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viernes, 14 de diciembre de 2018

283 - TE LLAMAN MALEVO - ( Aníbal Troilo y Angel Cárdenas / Nelly Omar / Rubén Juárez)

La letra de TE LLAMAN MALEVO pertenece a Homero Expósito y la música a Aníbal Troilo. El tango fue estrenado el 10 de julio de 1957. Se dice que Troilo en esos años andaba algo fastidiado con los Expósito. La leyenda asegura que el célebre Pichuco nunca les perdonó a los Expósito que fueran primos y en algunas ocasiones cómplices musicales de Billy Cafaro.

Se habla de unas noches de carnaval en el barrio porteño de Mataderos; de la animación de Pinky y Raúl Lavié y de una multitud esperando ansiosa ingresar al club, hasta el momento en que Troilo descubre que ese público insólitamente joven no asistió para escucharlo a él y a su orquesta, sino al patético y desgarbado Billy Cafaro. La leyenda circula, pero como toda leyenda nunca ha sido certificada, algo previsible por otra parte, ya que incidentes de este tipo raramente quedan documentados. Un historiador severo y exigente diría que Billy Cafaro vivió su cuarto de hora a principios de los sesenta y para esa fecha “Te llaman malevo”, ya estaba escrito y estrenado hacía por lo menos tres años.

Lo que parece ser cierto es que el tango se escribió a pedido. Unos amigos le dijeron a Troilo que se decida de una buena vez a componer algo con Expósito para que no le ocurra lo mismo que con Discépolo, quienes en innumerables ocasiones se comprometieron a hacer algo juntos y jamás lograron concretarlo. Lo cierto es que llegó el día en que se pusieron de acuerdo y en poco tiempo el tango ganó la calle.

A “Te llaman malevo” lo estrenó Ángel Cárdenas, que hacía poco tiempo acababa de ingresar a la orquesta de Pichuco recomendado por Osvaldo Manzi y para reemplazar a Carlos Olmedo. Siete u ocho años después, al tango lo cantó Tito Reyes acompañado por la misma orquesta. De Tito Reyes se dice que fue el último cantor de Troilo, aunque al respecto todo depende con el cristal con que se mire, ya que para los iniciados en el tema, el último cantor fue Roberto Achával, hombre oriundo de Bahía Blanca y que participó con Troilo en un recital en el Teatro Odeón en abril de 1975 titulado “Simplemente Pichuco”, recital que no fue muy bien acogido por el público, noticia que afectó mucho a Troilo, aunque es una exageración decir -como efectivamente se ha dicho- que culpa de ese desengaño murió de tristeza pocos meses después.

Esa noche en el Teatro Odeón, Achával cantó precisamente “Te llaman malevo”, aunque por razones que escapan a mis informaciones nunca grabó con Troilo. Sí, existe una cinta donde Pichuco y Achával ensayan este tango. Allí puede apreciarse la calidad vocal de este gran cantor y uno de los últimos firuletes de Troilo con su fueye. Habría que recordar -a título de información- que después de la muerte de Troilo, Expósito escribió en su homenaje “Ese muchacho Troilo”, con música de Enrique Francini, un inspirado homenaje al amigo de parte del primo de Billy Cafaro.

Además de Cárdenas y Reyes, “Te llaman malevo”, fue grabado también por Nelly Omar y Rubén Juárez. En 1972, en televisión se inició una serie titulada “Malevo”. El libro era de Abel Santa Cruz y trabajaban como actores Rodolfo Bebán, Oscar Ferrigno, Gabriela Gili e Ignacio Quirós. La serie contó con una amplia audiencia y los memoriosos recuerdan que la música de fondo era, precisamente, “Te llaman malevo”, entonada por Jorge Sobral.

A los grandes cantores se los relaciona con un tango emblemático. Gardel, por ejemplo, con “Mano a mano”; Magaldi, con “Consejo de oro”; Vargas, con “Tres esquinas”; Fiorentino, con “Malena”; Rivero, con “Sur”; Goyeneche, con “Naranjo en flor”. Pues bien, “Te llaman malevo”, pertenece a Ángel Cárdenas.

De este cantante nacido en Chacabuco, cuenta la leyenda que en una de sus correrías por Centroamérica el destino lo dejó en Cuba. Parece que el muchacho llegó con una delegación que al final del periplo por escenarios míticos como el Tropicana, fueron saludados personalmente por Fidel Castro. Según Bocha Callone, mi amigo de Chacabuco, el propio Cárdenas le contó que en cierto momento, Fidel Castro se acercó a él y en voz baja le dijo remarcando las palabras: “Para la próxima gira me debés ‘Te llaman malevo’”.

Los críticos afirman que este tango no es lo mejor de Expósito. No estoy tan de acuerdo. No tendrá el nivel de abstracción poética de “Naranjo en flor”, “Maquillaje” o “Yuyo verde”, pero su nivel narrativo es excelente. Se trata de un tango que cuenta una historia con desenlace trágico: el suicidio de su protagonista. El suicidio después de haber sido un hombre bueno, de haber sufrido un desengaño amoroso, de haberse jugado más de una vez la vida con un facón en la mano y de haber descubierto a la vuelta del camino que no hay otra salida que la muerte. ¿Acaso ese itinerario nos recuerda esa perfecta síntesis poética que tanto le gustó a Cioran: “Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamientos…”.

Presentemos al poema: “Nació en un barrio de malvón y luna/ por donde el hambre sabe hacer gambetas/ y desde pibe fue poniendo el hombro/ y anchó a trabajo su sonrisa buena”. El inicio es excelente. Están todos los condimentos para sazonar a un buen tango: el barrio, la luna y la sonrisa buena.

“La sal del tiempo le quemó la cara/ cuando una mina lo dejó en chancleta/ y entonces solo, para siempre solo/ largó el laburo y se metió en la huella”. Que un desengaño amoroso hiera a un hombre no es nada nuevo en la literatura; lo que importa en este caso no es tanto la historia como la manera de contarla. Después de todo, la sal del tiempo a todos nos oxida la cara.

Luego llega el estribillo, algo admonitorio y algo ponderativo. “Malevo, te olvidaste en los boliches/ los anhelos de tu vieja./ Malevo, se agrandaron tus hazañas/ con las copas de ginebra./ Por ella, tan sólo por ella/ dejaste una huella de amargo rencor./ Malevo, ¡qué triste!/ jugaste y perdiste,/ tan sólo por ella/ que nunca volvió”. El fracaso con una mujer es la causa, además del derrumbe final, de una elección de vida dictada por el dolor, tal vez el resentimiento. No es el hambre, la pobreza o la rebeldía lo que lo lanza a la “huella”, sino ese amor maldito de su primera juventud.

En la última estrofa se cierra la historia. “Tambor de tacos redoblando calles/ para que se entren las muchachas buenas/ y allí el silencio que mastica el pucho/ dejando siempre la mirada a cuenta”. ¿Por qué las muchachas buenas entran a su casa cuando se oye el tambor de tacos? ¿Es el recato porque las putas ganaron la calle? ¿O ese eco, ese redoble, lo producen los tacos del malevo? No importa la respuesta, importa la puesta en escena.

“Dicen que dicen que una noche zurda/ con el cuchillo deshojó la espera/ y entonces solo como flor de orilla/ largó el cansancio y se mató por ella”. El “dicen que dicen” remite a una noche zurda. Giros como éstos después los van a usar otros poetas, pero Expósito es único en lo suyo. También pertenece a su poética comparar la soledad con la flor de orilla. Y a la angustia con el cansancio, con ese cansancio que nuestro malevo en algún momento no soportó más.

ROGELIO ALANIZ

Escuchemos las grabaciones de ANGEL CARDENAS y ANÍBAL TROILO, de NELLY OMAR y la de RUBÉN JUÁREZ.


Aníbal Troilo y Ángel Cárdenas




Nelly Omar




Rubén Juárez

279 - MALA ENTRAÑA - ( Carlos Gardel / Edmundo Rivero / Rubén Juárez)

El tango MALA ENTRAÑA fue escrito por el Negro Celedonio Flores en 1927. De Flores ya hablamos en diferentes ocasiones; basta con decir por ahora que para mi modesto criterio es un poeta que merece las más altas calificaciones. Así lo prueba este poema o letras como “Cuando me entrés a fallar”, “Corrientes y Esmeralda” y “Mano a mano”, por mencionar algunas de las más conocidas.

