Llevaba una recomendación de Alberto Ginastera, que ella aceptó con gusto, y luego, Ástor le entregó su Sinfonietta. Nadia se sienta al órgano, la toca y lo acepta como alumno, previniéndole que el aspecto que tiene que mejorar, es la composición. Las clases se daban de ocho de la mañana hasta las doce de la noche, con breves descansos y tenía unos treinta alumnos de distintas procedencias.
Piazzolla tomaba tres clases por semana "que eran enormemente interesantes", decía en una carta a Horacio Ferrer. Yo le llevo mis deberes que incluyen hasta sesenta y cuatro variaciones de un mismo tema. De veras que me esfuerzo lo indecible para hacerlos todos bien y todos claramente distintos. No obstante lo cual, ella, comiendo masas y tomando té junto a uno de sus pianos y de una sola leída, me señala las tres, cuatro o seis soluciones que se parecen entre sí. ¡Un fenómeno!
-Le agrada, sobremanera, dedicar la última media hora de cada clase a conversar sobre cuestiones muy diversas -siempre en inglés-. Habla con gran pausa, sorprendente lucidez y madurez aleccionadora. Su mayor insistencia está destinada a sostener que la sinceridad es la virtud capital de un compositor. esto es, que no se debe estrenar o publicar cuando no se está completamente conforme con la obra.
-"Una obra es un hijo del compositor - afirma Nadia-, hay que querer mucho a la propia obra". A mí me emociona oírla.
Dedé estudia pinturas con un conocido maestro y los fines de semana, que tienen libres, los dedican a recorrer El Louvre, o la misa domincal, donde Olivier Messien toca el órgano. Y así van pasando los días hasta la penúltima clase con Madame Boulanger. Piazzolla no ha dicho aún nada sobre su larga carrera dentro de la música popular, sobre todo por el posible rechazo que pueda sentir ella sobre la música de tango y su particular contenido.
Pero , sin embargo, ese día decisivo, Piazzolla se sienta al piano y toca su tango Triunfal. Al terminar, ante su sorpresa, ella le pide que lo repita. Y luego, una tercera vez.
-Me ha hecho vibrar, Piazzolla, jamás yo había oído tango. Al menos, con atención. Pero éste, el suyo, es música nueva y sincera y lógica. Y totalmente al margen del mundo que trafica con el arte. Tiene valor paralelo a muchas de las cosas que hacen Chaves y Villalobos. Su Triunfal es nada menos que auténtico. Siga, ¡siga en ésto! Profundamente. Haga como Ravel: ¿o usted no cree acaso, que Bartok o que Stravinsky no son, en esencia, música popular? ¿No es la música de De Falla hermosa y popular? Pero para ello es necesario ser artista y tener, como usted, la gracia de Dios...
Ástor se despide, emocionado y Nadia Insiste: "Sea sincero... No escriba por escribir."
Podría decirse sin errarle, que desde ese día nace el definitivo músico que crea páginas maravillosas y que en el futuro tocarán las orquestas sinfónicas de distintos países del mundo.
Desde aquel Triunfal, que escribiera en 1953, y que continuara a otros temas rompedores como Prepárense y Para lucirse, la vida musical de Ástor Piazzolla, cambiaría para siempre. Y repetirlo en el ordenador otra vez, nos conduce a aquella anécdota de Nadia Boulanger, cuando se lo escuchó a Ástor en el piano.
Hoy lo traigo por la orquesta de ANÍBAL TROILO, en su grabación de 1953.
José María Otero en "Tangos al bardo".
A ellas, añado yo, como no podía ser de otra manera, una versión de su propio autor: ASTOR PIAZZOLA. También la de la orquesta de OSVALDO FRESEDO, que data de 1953, mismo año que la de "Pichuco".
Aníbal Troilo
Astor Piazzolla
Osvaldo Fresedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario