Más claro que el recuerdo parece el olvido: el lugar en el pensamiento al que no se nos permite acceder. ¿Realmente Piazzolla quería musicalizar el olvido? No sé si la necesidad de olvidar, el desconcierto de no haber olvidado o la desazón de ser el objeto de un olvido. Querer olvidar es empeñarse en recordar, como esa garúa, esa fina lluvia que envuelve de frío hasta lo más profundo... el recuerdo se adhiere como si fuera el olvido.
Platón decía que el alma al nacer olvida todo lo del mundo y debe poco a poco volver a recordar. Eso es el aprendizaje, un volver a encontrar lo que ya estaba pero habíamos olvidado: Borges, Shakespeare, Ende, Li Bai, Miguel Ángel... llevan siglos ahí, y ahora los recuerdo como si siempre hubieran estado conmigo. Nací en la cuna de la ignorancia, moriré amortajado por el olvido.
OBLIVION es una música melancólica, cargada de nostalgia. El bajo puntea su ritmo de tango como si pulsara el corazón. Las cuerdas respiran un aire de niebla que va y viene; pasean por el mar, ondulan, y algún rizo arremolina el paso fugaz de ecos extraños. Y sobre ellos, el bandoneón con su fraseo entrecortado, ágil, tal vez irracional. ¿Quién sabe de qué habla? Pero lo más sobrecogedor es su parte central, de una melodía nítida, sencilla y cadenciosa. Las cuerdas imponen su ley y son abrazadas por el bandoneón. Es ahí donde el olvido, o el recuerdo, se vuelve algo maravilloso, donde la tristeza se torna un placer, donde el mundo, a pesar de todo, se sabe hermoso. Y, como suele suceder con Astor Piazzolla, la música va dejándose caer en una profunda tristeza.
Olvídate, un nuevo momento nace en este instante. No ha oído nada del mundo, el olvido lo envuelve como una tibia matriz. ¿Quién sabe qué recordará? ¡Qué hermoso será verlo tejer como una corona su memoria entre las flores!
Si además nos centramos para vivir en nuestro interior la letra de Horacio Ferrer, esa nostalgia puede convertirse en un drama pues Oblivion, describe lo que es el más cruel de los olvidos.
Escuchemos la versión instrumental por la orquesta de su propio autor, ASTOR PIAZZOLA, para después hacerlo con otra versión ya con letra, la de MILVA, una de las intérpretes favoritas del gran maestro de Mar del Plata.
Astor Piazzola
Milva & Piazzola
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