La música de “Mala entraña” pertenece al compositor afroargentino —así se lo presentó durante mucho tiempo- Enrique Maciel, autor entre otros temas de los principales tangos escritos por Pedro Blomberg: “La pulpera de Santa Lucía”, “La mazorquera de Monserrat” o “La que murió en París”.

El tango que hoy nos ocupa lo estrenó Carlos Gardel el 21 de junio de 1927, acompañado de las guitarras de Ricardo y Barbieri. Después llegaron otras grabaciones. En lo personal, la más lograda es la que hizo Edmundo Rivero con guitarras, porque hay otra versión del “Feo” con orquesta, hecha con la solvencia de este cantor, aunque insisto que prefiero la versión de guitarra. ¿Motivos?: Excelente vocalización, fuerza expresiva y ese tono típico de Rivero para narrar una historia de matones y malandras. “Mala entraña”, en esta versión de Rivero se inicia con un recitado suyo: “Che reo del barrio del barrio mishio, que triunfaste en cien hazañas, escuchá que en mala entraña te voy a clasificar”.

También se le animaron a este tango cantores de la talla de Juan Carlos Godoy, Claudio Bergé y Rubén Juárez con una versión notable grabada en 1978. Dicho sea de paso, “Mala entraña” se llama una canción que interpreta Sarita Montiel, muy bien escrita y muy bien cantada, pero que no tiene nada que ver con nuestro tango.

El poema que nos ocupa, pinta a un personaje del barrio que reúne las condiciones típicas del universo mítico de Flores. La primera estrofa es de un impecable logro poético: “Te criaste entre cafisios, malandrines y matones, entre gente de avería desarrollaste tu acción, por tu estampa en el suburbio florecieron los balcones, y lograste la conquista de sensibles corazones, con tu prestigio sentado de buen mozo y de varón”. Perfecta. Unos pocos versos y el personaje queda descripto hasta en los detalles. El arranque del tango en boca de Rivero tiene una fuerza extraordinaria, la fuerza necesaria para trazar las líneas de alguien que se crió en ese ambiente que, le permite decir a Carlos Waiss en “Bien pulenta”: “Estoy hecho en el ambiente de muchachos calaveras, entre guapos y malandras me hice taura pa tallar…”.

La estrofa de “Mala entraña” destaca un detalle importante: se trata de un reo, un pesado, un tipo de la noche con un prestigio avalado por su pinta, su pinta y su labia, como agregaría otro poeta tanguero. Respecto de esta estrofa hay un debate acerca del primer verso: “Te criaste entre cafisios, malandrines y matones”. Pues bien, la palabra cafisho en algunas versiones es reemplazada por la de “malevos”. Rubén Juárez, por ejemplo. Pero Gardel y Rivero usan el término “cafisho”, por lo que, con el perdón de Juárez, si estos dos ases del tango prefieren esta versión hay que inclinarse ante la sabiduría y el talento. Además, en el verso en cuestión, “cafisho” es un término más completo que “malevos”.Y si tiene alguna duda, escuche otra vez a Gardel y Rivero y después me cuenta.

La segunda estrofa está a la altura de la primera: “Mezcla rara de magnate, nacido entre el sabalaje, vos sos la calle Florida que se vino al arrabal. Compadrito de mi barrio que sólo cambió de traje, pienso siempre que te veo tirándote a personaje, que sos un mixto jaulero con berretín de zorzal”.

El personaje parece ser dueño de una distinción exclusiva, de allí esa relación o ese contraste entre el arrabal y Florida, el arrabal reo y popular y la calle Florida elegante y discreta. Toda una leyenda del tango y la literatura está presente en este verso; desde las corrientes literarias Florida y Boedo hasta el poema de Dante Linyera que empieza más o menos así: “Boedo, Boedo, la calle de todos, la alegre Florida del triste arrabal”.

Una observación para los amigos de los detalles. Flores probablemente escribió “Compadrito de mi esquina…”, pero Gardel, Rivero y Juárez cantan “Compadrito de mi barrio”. Para este verso me gusta más la palabra “barrio”, más tumultuosa que la solitaria “esquina”.

La siguiente estrofa pasa de la descripción a la acción: “Malandrín de la carpeta, te timbeaste de un biabazo, el caudal con que tu vieja pudo vivir todo un mes. Impasible ante las fichas en las noches de escolaso, o en el circo de Palermo, cuando a tacos y a lonjazos, te perdés por un pescuezo las monedas que tenés”.

La timba como oficio de hombres, como sinónimo de hombría, es un mito fuerte en el tango. En el caso que nos ocupa, hay un rasgo que merece tenerse en cuenta: la impasibilidad del personaje, su sangre fría, ese aire indiferente. Hay algo trágico en el hombre “impasible”, incluso ante la desgracia; algo trágico y algo bello, porque se trata de un buen mozo reservado, peligroso, motivo por el cual si alguna vez este tango se lleva al cine mi personaje favorito para interpretarlo podría ser Alfredo Alcón o Sergio Renán, ambos en sus mejores tiempos. Otro detalle para los curiosos: donde Celedonio dice “Te timbeaste de un biabazo el caudal con que tu vieja pudo vivir todo el mes”, Rivero dice “Te timbeaste de un biabazo, el vento con que tu vieja pudo vivir todo el mes”. Creo innecesario destacar que prefiero “vento” a “caudal”.

En la estrofa siguiente, como no podía faltar en un tango, aparece la madre, aunque esta vez el personaje no se quiebra ante la santa viejecita; por el contrario, su muerte no altera en lo más mínimo su expresión helada, indiferente. “Se murió tu pobre madre, y en el mármol de tu frente, ni una sombra ni una arruga que deschavara elocuente, que tu vieja no fue un perro y que vos sabes sentir”. Un duro. Un duro que ni siquiera la muerte de la madre lo conmueve, aunque una variante más comprensiva bien podría proponer que sufre pero no lo demuestra, porque un hombre que se precie jamás se toma la licencia de expresar alguna debilidad en público. Interpretaciones al margen, no deja de ser novedoso que ante el lugar común de la sensiblería tanguera: la santa viejecita, nuestro personaje se mantenga distante. Claro, como el título lo dice se trata de un “mala entraña”, de un tipo jodido, aunque a decir verdad el personaje a mí no me resulta del todo desagradable. No es un ganador, tampoco es un perdedor, pero puede ser un desesperado, un lobo solitario que arrastra su angustia con la máscara de su mala entraña.

ROGELIO ALANIZ

De todas las versiones anteriormente citadas, vamos a escuchar y por este orden, las de CARLOS GARDEL, EDMUNDO RIVERO y RUBÉN JUÁREZ.


Carlos Gardel




Edmundo Rivero




Rubén Juárez


277 - BIEN DE ABAJO - (Abel Córdoba y Osvaldo Pugliese / Rubén Juárez / Carlos Varela)

Creo que vale la pena volver los pasos sobre BIEN DE ABAJO, tango de dos importantes personajes de este mundo musical. el poeta Héctor Negro, y el bandoneonista y compositor Arturo Penón. Con un tema que seguramente debería haber tenido mayor recorrido, por su méritos poéticos y musicales, pero que nació en uno de esos momentos en que el género popular atravesaba uno de los baches que sufrió en la historia, aunque tuvo interpretaciones como las de Pugliese-Córdoba que le dieron fuerte respaldo.

Héctor Negro revalorizó la poesía tanguera, junto con Eladia Blázquez, Chico Novarro y otros autores, en aquellos momentos de bajón, y muchas veces he destacado los méritos de su pluma luminosa y cercana a los signos y designios de la gente común. Esos sueños y sustancias que los impulsan. Los espasmos de épocas duras, los trajines cotidianos en busca del sustento y el futuro gris, lejano. Mantener viva la llama de la rebeldía y sostenerse en el ser cada nuevo día, es el mandato que se exige el poeta en este tango.


Yo soy bien de abajo y anduve a los tumbos
cuerpeando la mala y al fin le gané.
Me pesó en el lomo conservar el rumbo.
Me costó mis golpes, pero no aflojé.
Peleé por la luz que quisieron robarme
y si perdí cosas, salvé lo mejor.
Hoy tengo el orgullo de no doblegarme.
de saber que nadie me vende un buzón.


