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domingo, 22 de enero de 2017

30 - GARGANTA CON ARENA - (Cacho Castaña / Adriana Varela / Soledad Pastorutti)

“Yo siempre canté los sentimientos a flor de piel. Sin sentimientos no puede existir nada, no se puede vivir. Es la única manera que tiene el hombre de mirarse hacia adentro”. La cita es de Roberto Goyeneche, el inolvidable cantor al cual CACHO CASTAÑA le dedica este hermoso tango. 

Tras su presentación en el Teatro Chatelet de París con un elenco de Tango argentino a fines de 1983, el crítico del diario francés Le Monde, decía de él: “Hay que escuchar al decano. Temblequea cuando canta y parece Gardel reencarnado. Hay que verlo golpear el piso con el pie de la exasperación, de tanto que sufre y de tanto que ama. Es un artista que no necesita de idiomas: Goyeneche es capaz de enmudecer al público, leyendo La Biblia o la guía de teléfonos”. 

Y es que en aquellos años el Polaco adquiere una dimensión escénica inédita: su voz desgarrada, el estallido de sus patadas contra el piso –del que parece esperar que brote el sonido ahogado en su garganta–, la mano temblorosa con la que sostiene el micrófono fundan una nueva dramaturgia del género. Es el mismo Goyeneche espectral que en 1986 en la película Sur, de Fernando Pino Solanas, proyecta su sombra desmesurada contra un paredón de barrio mientras articula los versos de “Garúa”, entre cantados y dichos. Esa escena, hundida en niebla espesa de arrabal, junto con las versiones de “La última curda”, “Sur” y “Cristal” incluidas en el film, en la que su voz dialoga con el bandoneón de Néstor Marconi, condensa su repertorio de yeites, gestos e inflexiones, en los que aquello que ya no alcanza a expresar su voz encuentra nuevos vehículos, extrañamente eficaces. 

GARGANTA CON ARENA está dedicado a Roberto Goyeneche (1926-1994), famoso cantor de tangos al que apodaban El Polaco por sus cabellos rubios. Ese mote se lo puso Ángel Díaz, con quien Goyeneche formó pareja vocal hacia aquellos primeros años cincuenta del siglo XX, antes incluso de incorporarse a la orquesta de Aníbal Troilo, genial bandoneonista citado también en la letra del tango de Cacho Castaña. 

Una letra hermosa, representativa de la magnífica poesía que pueblan los tangos en particular, y buena parte de la música argentina en general. Aquí, como ya se ha dicho, el poeta, el compositor, añora la figura de Roberto Goyeneche, citando en sus palabras a Aníbal Troilo y a Rubén Juárez, bandoneonista tristemente desaparecido hace pocos años, y citando, igualmente, otro tango internacional, ese «Malena» de Lucio Demare y Homero Manzi, que empieza con un «Malena canta el tango como ninguna...», tal vez dedicado o inspirado por la cancionista Malena Toledo (aunque yo he escuchado otra posible inspiración que me creo más...). 

El tango rasga la garganta, arena que roza la piel y lima los sentimientos. El tango es lo más puro de la música, lo mundano y a la vez lo más alto, lo más grande. El tango es ciudad, callejuela y noche. El tango es baile, son cuerpos que se agitan en la pista, bajo las luces parpadeantes y un entrechocar lejano de copas de cristal. Pero, ante todo, el tango es Argentina, y Argentina es tango. 

Al contrario que el bolero (también sublime, no vayan a interpretarme erróneamente), cuyas melodías cantan amores y sensaciones desde fuera, desde el borde humilde del espectador (incluso cuando uno es espectador de su propia pena), el tango siente esos amores, esos sentimientos y, también, esas penas como nacidas del interior del corazón, brotadas del alma y expulsadas hacia fuera en forma de canción, arañando cada verso y cada vida, punzando a quienes escuchamos esos tangos con el dolor intenso (triste consuelo, al mismo tiempo) de saber que alguien, en algún otro tiempo y otro espacio, sintió igualmente nuestra pena, sufrió esos mismos pesares. 

Les dejo las versiones, primero de su autor, para continuar con la de ADRIANA VARELA, quizás la más popular y con la de SOLEDAD PASTORUTTI, la cantante argentina que mejor ha sabido acercar en los últimos tiempos el folclore a la juventud y que grabó una versión de «Garganta con arena» que aquí interpreta en el Teatro Colón, acompañada del bandoneón y la voz del gran RUBÉN JUÁREZ.


Cacho Castaña




Adriana Varela




Soledad Pastorutti y Rubén Juárez

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