Esta joya musical y poética se inspira en un soneto de los hermanos Argensola (en realidad los hermanos Leonardo, apellido italiano de su padre. Argensola era el apellido español de su madre). Lupercio Leonardo de Argensola (1559-1613) y Bartolomé Leonardo de Argensola (1562-1631) nacieron en Barbastro (Huesca). La obra de ambos fue recopilada y publicada conjuntamente por Gabriel Leonardo, hijo de Lupercio, por lo que este soneto suele atribuirse a ambos hermanos.
Para nombrar a este famoso soneto se suele utilizar su primer verso, pero también se lo conoce por este título:
A una mujer que se afeitaba y estaba hermosa
Yo os quiero confesar, don Juan, primero,
que aquel blanco y carmín de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.
Pero tras eso confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Mas ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos,
ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
Con la concisión del poeta-filósofo, Homero en cambio consigue enunciar varios significados con una sola frase:
"No, ni es cielo ni es azul, ni es cierto tu candor, ni, al fin, tu juventud."
Hace una primera referencia al soneto y presenta al mismo tiempo el nuevo enfoque que le dará al tema: ya no se trata solamente de los afeites materiales que disimulan ciertas carencias físicas, sino de la inmaterial hipocresía, que no disimula sino que simula y tiene por consiguiente una connotación ética negativa, la de la falsedad, y no produce ya lástima sino rechazo.
Una medianoche, a fines de 1973, a la salida de su clase de Cancionística en Sadaic, os cuenta Conrado De Lucia, Homero nos llevó a tres de sus alumnos a LR3 Radio Belgrano en su flamante Peugeot 404 gris metalizado. Lo maltrataba acelerando y frenando bruscamente, y una alumna que iba a su lado se lo comentó. "Tengo tres autos –le respondió Homero con su cáustico estilo habitual–, y soy poeta, no mecánico". En ese horario la radio emitía un programa de tangos, y pudimos presenciar el diálogo de su conductor con Homero, quien había llevado un casete con algunos temas grabados por Goyeneche, que todavía no había salido a la venta. Allí escuché por primera vez la versión que acababa de grabar el polaco de "Maquillaje" y de "Chau, no va más" –aunque a los pocos días, cuando le comenté a Virgilio que me había parecido sobresaliente, frunció la nariz sin responder–.
Lo cierto es que "Maquillaje es un tango cuya riqueza melódica y poética lo hacen ideal para que lo interpretaran artistas de la talla de Goyeneche o Edmundo Rivero. –"Es el más responsable", solía decirnos Virgilio refiriéndose a Rivero. Años después, a comienzos de los '80, en una charla en su departamento de la calle Montevideo 537, justo enfrente del estudio que tenía con su hermano en el subsuelo –"el sótano", decían ambos– de Montevideo 527, en cuya puerta vidriada podía leerse en grandes letras "Cancionísima", Virgilio me contó cómo llegó Rivero a grabar el vals "Absurdo" después de un año de ensayarlo cuidadosamente.
El 8 de enero de 1976 por la noche regresamos a Ingeniero White mi flamante esposa Nora Oliveto y yo, con mis padres y mi hermana Ana María, quienes por la mañana nos habían acompañado en el registro civil y en la misa de esponsales en una pequeña capilla de Temperley. Esa primera noche la pasamos en los asientos del tren "Estrella del Valle", que entonces iba cotidianamente hasta Zapala. Como no disponíamos de medios para otro viaje, al día siguiente celebramos nuestra tarde de bodas en casa de mis padres, en el dormitorio de mi hermana soltera, que desde entonces nos lo cedió.
El 6 de enero por la mañana Nora, Ana María y yo habíamos ido a despedirnos de Virgilio en su estudio del "sótano". Se encontraba allí Libertad Leblanc quien, al igual que Claudia Lapacó y otros artistas como la célebre pintora japonesa que años después se casaría con Charlo, tomaba lecciones con Virgilio. Libertad anunció "Quiero darle un beso al novio", y efectivamente me dio un muy afectuoso beso en la mejilla. Después de despedirnos de Virgilio –yo no podía contener las lágrimas– Nora, Ana María y yo nos fuimos a la iglesia de Plaza Constitución, y allí simbólicamente nos comprometimos y nos pusimos los anillos de oro, que eran el obsequio de bodas de mi hermana (yo era licenciado en filosofía desde hacía veinte días y, como estudiante que no trabaja, no disponía de dinero propio).
Les dejo tres versiones del tango una de vídeo protagonizada por ADRIANA VARELA en una actuación suya en el Gran Rex de Buenos Aires y dos de audio, la de JORGE VIDAL (primera grabación de Maquillaje) y la de ROBERTO GOYENECHE, como siempre espectacular.
Adriana Varela
Jorge Vidal
Roberto Goyeneche
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