El verso ha presentado a la persona que nació en la humildad de la casa proletaria y ha peleado para encajar su lugar en el mundo. Un tema que da para mucho y que tantos hemos vivido, inmerso en el paisaje blanco y negro de la tristeza, por tantas cosas... El peaje a pagar es alto, aunque el amor propio es una apuesta íntima que permite al protagonista salir adelante en su duro combate, con las peripecias de la lucha diaria.


Por eso mi tango nació retobado 
porque me he cansado de ver aguantar.
Cuando creo en alguien,
me pongo a su lado
y si estoy jugado
no me vuelvo atrás.
Y si es que mi vida
la llevo a los saltos.
Tengo tango asfalto
que caigo parao.



Soy sangre rebelde, muchacho de abajo,
yo creo en mis brazos, en lo que ellos dan.
Y del lado izquierdo me caigo a pedazos,
cuando unos ojazos me miran de más.
Mi barrio y mi gente escuchan mi credo,
que a los barquinazos aprendí a cantar.
como un canto arisco, donde el sol que muerdo
calienta mis labios para protestar.


Sí, es una radiografía de la persona que ha conseguido sobrevivir a la adversidad y la memoria va destapando las zancadillas que sortea el personaje. La infancia mal vivida, los zarpazos soportados, el caminar siempre por abajo han forjado al hombre y una mirada femenina le sirve de caricia a tanta lucha por sobrevivir. Hermoso poema al que Penón le puso la música adecuada y que hoy retorna en esta página tanguera.

José María Otero en "Tangos al bardo"

Ahora, podemos escucharlo en la voz de ABEL CÓRDOBA acompañado por la orquesta de OSVALDO PUGLIESE, en la grabación realizada en junio de 1967. También de manos del gran bandoneonista y cantor RUBÉN JUÁREZ al que acompaña la orquesta dirigida por José Ogivieki en su genial interpretación. También les dejo una hermosa versión en vivo de CARLOS VARELA acompañado a la viola por Tony Gallo.


Abel Córdoba y Osvaldo Pugliese




Rubén Juárez




Carlos Varela




viernes, 23 de noviembre de 2018

257 - PASIONAL - (Miguel Caló y Juan Carlos Fabri / Alberto Morán y Osvaldo Pugliese / Rubén Juárez)

PASIONAL es un tango creado en 1951 cuya letra pertenece a Mario Soto en tanto que la música es del bandoneonista Jorge Caldara, que fue grabado por distintas orquestas.

Sobre el origen de sus letras, Mario Soto decía:

”…son escenas del tango. Las que vemos todas las noches. Simplemente hay que prestarles un poquito de atención y contarlas. En verso o chimentándolo con un amigo que está contigo en ese momento. La pista, la penumbra hablan... están llenas de hechos, de diálogos, tristezas, momentos felices...¡El amor!...”

La letra está referida al amor en grado de pasión por una mujer que describe el protagonista:

”No sabrás... nunca sabrás...
lo que es morir mil veces de ansiedad...
No podrás nunca entender
lo que es amar y enloquecer...”


Dice José María Otero de Pasional:

”…uno de los tangos paradigmáticos del repertorio popular. Esta obra también significó un paso trascendental para el cantor Alberto Morán, instalándose como uno de los tangos románticos más requerido por el público. El dramatismo de sus versos y la genial interpretación de Morán, resultaron una fórmula perfecta.

Este tango fue grabado, entre otros, por Juan Carlos Baglietto, Juan Carlos Fabri con la Orquesta Miguel Caló el 23 de mayo de 1951 para Odeon, Oscar Larroca con la Orquesta Alfredo De Angelis el 5 de noviembre de 1951, Aníbal Jaule con la Orquesta Domingo Moles en 1985, Rubén Juárez con la Orquesta Armando Pontier el 6 de diciembre de 1973, Alberto Morán con la Orquesta Osvaldo Pugliese el 24 de noviembre de 1952 para Odeon, en 1955 con Armando Cupo y en 1986, con el acompañamiento de la orquesta de Alberto Di Paulo, por Mario Demarco con Raúl Quiroz en el sello Pathé entre 1951 y 1953 y Mónica Navarro con el acompañamiento del guitarrista Luis Apotheloz en 2005 en Montevideo.

De todas ellas, he elegido tres para que ustedes puedan escuchar y comparar. Son las de MIGUEL CALÓ y JUAN CARLOS FABRI, la de ALBERTO MORÁN y OSVALDO PUGLIESE y la más moderna, en una grabación audiovisual en vivo de 1986, por parte de RUBÉN JUÁREZ.


Miguel Caló y Juan Carlos Fabri




Osvaldo Pugliese y Alberto Morán




Rubén Juárez

viernes, 5 de octubre de 2018

213 - TORMENTA - (Rubén Juárez y Armando Pontier / Francisco Canaro y Ernesto Famá / Virginia Luque)

Enrique Santos Discépolo fue uno de los más atrevidos compositores de tango, que en el caso de TORMENTA se atrevió con la religión. Muchas son las versiones de la interpretación que le da la gente a este gran tango que tiene una música espectacular, adjetivo aplicable también a su letra, que en este caso me atrevo a decir que es de un filósofo natural.

Es otro tango que también sigue hoy vigente… Su tema no pasará de moda porque siempre se estará hablando de la obra de Dios.

Como otros tangos de Discépolo, éste también fue un tango prohibido en alguna época, pero definitivamente, Dios, está presente en las letras varios tangos de Discépolo.

Tengo amigos a los que le gustan mucho de este tango porque, en opinión de ellos, los hace reflexionar; es decir que su letra hace que las personas lo escuchen con toda atención y finalmente reflexiones sobre su contenido y sobre la vida.

En un artículo encontré estas palabras de Discépolo que comparto con ustedes:

"Siempre he conversado con Dios. Y de Dios aprendí a sentir, como si fuese un dolor mío, el hambre de los otros, la injusticia de los postergados y la tragedia infinita de vivir en la tierra que lo ofrece todo, para que los más no tengan nada.., esa injusticia que orilla por las calles de los pobres.., y que termina por agitar la razón del que es honrado.

Grité el dolor de muchos, no porque el dolor de los demás me haga feliz, sino porque de esa manera estoy más cerca de ellos.., y traduzco ese silencio de angustia que adivino" (los pueden ver en Enrique Santos Discépolo, un artículo de "El Ortiba").

Bueno pero vamos al tango y al momento de poderlo escuchar. En primer lugar les dejo la versión que grabara en 1972, RUBEN JUAREZ, acompañado por la orquesta de ARMANDO PONTIER. A la segunda versión la pone voz ERNESTO FAMÁ a quien acompaña magistralmente la orquesta de FRANCISCO CANARO. La tercera es la interpretación en directo de VIRGINIA LUQUE, tomada de un programa de televisión


Rubén Juárez y Armando Pontier




Francisco Canaro y Ernesto Famá




Virginia Luque

domingo, 25 de febrero de 2018

202 - ¡CHAU, NO VA MÁS...! - (Roberto Goyeneche / Rubén Juárez / Cacho Castaña)

Aunque este tango de Homero Expósito se refiere al cambio en los sentimientos personales, "¡Chau, no va más...!" expresa también el actual sentimiento colectivo.
Cada día que pasa somos más conscientes de que necesitamos corregir el rumbo hacia el que se dirige nuestra comunidad. Pero para cambiar el modo de vivir de un pueblo se debe cambiar a las personas. Así lo predicó y lo ejemplificó el Mahatma Gandhi, para lograr la emancipación de la India.
Un pueblo celoso de sus obligaciones, responsable, tiene fuerza moral para exigirle la misma actitud a quienes lo gobiernan. Ese es el sentido de la frase: "Los pueblos tienen el gobierno que se merecen". Cuando creemos que tenemos derecho a no cumplir con nuestros deberes, los gobernantes se desentienden a su vez de sus responsabilidades, y se ocupan de acrecentar sus privilegios.
Sólo podremos satisfacer nuestras aspiraciones de justicia, trabajo, educación, salud y -como consecuencia de haber alcanzado lo anterior- seguridad, si superamos el egoísmo individual y actuamos como personas solidarias y responsables.
En la clase política no abundan las personas, sino los personajes, individuos cuya imagen es muy conocida, pero de quienes sospechamos que si los conociéramos con mayor detalle no le daríamos nuestro apoyo ni nuestra confianza.
El cambio era un signo de la época moderna, pero se lo ha convertido en un valor en sí mismo, y así hemos llegado a la pérdida de valores fundamentales, heredados del humilde ejemplo de nuestros abuelos y del gran ejemplo de nuestros próceres.
Nos vamos acostumbrando a los cambios de una cultura que domina la materia pero que ignora las leyes del espíritu. Se ha reducido el alma a psiquismo; el amor a pulsiones instintivas, la amistad al mero cumplimiento de formalidades sociales.
En medio de una actitud colectiva de "¡Sálvese quien pueda!" -si Expósito viviera, podría escribir un tango con este título-, el juez piensa más en sus honorarios que en la justicia, el artista persigue el éxito antes que la belleza, el filósofo ya no busca la verdad sino el prestigio.
En tanto, los hombres grandes, los testigos de la época como Ernesto Sabato, denuncian el sinsentido de la vida que llevamos y nos convocan a La resistencia: se trata de un cambio que implica, en lo social, rechazar los valores que proponen los medios manipuladores de opinión, y en lo personal, volver a vivir con sencillez lo realmente valioso: la amistad, el tiempo compartido.
Todos anhelamos superar la crisis que nos aqueja, que es mucho más moral que económica. Cuando logremos cambiar nuestro rumbo, el tango de Expósito que da título a esta nota volverá a referirse solamente a las vicisitudes del amor entre hombres y mujeres que viven en una comunidad organizada.

