Su autor, Eduardo Bianco (1893/1959) era un violinista rosarino de formación clásica que estuvo en Buenos Aires sin encontrar su destino y resolvió marcharse a Europa en 1923, en aquellas patriadas de músicos, cantores y bailarines que intentaban triunfar con el tango en el viejo continente.
Allí tocó en un trío ocasional, pasó por las orquesta del “Tano Genaro" (Genaro Expósito) y recaló con la exitosa formación de Manuel Pizarro (tio de un amigo mío de toda la vida). Cuando alcanza a formar orquesta en dupla con el bandoneonista Juan Bautista Bachicha Deambroggio, su estrella comenzó a brillar con fuerza. Músicos como Horacio Pettorossi , Víctor Lomuto se incorporaron al conjunto y algunos europeos que le estaban tomando el gustito al tango.
Afianzado en el gusto de la gente que concurría a escucharlos al teatro o clubes nocturnos, Bianco, que aprendió incluso a tañer el bandoneón, se independizó, convirtiéndose en una especie de Marco Polo del tango, y comenzó a viajar con su propia orquesta. Vestidos de riguroso smoking, paseó el conjunto por toda Europa, Medio Oriente, Estados Unidos. En España actuó ante el Rey Alfonso XIII, ante Stalin en una larguísima gira por Rusia y ante Hitler en Alemania.
El Führer se prendó de este tango casi fúnebre que pertenece a Bianco y la pieza pasaría a ocupar un lugar trágico. Obligarían a tocarlo a músicos judíos en los campos de concentración durante las ejecuciones de aquellos condenados por su raza. Aunque parece que Bianco jamás se enteraría del triste destino de su tango. Lo cuenta el biógrafo de Paul Celan, el poeta que sobrevivió a los campos de concentración.“Los prisioneros eran obligados a tocar ‘Plegaria’ y por eso, Celan lo tituló ‘Tango de la muerte".
Bianco dedicó el tango al Rey de España Alfonso XIII.
Bianco volvió a Buenos Aires, brevemente sufriendo las consecuencias del clima húmedo porque era asmático, estuvo radicado en Comodoro Rivadavia, volvió luego a sus giras triunfales por Estados Unidos y Medio Oriente y en su definitivo regreso encontró la muerte, propiciada por su alergia, en el Hospital Tornú.
José María Otero en "Tangos al bardo".
Aquí está este tango, grabado por el propio EDUARDO BIANCO con su orquesta. Lo canta JUAN RAGGI, uno de los autores de Oro muerto, que De Angelis consagró con la voz de Julio Martel. En segundo lugar, escuchamos la versión de la gran CELIA GÁMEZ, acompañada por la Orquesta Típica Argentina en 1929 (En el disco sale como título "Una plegaria"). Decir de la Gámez que, desde que estrenara en Madrid, "Las Leandras", en noviembre de 1931, fue una de las más populares estrellas de España en la primera mitad del siglo XX y a ella se debe gran parte del esplendor de la revista y de los ritmos castizos madrileños como el schotis y el cuplé. Dicho ésto, les invito a escuchar una última versión del tango que aquí nos ocupa: la de OSVALDO FRESEDO con RICARDO RUIZ de 1940.
Eduardo Bianco y Juan Raggi
Celia Gámez
Osvaldo Fresedo y Ricardo Ruiz
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