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domingo, 22 de enero de 2017

27 - A LA LUZ DEL CANDIL (Carlos Acuña)

En los anales de las letras de tango hay muchísimas crónicas policiales que relatan crímenes, robos, atropellos, venganzas amorosas o ajustes de cuentas. 

Es el caso de "A LA LUZ DEL CANDIL", donde la trama, podría ir de la siguiente forma... 

Un hombre identificado como Alberto Arenas, acude a una comisaría y confiesa un horrendo crimen. En una maleta traía las pruebas del delito: las trenzas de su china y… ¡el corazón de él! "

¿Me da su permiso, señor comisario? 
Disculpe si vengo tan mal entrazao", 

declaró el hombre al oficial, y explicó que era forastero y traía en los tientos "un güen entripao". Ante la sorpresa del comisario, Alberto Arenas declara: 

"Acaso usted piense que soy un matrero, 
yo soy gaucho honrado a carta cabal. 
No soy un borracho ni soy un cuatrero. 
¡Señor comisario... yo soy criminal!" 

Y en un acto de arrepentimiento brutal, le rogó: 


¡Arrésteme, sargento, y póngame cadenas!... 
¡Si soy un delincuente, que me perdone Dios! 

El confeso autor del crimen, según consignaría el parte policial, se define como "un criollo güeno", y cuenta los macabros detalles del doble asesinato: "Me traicionaban, y los maté a los dos", dice, agregando que "mi china fue malvada, mi amigo era un sotreta; cuando me fui a otro pago me basureó la infiel". Y entonces presenta las pruebas de su crimen. "Las traigo en la maleta"... 

Al levar ya a Arenas al Juzgado, se le oye decir: 


"¡Párese, sargento, que no me retobo!... 
Yo quiero que sepan la verdad de a mil... 
La noche era oscura como boca `e lobo. 
Testigo, solito, la luz de un candil". 

En este detalle se basará la defensa para solicitar la libertad del reo, o al menos la prisión domiciliaria. "No había testigos", dijo el abogado. En tanto, Arenas sigue insistiendo: ¡Arrésteme, sargento, y póngame cadenas!... ¡Si soy un delincuente, que me perdone Dios! 

Julio Navarrine y Geroni Flores, exculpan al acusado argumentando que Alberto Arenas "es un personaje de ficción, que solo existe en este tango del cual se declararon autores.


A LA LUZ DE UN CANDIL
Música: Carlos Vicente Geroni Flores
Letra: Julio Navarrine

¿Me da su permiso, señor comisario?
Disculpe si vengo tan mal entrazao,
yo soy forastero y he caido al Rosario,
trayendo en los tientos un güen entripao.
Acaso usted piense que soy un matrero,
yo soy gaucho honrado a carta cabal,
no soy un borracho ni soy un cuatrero;
¡Señor comisario... yo soy criminal!...

¡Arrésteme, sargento,
y póngame cadenas!...
¡Si soy un delincuente,
que me perdone Dios!

Yo he sido un criollo güeno,
me llamo Alberto Arenas.
¡Señor... me traicionaban,
y los maté a los dos!
Mi china fue malvada,
mi amigo era un sotreta;
cuando me fui a otro pago
me basureó la infiel.
Las pruebas de la infamia
las traigo en la maleta:
¡las trenzas de mi china
y el corazón de él!

¡Párese, sargento, que no me retobo!...
Yo quiero que sepan la verdad de a mil...
La noche era oscura como boca'e lobo;
Testigo, solito, la luz de un candil.
Total, casi nada: un beso en la sombra...
Dos cuerpos cayeron, y una maldición;
y allí, comisario, si usted no se asombra,
yo encontré dos vainas para mi facón.

¡Arrésteme, sargento,
y póngame cadenas!...
¡Si soy un delincuente,
que me perdone Dios!

Pues bien, ahora ya solo nos toca en recrearnos con esta fabulosa interpretación de este tango, dramático y trágico a "carta cabal", por parte del inigualable CARLOS ACUÑA.

Mi agradecimiento a tangodeoro.com por este valioso vídeo.




Carlos Acuña

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