Conrado de Lucía.

Para disfrutar de este tango he elegido tres formidables versiones como lo son las de ROBERTO GOYENECHE, la de RUBÉN JUÁREZ y la de CACHO CASTAÑA.



Roberto Goyeneche




Rubén Juárez




Cacho Castaña





domingo, 21 de mayo de 2017

151 - DESENCUENTRO - (Roberto Goyeneche / Elba Berón y Aníbal Troilo / Rubén Juárez / Caracol Paviotti)

Una abismal soledad, la ausencia de fraternidad, la traición generalizada… son realidades que aparecen repetidamente en la poesía del tango. Un claro ejemplo de esto encontramos en DESENCUENTRO, de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo (1962), en el que el protagonista es traicionado por todos y siente que, en el colmo de su soledad, “¡hasta Dios está lejano!. Ese fracaso, de alguien desahuciado de la vida, "ni el tiro del final te va a salir", no va dirigida a cualquiera, pero para llegar a esta reflexión hay primero que desentrañar una serie de mensajes barbarizados, contenidos en su letra:

“Estás desorientao y no sabés 
qué trole hay que tomar para seguir 
y en ese desencuentro con la fe
querés cruzar el mar y no podés. 
La araña que salvaste te picó, ¿qué vas a hacer? 
y el hombre que ayudaste te hizo mal, ¡dale nomás!  
y todo el carnaval, gritando pisoteó  
la mano fraternal que Dios te dio”. 

Se nos cuenta el desbarajuste emocional de un pobre cristiano que se perdió camino de la Iglesia. Con la brújula estropeada lo invade un incipiente estado de desesperación que lo lleva a la locura de querer cruzar el mar en colectivo. Cuadro esquizo que queda más expuesto todavía al intentar salvar una araña, insecto detestable por cierto, cuyo único e inexorable destino debería ser la suela zapatera. Después del aguijón clavado traicioneramente y no conforme con su destino trágico, al protagonista de nuestra historia le sobreviene una obsesiva vocación samaritana que es bastardeada por la murga de todo un carnaval que le pasa por encima pisoteándolo y gritándole con toda su vorágine sacrílega a cuestas.

Quizás uno de los hallazgos de este tango radique en la frase "El amor te devoró de atrás hasta el riñón". Fíjense cómo aquí Cátulo Castillo elude el lugar común del "corazón destrozado", reemplazándolo por el "riñón devorado". Esquema que lo lleva indefectiblemente al sacrificio de la diálisis por amor. Ahora bien, con la famosa frase “Ni el tiro del final te va a salir” nos queda en claro que si este cristiano no murió con agua en los pulmones después de haber intentado cruzar el mar en trolebús, tampoco por la picadura mortal de un insecto deplorable, ni aun después de ser aplastado por colombinas, mascaritas y clowns de una murga salvaje y ni siquiera por la catástrofe bilística de una insuficiencia renal, menos que menos habría de morir por la angustia que provoca un penal mal pateado.

Vamos a disfrutar de este tango y lo vamos a hacer, primero, viendo la interpretación, genial, del "Polaco" ROBERTO GOYENECHE, acompañado al fuelle por Néstor Marconi. Después la insigne versión de audio de su autor ANÍBAL TROILO, con la voz de ELBA BERÓN, otra versión , desgarradora, como lo es la que de forma tan genial realizara RUBÉN JUÁREZ, para poner punto y final con la formidable versión de CARACOL PAVIOTTI. Casi nada...



Roberto Goyeneche con Néstor Marconi




Elba Berón y Aníbal Troilo




Rubén Juárez




Caracol Paviotti


viernes, 19 de mayo de 2017

143 - MILONGA DEL TROVADOR - (Jairo / Roberto Goyeneche / Rubén Juárez / Andrés Calamaro)

De cierta manera y con texto de Horacio Ferrer sobre música de Astor Piazzola, se puede explicar sin conjeturas lo que puede ser un trovador.

Guitarra en ristre, recorriendo largas distancias, de aldea en aldea o de ciudad en ciudad, así transmitían los juglares, trovadores durante siglo XII, noticias, cantares y demás versos. ¿Actualmente? No son trovadores al uso, pero recorren países de punta a punta ofreciendo su espectáculo sobre un escenario y cambiando algunos matices, la esencia es parecida. Cantando y contando composiciones propias y ajenas cada día frente al público de la ciudad de turno.

¿Hasta dónde reparamos en las letras, textos y versos de una canción durante un concierto o la audición particular de un disco? ¿Qué importancia le da un músico a sus textos dentro de una canción? ¿Qué habría sido de grandes composiciones sin su letra?

Una buena canción sin texto no es una buena canción, es simplemente música. La distancia entre una canción y un poema instrumentado es justamente el texto. Lo que pasa es que yo creo que no se le da la suficiente importancia, es decir, también es cierto que es muy difícil elaborar un texto que frasee y que acentúe el dibujo musical. Pero los que lo hacen bien, gente como Atahualpa Yupanqui, Carlos di Fulvio, Oscar Valles, José Larralde, etc. que tienen unos textos fantásticos.

Por otro lado, las canciones de JAIRO son inconfundibles. Están cargadas de sensibilidad. Tienen ese aire de nostalgia y de poesía que puede percibirse desde los primeros acordes. Hay en él algo de trovador medieval y es por eso que Piazzolla y Ferrer le dedicaron esta “MILONGA DEL TROVADOR”, en 1981. Su “andar” en cuatro décadas de carrera lo llevaron por España, Francia y nuestra tierra. Jairo recorrió muchos caminos convirtiéndose en uno de los máximos representantes del trovador moderno.

Pero no solo es Jairo quien engrandeció este tema. Genios como ROBERTO GOYENECHE, RUBÉN JUÁREZ o ANDRES CALAMARO, han logrado hacer de esta composición la unión perfecta de los cuatro ingredientes indispensables para el total reconocimiento de obra de arte: la música, la poesía, el mensaje y la interpretación.

Sin más, les dejo las cuatro interpretaciones referidas, todas ellas con estilos totalmente diferentes pero que que cada una de ellas tiene su cola interminable de adeptos. La única pega está en que la del "Polaco" Goyeneche solamente la pude obtener en audio. Las demás, son grabaciones de actuaciones en vivo.


Jairo




Roberto Goyeneche




Rubén Juárez




Andrés Calamaro




lunes, 15 de mayo de 2017

137 - EL AGUACERO - (Nelly Omar / Soledad Villamil / Rubén Juárez)

La palabra "aguacero" deriva de otra, que es "aguaza" y este vocablo viene del latín aquacea. Dicho en lenguaje futbolero los antiguos romanos le pasaron la pelota a los españoles.

