud que en plena depresión post-parto la madre de José Pablo se arrojó ante el paso de un tranvía. Al niño lo criaron su tía y su padre. Cuando creció, le contaron sin énfasis alguno, que su madre había muerto en un accidente. José Pablo creció con la sospecha en el alma. Parecía normal, y llevaba una vida como la de tantos chicos. Pero todo lo sólido se desvanece; los fantasmas interiores se dejaron ver cuando José Pablo se puso de novio con una mujer veinte años mayor. La novia era de terror. No se había visto en La Plata y alrededores mujer tan fea. Cuando la presentó en su casa, Giordano Bruno y su hermana no pudieron reprimir un alarido. Es que la habían visto de golpe, sin estar preparados. Por otro lado, Mabel, que así se llamaba el monstruo, era el ser más bueno de la tierra. La presión familiar no dio resultado y José Pablo se casó. Se lo podía ver caminando bajo los tilos con el esperpento del brazo; paseos que los vecinos consideraban una grosería, un atentado a la estética.

Julio Jorge Nelson decía:“¿Te das cuenta Francisco? Él nació de una relación entre hermanos. El pibe es un gargajo involuntario, y le pasó su propio drama a la "jermu". Su fealdad encarna el horror del incesto. José Pablo camina con su tragedia del brazo, y ambos son un resabio de la horda primordial”.

Continuó Elma:

-Entonces, con toda la información brindada y conocida, mi marido escribió “LAS CUARENTA”. Mi marido le contó a Beecham cual había sido la letra original: “La mirada turbia y fría”, es la intuición, por parte de José Pablo, de ser un hijo de la insanía más terrible. “Curda ya de recuerdos”, los recuerdos son de terror: Fue señalado en el barrio como engendro demoníaco.

“Con una llaga en el pecho, 
con mi sueño hecho pedazos”. 

La angustia de José Pablo lo desborda. “La vez que quise ser bueno se me cagaron de risa”. Francisco le contó a Beecham que ese fue el primer verso que tuvo que cambiar. “Hoy no creo ni en mi mismo”. José Pablo nunca creyó en él mismo. La certeza de que algo terrible pasaba en su casa lo acompañó desde siempre: “La desgracia fue mi amante, la esquizofrenia mi amiga, el tabú tiene su contra y toda contra se da”. Para continuar: “Hoy no creo ni en mi mismo” Y el remate final: “Por eso no has de extrañarte, si alguna noche, borracho, con el incesto del brazo, alguien me viera pasar.”

Francisco le contó a Beecham que los amigos le dijeron que no podía escribir eso. Porque si bien el tango en sus orígenes tenía alguna connotación transgresora, sobre todo en lo referido a la mujer como excusa para la pasión entre los hombres, el incesto era otra cosa; seria y tenebrosa. Francisco cambió el verso por :“con la tragedia del brazo”, hasta dar con la versión definitiva. La historia impresionó a Sir Thomas, y comentó que podrían juntos componer una ópera, sobre la leyenda negra de la ciudad de La Plata. Cuando Beecham regresó su esposa se sentía mal. Llamaron a un médico que ordenó internarla de inmediato. Una hora después Betty había muerto.

 Parco, Sir Thomas preguntó: ¿-Hay cementerio británico en Buenos Aires?

Durante la noche se presentó en el hotel Santiago Ayala, acompañado de algunos integrantes del ballet, para no dejar solo al viudo reciente.

El Chúcaro contó que en la tarde, mientras bailaba con Betty, comenzó a revolear las boleadoras sobre la rubia cabeza de la mujer. Un mal movimiento de muñeca del gran bailarín, hizo que una de las bolas diese de lleno en la frente de su pareja de baile. El golpe produjo el deceso pocas horas después. Beecham, luego de mirarlo pensativo, le sirvió un Scotch. Al día siguiente, echaron gruesos terrones negros sobre la caja que contenía el cuerpo de Betty Hamby. Cuando se dirigían hacia la salida del Cementerio Británico, Sir Thomas susurró en el oído de Santiago Ayala:

-Me voy a permitir darle un consejo: en la vida hay que probar todo, menos el incesto y la danza folclórica.

 Les dejo con una genial versión: la del CHINO MARTINEZ y dejando escrito que la música del tango pertenece al que fuera un magistral guitarrista: Roberto Grela.