Académicamente hablando, "aguacero" quiere decir 'lluvia repentina, abundante, impetuosa y de poca duración'. A esto se refiere el tango y no a otra cosa, cual es un conjunto de molestias, o golpes o improperios que caen sobre una persona. Esto último es una segunda acepción del término de marras, poco usada en la Argentina. En Venezuela se usó en diminutivo, "aguacerito", para designar a la 'llovizna', que no es lo mismo que la garúa, que también es llovizna, pero fina, suave y lenta, aunque pueda generar diversas sensaciones según las personas, según su estado espiritual. No es, en mi opinión, un argentinismo, o un lunfardismo, o voz campera, sino de origen español, lo que hace que no aparezca frecuentemente en los textos de literatura popular y, sin embargo, el término es bastante conocido; probablemente haya sido el tango el mejor camino para su difusión en el lenguaje vivo. Muchas veces hemos expresado que el tango comunica y que el cantor es un comunicador social. Antiguamente, en el denominado "Viejo Mundo" los hechos de la aldea se comunicaban con canciones.

El tango "EL AGUACERO", según José Gobello, en el tomo II de Tangos, letras y letristas, se escribió en el barco que traía de Europa al poeta José González Castillo, en 1930, junto a su hijo Cátulo Castillo y estrenado poco después por Abelardo Farías en la revista De la tapera al rascacielos, presentada en el "Teatro Cómico". Cátulo Ovidio González Castillo -era el nombre de familia- se hizo conocer con su primer nombre, Cátulo, y no usó el apellido del padre, como queda expresado líneas arriba, implícitamente. Tenía 24 años.

Eduardo Romano, en su libro Las letras del tango, expresa:

"Fue grabado por el Dúo Gómez-Vila, para el sello "Víctor" (11/31); en "Odeón" lo registró F. Canaro con la voz de Charlo (11/31); posteriormente lo grabó Lucio Demare con Horacio Quintana, en "Odeón" (1944); Mercedes Simone con acompañamiento de Emilio Brameri, en sello T.K. (1951); Juan D'Arienzo con Armando Laborde y Osvaldo Ramos, en "Víctor" (1970); Rubén Juárez con orquesta dirigida por Raúl Garello, en "Odeón" (12/72), y Susana Rinaldi con el conujunto de Juan Carlos Cuacci, en sello Trova (1973). Composición de estirpe nativista, donde el poeta combina sin estridencias pasajes netamente descriptivos con otros de lenta reflexión o con dos estrofas en que cede la palabra al personaje sin romper -salvo el coloquial 'bien haiga', por 'bienvenido'- empero un nivel cuidadoso de lengua, como es habitual en aquella tendencia poética."

El tango pudo haber sido grabado por Gardel, pero esto no sucedió. Casi sucede. Veamos la anécdota que cuenta Cátulo, relatada en el prólogo del libro de César Tiempo, El último romance de Gardel:

"La última vez que vi a Carlos Gardel en Buenos Aires, fue allá por el año 1931, en su casa de Jean Jaurés -por el Abasto- cuando, dentro de la plenitud de su optimismo contagioso, afirmaba la pinta del porteño adoptando criterios de elegancia que eran inconfundibles.

Fue -pienso- en el otoño de una tarde 'cualunque' que estaba convenida para 'pasarle' aquel tango-canción llamado 'El aguacero', ¡que no grabó jamás! Lo encontré acicalándose, en camisa de seda. La peinada perfecta, recién afeitadito.

-'Mirá, pibe...! -me dijo- apenas 10 minutos. Tengo un apuntamento que me salió recién... Si me 'sarpás' la letra, yo te escucho...¡Ahí está el nopia...!' Se colocó las gafas, sentándose a leer la 'letra' aquella, en tanto que mi temblor garabateaba notas al 'dientudo', y mi emoción trataba de entonar las palabras con una entrecortada voz de abatatado. ¡Delante de Gardel...! ¡Vaya proeza!

No sé qué me arguyó, pero -de pronto- estábamos los dos en la vereda: él, esperando un taxi al que llamó con un silbido extraño, mientras mi azoramiento colorado, le escuchaba disculpas.

-'¿Sabés, pibe...? Me falló 'el aviador' ¡...y un caballero jamás hace esperar a una mujer...!'. Hizo un guiño y partió, de traje claro, con chaleco cruzado y un chambergo 'piolín' que nadie requintó como él lo hacía.

Ya no lo vi jamás, más que en película. Pero el silbo y la estampa de aquella despedida alborotada, quedaron para siempre en el recuerdo deteniendo la alegría socarrona y la gracia infantil de su sonrisa."

Según la narración del poeta y compositor Cátulo Castillo, incorporada a un artículo firmado por Julio Ardiles Gray, cuando Cátulo le relató sus memorias, le manifestó que el padre (que entonces era anarquista pacífico, azul, esto es literario) "robó" a la mamá de Cátulo y se casó con ella, en 1905, yendo a vivir a Castro al 900, en Buenos Aires. La joven vivía en los alrededores de La Plata. Al año nació Cátulo, el 6 de agosto de 1906, a las cinco de la tarde; caía una lluvia tremenda y cuando fue avisado en los Tribunales, donde trabajaba, por su amigo Edmundo Montagne, el padre fue corriendo a la casa, le quitó los pañales, salió al patio y los dos se expusieron al agua, al aguacero; el papá exclamó:

"- ¡Hijo mío, que las aguas del cielo te bendigan!"

(El tango "El Aguacero" no tiene nada que ver con este episodio). Después intentó anotarlo en el Registro Civil con el nombre Descanso Dominical González Castillo, porque por ese tiempo habían promulgado la ley que era una vieja aspiración libertaria y era costumbre de los anarquistas ponerle ese tipo de nombres a los hijos.

El tema de la letra es campero, describe una circunstancia propia de la pampa, es decir cierta geografía; de otro modo, se trata de una descripción en la que paisaje y persona están íntimamente ligados, aunque se compare a la naturaleza con la vida, como se manifiesta en ocasiones: "Sin sombra, ni herida, sin pena...ni amor..." El poema pone de manifiesto el amor a la naturaleza, al medio ambiente, y un sentimiento del que parece derivar que el ser humano, como el pájaro o el buey, o la circunstancia rural, en su conjunto, tienen un mismo destino, de tristeza y de dolor y sin perjuicio de lo cual renace el deseo de cantar, del boyerito o del criollo, como en el Martín Fierro:

"Aquí me pongo a cantar 
al compás de la vigüela, 
que al hombre que lo desvela 
una pena extraordinaria, 
como el ave solitaria 
con el cantar se consuela.".

Les ofrezco, en primer lugar, dos versiones en vídeo muy distintas: la de NELLY OMAR en 1942 en la película "Melodias de America", de Eduardo Morera y la interpretación de este tango por parte de SOLEDAD VILLAMIL en el Festival de Inverno de 2010 de Porto Alegre. También puedn disfrutar de la versión exquisita en audio de RUBÉN JUÁREZ.



Nelly Omar




Soledad Villamil




Rubén Juárez


martes, 4 de abril de 2017

100 - QUEJAS DE BANDONEON - (Aníbal Troilo / Rubén Juárez y Julio Pane / Juanjo Domínguez)

Recordaba Juan de Dios Filiberto: «En 1918 compuse “La vuelta de Rocha” y “QUEJAS DE BANDONEÓN”, en el cual introduje la innovación del empleo de bajos en el trío (esto es, la melodía para la mano izquierda en el piano). Con ellos y con “Brasil” me presenté en el concurso de tangos patrocinado por la Asistencia Pública. Yo asistía en esa época al Conservatorio Williams y Alberto Williams era miembro del jurado. Tenía tanto optimismo como esperanzas, pero los dos se vieron defraudados; el premio lo obtuvo Athos Palma con un tango de su creación».

No obstante el tropiezo, el destino tenía otra meta reservada para ese estupendo tango titulado “Quejas de bandoneón”. Cierta tarde, Filiberto se cruzaba en la calle con Augusto Berto, que por esos días actuaba en el cabaret L'Abbaye (Esmeralda entre Lavalle y Tucumán) al frente de su cuarteto, integrado por Peregrino Paulos (violín), Luis Teisseire (flauta), José Sassone (piano) y el director en bandoneón. Y quiso la casualidad que le solicitara al compositor boquense alguno de sus tangos para estrenarlo en dicho local.

Ni lerdo ni perezoso, Filiberto le alcanzó, poco después, la partitura manuscrita de “Quejas de bandoneón”. El estreno terminó coronado por un atronador aplauso. Pero al autor le fue imposible hallar editor, a pesar del éxito. «Recién año y medio después, en 1920, pude editarlo... y por mi cuenta».

Tenemos en nuestro poder una vieja partitura del tango, sin fecha ni mención de editor, lo cual nos hace sospechar que se trataría de la misma que fue costeada por el compositor. En ella figura la desconocida letra, firmada por un tal Russo sólo aparece el apellido, que comienza: «Vaga la dulce ilusión/ como un recuerdo que flota/ y se pierde entre la nota del sonoro bandoneón».

“Quejas de bandoneón” debió esperar hasta 1944 para recibir el espaldarazo definitivo que lo instalaría entre los auténticos clásicos. Fue cuando lo grabó ANÍBAL TROILO, en una versión que, sin duda, resistió el devastador paso del tiempo, aunque aquí vamos a ver otra, la correspondiente a la película ¨Esta es mi Argentina¨ del año 1974. También vamos a poder ver otra versión del tango interpretada por RUBÉN JUÁREZ y JULIO PANE del año 2003 en el teatro Argentino de la Plata y una más la de la guitarra extraordinaria de JUANJO DOMÍNGUEZ, realizada en el Cafe Vinilo en 2014.

Mi agradecimiento a todotango.com



Aníbal Troilo




Rubén Juárez y Julio Pane




Juanjo Dominguez 

viernes, 24 de marzo de 2017

88 - VENTARRÓN - (Luis Cardei / Quinteto Ventarrón / Rubén Juárez)

VENTARRÓN es un tango compuesto en1932 con letra de José Stafolani y música de Pedro Mafia, donde el primero pinta el personaje del suburbio de ese nombre que a principios del siglo tuvo protagonismo en su fama de guapo y su posterior ocaso.

Los versos de Ventarrón nos llevan a un mundo lejos de nosotros. Su paso nos acerca a una historia en la que un hombre, un gángster apodado Ventarrón (tormenta), para ganarse el respeto, tiene que ser como lo describen las pocas palabras del tango: audaz y valiente, para escuchar a ser "alguien",  en los bares, en la vida, en busca de romances, peleas y aventuras ya él lejos de su barrio.

El tango habla de la derrota, algo salió mal, o tal vez es sólo la nostalgia de la vida pasada, los momentos "gloriosos" experimentaron en su juventud, de su antiguo hogar. Con el tiempo, el hombre se da cuenta de que todo ha cambiado: ya es mayor, ha pasado el tiempo para él.

Este hermoso tango, incluso con sus pocas palabras, nos ayuda a conocer y comprender las características y valores de algunos hombres de la época.

En cuanto a sus intérpretes, a este tango le han sucedido innumerables interpretaciones y muchas de ellas, muy, muy buenas. Aquí les ofrezco en primer lugar una, en vivo, por parte de LUIS CARDEI, realizada en en el Club del Vino en 1998.Después, también les quiero dejar una, que me parece estupenda, por parte del QUINTETO VENTARRÓN (no es casualidad, seguro, que lleven el mismo nombre), agrupación creada el año 2000 y que está formada por un verdadero seleccionado de instrumentistas, todos ellos con notable experiencia en la música argentina, tanto como solistas y en grupos propios como acompañando a importantes artistas del tango. Por último, les dejo una versión, para mi, extraordinaria de audio, la grabada en 1976 por RUBEN JUAREZ.


Luis Cardei




Quinteto Ventarrón




Rubén Juárez


domingo, 12 de marzo de 2017

76 - VIEJO TORTONI - (Eladia Blázquez / Rubén Juárez)

En el curso de este año cumple 150 años de existencia. Hubo y seguramente habrá muchos actos alusivos y muchas publicaciones se ocuparon y ocuparán de contar su historia y de evocar a los personajes que la fueron haciendo y enriqueciendo. De rememorar acontecimientos y hechos que contribuyeron a construir su leyenda. Yo quise rendirle mi mejor homenaje a este viejo Tortoni, escribiéndole los versos que luego se convirtieron en tango con la música de Eladia Blázquez. Y que muchas voces de cantores y cantantes cantaron y grabaron desde aquel 1979. 

La noche en que volví a ver el Palco ocupado por la orquesta, me pareció recuperar algo de un pasado que no alcancé a vivir, pero que sentía muy mío. Era como si el palco lloviznara recuerdos mientras el tango desgranaba su melodía y su embrujo. Orquesta, cantor, tangos...y la gente en las mesas, como debió de haber sido en otro tiempo. 

Después fue en el sótano, que era la famosa "Bodega", con su escenario, su atmósfera especial y su historia. Del asiento de espectador, pasé un día al escenario, a decir mis versos, a presentar a algún músico o cantor...De a poco me fui enterando de pedacitos de su historia: en esa mesita leía poemas Alfonsina Storni cuando en el sótano funcionaba la legendaria "Peña" de Quinquela Martín, a la cual solían concurrir Baldomero Fernández Moreno, Raúl González Tuñón, Carlos de la Púa y otros notables que llenaban de bullicio y poesía el recinto. Hasta allí había llegado una vez, caminando desde la Casa Rosada, el presidente Alvear. Y bajó hasta el sótano atraído por la fama de la "Peña" y sus habitués. Justo cuando leían versos Tuñón y de la Púa...En ese subyugante escenario había cantado Carlos Gardel, había debutado la orquesta de Juan de Dios Filiberto, había actuado Josefine Baker...y muchos nombres relevantes que se sumaban a una lista increíble. 

Estuvimos algunos años, con la muchachada de la Revista"Buenos Aires Tango y lo demás", organizando recitales de música, canciones y poesía; presentando libros, discos, espectáculos; lunes a lunes, en noches memorables. Ya había aprendido a descubrir a los duendes del Café y hasta los sentía aletear en las paredes. Arriba y abajo. Esa atmósfera me envolvía y me sentí orgullosamente parte de todo eso. Tanto, que le pedí a Fanego (uno de los dueños), datos, referencias, algunas pequeñas historias que algunos escribieron, testimonios... Un día sentí que era mucho lo que estaba acumulando, vivencial y documentalmente. Mucho lo que el Tortoni me había dado a mí y a Buenos Aires, y mucho lo que nos seguía dando. ¿Qué cosa mejor podría brindarle que un tango? Era cuestión de atreverse. Los versos salieron casi de "un tirón". Fue porque ya "estaban adentro". Tenía muy en claro que había que conjugar su pasado con su presente, lo que había pasado con lo que estaba pasando. Las figuras de ayer con las voces de hoy. Los antiguos fantasmas con los duendes que aún lo habitaban. Cantarle a un lugar que era parte de la historia de la ciudad, pero a la vez un ineludible sitio de su presente. Con historia, pero vivo...Así pudo ser y eso es lo que reflejan los versos. Con todo el sentimiento que se encendía al cantar escribiendo. Pero aún la música no estaba. Pensé inmediatamente en Eladia Blázquez, que siempre me conmovía con algunos de sus temas y que en algún momento me había dicho: "Tenemos que hacer algo juntos". La fui a ver con los versos del tango en el bolsillo y se los mostré sin decirle nada. Le gustaron y por eso me animé a pedirle que les pusiera música. De entrada me dijo que consideraba que había gente más indicada para ese tipo de temas. Me dio nombres, pero no me convenció. Le insistí en que para mí la más indicada era ella. Pude disipar sus dudas, que a mi entender, eran antes que nada producto de su modestia. Le dije que no tenía apuro, ni plazos, que trabajara tranquila. Al cabo de no mucho tiempo me llamó para decirme que tenía lista la 1ra. parte, pero que la segunda (el estribillo) se resistía a salir. Le insistí en que podía esperar todo el tiempo que fuera preciso, que buscara esa esquiva melodía. Cerca de dos meses después hablamos nuevamente y muy desalentada me dijo que estaba estancada, que había intentado varias veces infructuosamente. Me propuso que le diera la 2da. parte a otro compositor, o (si prefería) toda la letra, que no quería demorar mi obra, que ella no se haría ningún problema. Insistí en que no tenía apuro ni plazos, en que ese tango tenía que tener "su" música. En que la buscara por distintos caminos, enfoques, variantes. Agoté mis argumentos para que no desistiera, confiaba en que iba a salir. Hasta le insinué que "rompiera" la estructura original y trabajara puramente con la melodía que le brotara, que luego le acomodaría la letra a la nueva medida y acentuación. Pasó otro algo de tiempo (uno o dos meses) y me llamó para hacerme escuchar una melodía que había nacido para esa "esquiva" 2da., que nada tenía que ver con la medida de la letra original. Y que si llegara a gustarme me obligaría a rehacer los versos de esa parte. Fui lleno de impaciencia y curiosidad, ya que todavía no conocía tampoco la 1ra. y 1ra.Bis. Me anticipó que sobre la melodía de la 2da. había reconstruido unos versos basados en mi texto original. Y que si esa melodía era de mi agrado podría rehacerlos a mi gusto. Se acercó al piano y cantó...Sencillamente me fascinó todo el tratamiento de la obra: 1ra., el nuevo estribillo(2da.), 1ra.Bis, final...Era lo que yo había sentido al abrirle la puerta a la maravillosa posibilidad de "crear" una canción. Le pedí unos segundos, retoqué algunas palabras de los nuevos versos de la 2da. –sólo para decir algunas cosas con mis palabras y mi estilo, ya que la construcción que tenían era perfecta- y le pedí que volviera a cantar todo el tango otra vez según esta "última" versión. Cuando Eladia terminó de hacerlo, "Viejo Tortoni" había nacido...Ya era un tango que sólo aguardaba gargantas para tocar el corazón de la ciudad y de su gente. Y voces, grabaciones y difusión para volar más lejos todavía. 

Por suerte los tuvo, y buenos. Lo demás es otra historia. Que continúa... 

 (Héctor Negro, autor de la letra de "Viejo Tortoni")


En primer lugar, veamos el vídeo clip del tango, interpretado por su autora musical, ELADIA BLÁZQUEZ, para continuar con la grabación en audio por parte de RUBEN JUAREZ, realizada en el año 1980.




Eladia Blázquez




Rubén Juárez

domingo, 26 de febrero de 2017

59 - TINTA ROJA - (Adriana Varela / Rubén Juárez)

El título es uno de los grandes hallazgos de este poema. Tiene sonoridad, sugestión y color. Novelas policiales, ensayos, revistas literarias, documentales, “plagiaron” y honraron este logro poético de Cátulo Castillo. “Tinta roja” se escribió en 1941. La música es de Sebastián Piana, el hombre que acompañó, por ejemplo, a Homero Manzi en memorables milongas como “Milonga sentimental”, o en temas como “Viejo ciego”, “Pena Mulata”, o ese extraordinario poema que se llama “El Pescante”. 

TINTA ROJA” fue estrenado por la orquesta de Aníbal Troilo y la voz de Francisco Fiorentino. Después llegaron muchos más. Merece mencionarse a Jorge Valdez, Roberto Goyeneche, Rubén Juárez, Adriana Varela o Susana Rinaldi. 

Pensemos en los detalles del tango. La consistencia de ese paredón que es algo más que una pila de ladrillos viejos, la “tinta roja” cargada de múltiples significados, el contraste entre los colores, en este caso entre el gris, el rojo y el negro. Y la nostalgia, la evocación de un pasado íntimo, que es a su vez exclusivo e irrecuperable. 

“Tu emoción de ladrillo feliz
sobre mi callejón
con un borrón
pintó la esquina
y el botón/ que en lo ancho de la noche
puso el filo de la ronda
como un broche”. 

Versos cortos, que impactan por el sonido de las palabras y la visibilidad de las imágenes. 


“Y aquel buzón carmín/ 
y aquel fondín/ 
donde lloraba el tano/
su rubio amor lejano/ 
que mojaba con bon vin”. 

Versos cortos, cortantes, palabras que se repiten como una oración, como si el protagonista se dejara llevar por palabras que le llegan desde algún lugar de su memoria, sin importar su hilación lógica, su significado convencional. ¿Como en los poemas? Exactamente, como en los poemas. 

Presten atención en la insistencia en los colores, en las insinuaciones y las sugerencias. La esquina está pintada con un borrón, el buzón es carmín, el amor es rubio. Y la mención al vino, cuyo color está en sintonía con los colores nombrados. Los versos de la última estrofa insisten en la misma línea y son de una notable coherencia poética: 


“Paredón
tinta roja en el gris del ayer
borbotón de mi sangre infeliz
que vertí en el malvón
de aquel balcón que la escondía.
Yo no sé si fue el negro de mis penas
mi sangría.
¿Por qué llegó y se fue
tras el carmín/ y el gris fondín lejano
donde lloraba el tano
sus nostalgias de bon vin. 

Un poema se construye con detalles. No es una explicación y muchas veces lo más importante es lo que se sugiere, aquello que se insinúa sin necesidad de más palabras. Las penas son negras, el fondín es gris y las referencias a la sangría y el carmín. El juego de colores es deliberado y discreto, como también es discreta y, si se quiere, pudorosa, la nostalgia, el recuerdo de ese tiempo que se fue para siempre y, como en los sueños, sólo recordamos objetos, colores que, por supuesto, están cargados de sentidos, de significados. 

El estribillo merece una especial atención: 


“¿Dónde estará mi arrabal?/ 
¿Quién se llevó mi niñez?/ 
¿En qué rincón luna mía/ 
volcás como entonces tu clara alegría?/ 
Veredas que yo pisé/ 
malevos que ya no son/ 
bajo tu cielo de raso/ 
trasnocha un pedazo de mi corazón”. 

Las tres primeras preguntas son las que desvelan a los poetas, a los filósofos y a los hombres de todos los tiempos. Castillo las repite, pero con tono de tango: el pasado es el arrabal, la memoria es la niñez y el rincón tiene el tono de la luna y su limpia alegría. 

La mención a la vereda, a los malevos, al propio arrabal es una constante de nuestros grandes poetas, desde Homero Manzi a Jorge Luis Borges. Como todo creador, Cátulo Castillo posee sus obsesiones y la búsqueda de las palabras exactas que la expresen. Pienso en “La última curda”, su máxima creación, en “El último farol”, en “María” o en ese sensible homenaje a Manzi, titulado “A Homero”. “Tinta roja” perfecciona, agota sus posibilidades, búsquedas, que tal vez no pudo concretar en plenitud en “Caserón de tejas” o en “Patio mío”. 

Les dejo dos magníficas interpretaciones de este tango. En primer lugar la de ADRIANA VARELA y en segundo, una que a mi, particularmente, me parece soberbia, la de RUBEN JUAREZ.



Adriana Varela




Rubén Juárez

miércoles, 15 de febrero de 2017

53 - EL CORAZON AL SUR - (Eladia Blázquez / Rubén Juárez / Mercedes Sosa)

Muchos argentinos viven mirando hacia los grandes centros urbanos de Norteamérica o de Europa. La vida de esas personas pasa por añorar lo que no conocen, incluso llegan a “inventar” como seria su vida en otro lugar. Otros argentinos, en cambio, disfrutan de su Historia. Saben disfrutar de sus raíces, aunque sea de un “barrio donde el lujo fue un albur”.  Ellos son los que seguramente, cuando logran progresar por ser “una abeja en la colmena”, van a poder disfrutar de lo alcanzado sin por eso olvidar quienes son. 

El sur en esta hermosa canción de ELADIA BLAZQUEZ, puede ser la Argentina, o el sur de la Ciudad ya que es una canción ciudadana. También puede ser el sur de todo un continente. Sin embargo siempre va a ser una zona geográfica donde lo bueno, lo dulce, lo puro va a estar en el lugar de origen. Cuando “después la vida mil caminos me tendió”, aparecieron los peligros  (“y supe del magnate y del tahúr”). 

Para neutralizar esos peligros aparece la infancia como refugio, como momento y lugar a donde siempre podemos volver. Claramente en "EL CORAZON AL SUR", Eladia, habla de su propia vida. Como explicar si no que haya nacido en Avellaneda y que el final del camino la haya encontrado en ese mismo lugar. 

En el año 1976, Eladia Blázquez registró y compuso este tango, quizás el más emblemático de su carrera. Por haber sido escrito en el peor momento de la vida de todos los argentinos, fue tomado como himno por los exiliados argentinos y se transformaría en el tema principal de la película "Made in Lanús", de Juan José Jusid. 


"Mi barrio fue mi gente que no está... 
Las cosas que ya nunca volverán... 
Si desde el día que me fui, 
con la emoción y con la cruz, 
yo sé que tengo el corazón 
mirando al Sur". 

Es un tango que va dirigido a todos los que vivimos una niñez feliz, simplemente con las cosas puras y sencillas de la vida. En esa niñez se aprendía a que había que repartir entre todos, a no bajar los brazos, a tener ilusión y a ayudarse entre vecinos. A su vez, también produce nostalgia, al recordar con ternura la satisfacción de los logros conseguidos para crecer en todos los aspectos, mostrándonos a una madre trabajando la tierra, sembrando para luego comer del fruto de ese trabajo. Como he dicho, recuerda las cosas más sencillas de las que antes se disfrutaba. La torta exquisita, los canapés y los sándwiches con pan lactal que se hacían para festejar con los amigos del barrio...

Aparte del vídeo con la interpretación de su autora, he incluido dos versiones para mi, formidables del tango: la de 2003 de RÚBEN JUAREZ perteneciente a "Archivos BOESMI" y la de MERCEDES SOSA en un vídeo estupendo que presenta Ricardo Morino en su canal de youtube.


Eladia Blázquez




Rubén Juárez




Mercedes Sosa



martes, 14 de febrero de 2017

51 - ADIOS NONINO - (Astor Piazzola / Rubén Juárez)

En 1999 se cumplieron cuarenta años de la creación de “ADIOS NONINO”, la obra más representativa de Astor Piazzolla. Compuesta en 1959, con motivo de la muerte de su padre, se convertiría en un clásico. Su autor, de prolífica obra de compositor, tiene composiciones más importantes y de mayor aliento, pero “Adiós Nonino” es y será, para siempre, sinónimo de Piazzolla. 

«Todo compositor, por más vasta que sea su producción, tiene siempre alguna obra que, sin ser la mas lograda, es la que define su estilo. En ella, por exacta y armoniosa conjunción de ciertos valores, el autor ha exteriorizado su sensibilidad, ha desnudado sus raíces, evidenciando su formación y desarrollado su capacidad creativa, logrando en esa síntesis la identidad de toda su labor. 

«Razones de impacto en el gusto popular, la aceptación y la incitación que provoca en los ejecutantes que, al incluirla en sus repertorios, crean los canales indispensables para procurarle la difusión necesaria y hacen que esa composición se hospede para siempre en los oídos y en la emoción de amplios auditorios. 

«Aparte de los valores técnicos y estéticos, lo cierto es que a través de todo ese contexto un determinado trabajo de composición concluye siendo para su autor una especie de resumen de su personalidad artística.» 

Y a este concepto que dejé expresado en mi trabajo sobre Abel Fleury (GraFer, Chivilcoy, 1995), lo podemos aplicar con certeza y convencimiento a la obra que mas identifica a Piazzolla en todo el mundo y en todos los niveles: “Adiós Nonino”. 

Su producción autoral, copiosa, digna y variada, dentro y fuera del tango, ya que incursionó en composiciones realizadas conforme a otras estructuras de carácter europeo, exhibe obras de gran proyección. Pero sospecho que “Adiós Nonino” es y será para siempre —repetimos— sinónimo de Piazzolla. Así este interpretada por orquestas dentro de un estilo más tradicional, como la impecable versión que dejó grabada Leopoldo Federico, o bien como la que escuchamos recientemente en Chivilcoy por el trío de cámara del violoncelista Diego Sánchez, en arreglo especial de José Bragato. 

“Adiós Nonino” fue compuesto hacia 1959, cuando Astor andaba en gira por Centroamérica. En esos momentos recibió la noticia de la imprevista muerte de su padre, don Vicente Piazzolla, a quien apodaban Nonino. 

Llegado de Nueva York, de vuelta de esa gira, en un momento de profunda tristeza, de angustias económicas —puesto que su viaje al Norte había significado un fracaso, como fracaso también resultó su intento de imponer el jazz-tango—, se sumaba ahora la desaparición de su padre, allá lejos, en la Argentina. Es cuando escribió “Adiós Nonino”. Bajo la presión de semejante estado de ánimo brotaron espontáneamente las inmortales notas. 

Recompuso el primitivo “Nonino”, tango que había compuesto en París en 1954 (hay una grabación de esa obra por la orquesta de José Basso, de julio de 1962), del cual conservó la parte rítmica. Reacomodó lo demás y agregó ese prolongado y melódico fragmento, de notas largas y sentidas, en el que subyace un profundo, ahogado y angustioso lamento. 

El llanto contenido y el dolor del hijo, a tanta distancia, se manifestó en ese triste y acongojado pasaje. En esas dos frases de ocho compases (cuatro más cuatro), que se repiten formando un precioso tramo de dieciséis compases, está el auténtico sentido y justificación de la obra. 

El artista, sin lágrimas, lloró esa noche, pero a través de su arte. Y dejó para la historia de la música argentina una de sus más bellas e imperecederas páginas. 

Y como a un verdadero clásico, se le dedicaron muchísimas grabaciones. Conjuntos reducidos, orquestas compuestas por numerosos músicos, y solistas también, han brindado las más variadas versiones de “Adiós Nonino”. 

La primera es la del autor con su quinteto: Piazzolla en bandoneón, Jaime Gosis en piano, Quicho Díaz en contrabajo, Horacio Malvicino en guitarra eléctrica y Simón Bajour en violín, conjunto que lo registró en el sello Antar-Telefunken (Montevideo), en el año 1960. Y ese tramo melódico y emotivo de la composición, reservado casi siempre a la cuerda —que es la que mejor puede expresarlo—, estuvo a cargo de la formidable interpretación de Simón Bajour, uno de los mejores violinistas que ha tenido el tango. La dulzura de su sonido, la delicadeza de su interpretación y su extraordinaria sensibilidad supieron captar y exponer el mensaje de dolor que el autor dejó implícito en ese fragmento, en forma admirable. 

Creo que ese pasaje no fue superado nunca. Enrique Francini, Hugo Baralis, Elvino Vardaro, Fernando Suárez Paz, Reynaldo Nichele, Mauricio Marcelli y muchos otros han dejado registros bellísimos de ese trozo. Pero —desde mi apreciación, que seguramente resultará opinable—, sigo sosteniendo que el arco de Bajour, al menos en ese registro, esta por encima de todos. 

No pretende este comentario subestimar el irreprochable despliegue bandoneonístico de Piazzolla repitiendo el mismo pasaje, ni la labor pianística de Jaime Gosis, pero sigo aferrado a mi concepto y a mi oído: lo de Simón Bajour es inmejorable. 

www.todotango.com

Originalmente publicado en Tango y Lunfardo Nº 148, Año XVII, Chivilcoy, 16 de enero de 1999.


ADIOS NONINO
Música: Astor Piazzolla
Letra: Eladia Blázquez

Desde una estrella al titilar...
Me hará señales de acudir,
por una luz de eternidad
cuando me llame, voy a ir.
A preguntarle, por ese niño
que con su muerte, lo perdí,
que con "Nonino" se me fue...
Cuando me diga, ven aquí...
Renaceré... Porque...

¡Soy...! la raíz, del país
que amasó con su arcilla.
¡Soy...! Sangre y piel, del "tano" aquel,
que me dio su semilla.
Adiós "Nonino".. que largo sin vos,
será el camino.
¡Dolor, tristeza, la mesa y el pan...!
Y mi adiós.. ¡Ay! Mi adiós,
a tu amor, tu tabaco, tu vino.
¿Quién..? Sin piedad, me robó la mitad,
al llevarte "Nonino"...
Tal vez un día, yo también mirando atrás...
Como vos, diga adiós ¡No va más..!

Recitado:
Y hoy mi viejo "Nonino" es una planta.
Es la luz, es el viento y es el río...
Este torrente mío lo suplanta,
prolongando en mi ser, su desafío.
Me sucedo en su sangre, lo adivino.
Y presiento en mi voz, su propio eco.
Esta voz que una vez, me sonó a hueco
cuando le dije adiós Adiós "Nonino".

¡Soy...! La raíz, del país
que amasó con su arcilla...
¡Soy...! Sangre y piel,
del "tano" aquel,
que me dio su semilla.
Adiós "Nonino"... Dejaste tu sol,
en mi destino.
Tu ardor sin miedo, tu credo de amor.
Y ese afán... ¡Ay...! Tu afán
por sembrar de esperanza el camino.
Soy tu panal y esta gota de sal,
que hoy te llora "Nonino".
Tal vez el día que se corte mi piolín,
te veré y sabré... Que no hay fin.


Les dejo dos grandes versiones: primero la de su autor, ASTOR PIAZZOLA y a continuación, una a mi entender, extraordinaria: la de RUBEN JUAREZ.



Astor Piazzola




Rubén Juárez